Argentina: ¿no sería bueno internacionalizarnos?

Nuestros hijos, en sus próximos 30 años, vivirán en interacción creciente con un mundo cada vez más cercano entre los países, más accesible para viajar, para trabajar interconectados, y comerciar sin barreras. Una sociedad integrada que compartirá conocimiento, innovación y cultura a través de una comunicación que -de tan fluida- terminará por consolidar la “aldea global”.

El panorama es alentador y apasionante. Nos acercamos al ideal tan buscado de una humanidad capaz de superar las barreras que nos han separado sin sentido. Pero además es una oportunidad, porque la globalización está abriendo camino a que el desarrollo sea para todas las naciones y permite -al país que se lo proponga- alcanzar el lote de los desarrollados, en un tiempo histórico relativamente breve.

Quid pro quo.

Una de las distorsiones más graves de nuestra última década ha sido consolidar la visión errada de que nosotros podemos vivir desconectados de lo que pase “allá afuera”. Que eso nos preserva y además nos permite “crecer con lo nuestro”.

Es urgente y prioritario revertir esta desconfianza injustificada: la soberbia de creer que podemos solos, sin abrirnos a que otros países puedan aportarnos algo valioso. ¿Cuál es el candidato a presidente que expresa una real vocación por volver a integrarnos al mundo y que nos explica cómo lo hará? A ese hay que votar.

La vinculación comienza por lo económico, claro está. Venderle al mundo no sólo nuestras materias primas (que en definitiva son sólo el 4% del comercio mundial) sino además nuestro valor agregado. Sólo esos mercados ampliados nos garantizarán los puestos de trabajo que necesitamos para nuestra población activa y las nuevas generaciones. Pero nadie nos comprará nada si nuestra economía sigue cerrada a poder adquirir en libertad lo que el mundo quiere ofrecernos.

Hace 20 años discutíamos si debíamos integrarnos de golpe al mundo (como lo han hecho finalmente Chile y otros) o en forma gradual utilizando mercados regionales intermedios como el Mercosur. Hoy el debate se ha vuelto más precario, porque el Mercosur es una quimera, y no tenemos reglas claras para el comercio exterior, ni certidumbre jurídica y económica para convocar inversiones extranjeras con las cuales desarrollar vínculos sustentables.

Reconozcámoslo: estamos varios años tarde respecto a otros países que tomaron a tiempo la decisión de integrarse con sus economías, en forma contundente y profunda. Y en nuestro caso, con el aditamento de una fama bien merecida que no somos confiables. No deberíamos perder otros 20 años embelesados con este “orgullo del aislamiento”.

¡Necesitamos su know how!

¿Enoja que utilice una palabra inglesa en un título? Así estamos de desfasados respecto a la actitud de apertura mental que debemos mostrar hacia la globalización, que habla en español, en inglés, en portugués y en chino sin solución de continuidad.

Aquí viene lo más difícil: nuestro sistema educativo es el mentor de nuestra cerrazón. Allí calan hondo las distorsiones ideológicas y la idea de que todo lo nuestro es bueno y todo lo de afuera hay que mirarlo con desconfianza (porque seguro vienen por nuestros recursos naturales, el imperialismo, las multinacionales y los mil y un prejuicios)

Pero la urgencia de cambio está en nuestras universidades. ¿Cómo estamos en los rankings internacionales? “Los rankings no sirven” responden los talibanes del nacionalismo académico. ¿Cuántos estudiantes estamos enviando a perfeccionarse a las mejores universidades del planeta? “No es bueno enviarlos a estudiar modelos foráneos” ¿Cuántos profesores de otras universidades vienen a enseñar en nuestras aulas? “No hace falta, tenemos buenos docentes” ¿Cuántos proyectos de investigación estamos desarrollando en equipo con otros centros académicos del mundo?....

Ampliemos la visión

La escala internacional no sólo ilumina soluciones en lo económico, sino en muchos otros ámbitos vitales para nuestro país. ¿Cómo seguir planificando la infraestructura que nos falta sin sentarnos a que coincida con las obras que planean los países vecinos? ¿Cómo emprender nuestras políticas de seguridad y las luchas contra las mafias internacionales y redes de narcotráfico en forma aislada? Desarrollo cultural y deportivo, turístico y ambiental, tecnológico y también social. Hasta la lucha contra la pobreza requiere una mirada más amplia y global.


No es un dato menor para los que vivimos en el interior, que la internacionalización de la Argentina nos permitirá no depender tanto de nuestros hermanos porteños. Santiago de Chile (la puerta hacia los mercados orientales) nos queda a la misma distancia en avión que Capital Federal. Y la quinta economía mundial está pegada a nuestras fronteras. Pero aquí muy pocos sabemos hablar portugués y mucho menos chino. Tendremos que romper primero nuestro molde mental. 



Quiero confirmar mi alejamiento de la actividad política

Amigos: quiero confirmar por esta vía que mi responsabilidad como Director General de nuestra empresa, Grupo Oxford luego de la partida de mi hermano, me ha puesto un desafío muy importante en el que estoy enfocando todas mis energías. 

Por ello he decidido ya desde Enero, alejarme completamente de la política y de toda actividad partidaria. Aprendí muchísimo en estos 12 años y me queda la amistad de los que construyeron conmigo lo mucho o poco que hayamos podido aportar. Ellos seguirán adelante con nuestra fuerza Primero la Gente. Para los que me han preguntado: no seré candidato a nada el año que viene! 

Sólo colaboraré con mis ideas -como un ciudadano más- desde el ámbito de las ong sin fines de lucro y especialmente desde Civilitas. 

Gracias por el apoyo de siempre! 

Creatividad e innovación para superar la pobreza

Nuestro último programa: EL DESAFIO DE GENERAR VALOR AGREGADO PARA SUPERAR LA POBREZA Y AVANZAR EN EL DESARROLLO!!

LES PROPONGO A TODOS LOS JÓVENES Y ADOLESCENTES DEL MUNDO

LES PROPONGO A TODOS LOS JÓVENES Y ADOLESCENTES DEL MUNDO que le demuestren al resto de las generaciones que lo mejor está por venir junto a ustedes, que están conscientes y preparados para construir algo mucho mejor -más justo y más fraterno- y que no se dejarán robar la esperanza de ser protagonistas de un cambio que llevará la historia hacia otro umbral. Tengo plena confianza que así será. 

HOY ASUMO EL ERROR DE HABER SUBESTIMADO (Y HABER AYUDADO A SUBESTIMAR) A LOS JOVENES QUE VIENEN POR DETRAS NUESTRO. 

Mis respetos a la nueva generación.

¿También nos saquearon la esperanza?

Por Sebastián García Díaz
Miembro de Civilitas -Esperanza Federal-


Córdoba no está bien. Y no hablo de nuestras clásicas falencias. Ni de las realidades oscuras que se han develado en el último tiempo. Sino de lo que -a esta altura- resulta más preocupante: la capacidad de nuestra sociedad cordobesa (y argentina) de regenerarse y emprender un nuevo rumbo.

Temo que la decepción con la democracia -y sus instituciones- y la posibilidad de que esta ciudad, esta provincia y este país cumplan finalmente con nuestros anhelos, ha calado tan hondo en nosotros, que ha terminado por secar nuestro corazón ciudadano.

Si las huellas que deja la clase política y sus “amigos del poder” ya no nos conmueve; si no nos perturba la posibilidad de que el recambio en el 2015 no produzca más que retoques en las formas pero no en el fondo; si Lanata los domingos, Rossi por las mañanas, Tomás Mendez, o los analistas de este diario sólo nos está sirviendo para profundizar nuestro escepticismo y nuestra vocación por zafar mientras podamos, entonces no hay dudas respecto al diagnóstico: lo más grave que nos está pasando es que hemos perdido la esperanza de que algo realmente pueda cambiar.

Una reacción no sustentable

Muchos han decidido transitar por nuestras calles reduciendo el contacto con lo público al mínimo, sin esperar ya nada del Estado: ni seguridad, ni educación, ni salud, ni justicia, ni obras.. sólo que no los demoren mucho cuando deban renovar el carnet de conducir.  

El anhelo es evitar el contacto con “la realidad”. Lo tienen para ganar sus sueldos y honorarios, pero, en cuanto pueden, se recluyen.  Sienten que la única variable de riesgo son sus hijos cuando salen los sábados… pero ni siquiera eso los moviliza. Llevan y traen a los más chicos (cual si fueran choferes exclusivos) con tal que no sean rozados siquiera por lo que pasa “allá afuera”.

En nuestra generación -estoy cumpliendo 42- esta desesperanza se ha vuelto un cáncer. “Ya ni leo los diarios ni escucho los noticieros” es una frase demasiado repetida. Y hay cuestionamientos más profundos: “Amo este país, pero ¿estoy haciéndole bien a mis hijos promoviendo que echen raíces en un Argentina tan desquiciada?”

Como es tan evidente que así no podremos vivir, porque no es sustentable (me remito a los saqueos de diciembre) y dado que el cambio depende de nosotros, propongo que instalemos en el máximo nivel del debate de hoy, qué no está pasando en lo profundo de ese “corazón ciudadano” tan dolido. Como cuando se obliga a un enfermo a hablar de su trastorno al frente de todos. Porque no es normal y no es sano, que la generación que hoy deberíamos estar construyendo el presente, simplemente nos borremos, por más reales y sentidas que sean nuestras justificaciones.  

Razones para la esperanza

El comienzo del cambio pasa por volver a creer en el poder de las ideas, las convicciones y los valores. Porque no nos falta nada de ello -tampoco proyectos concretos- pero sí nos falta creer que son esas cosas las que cambian el mundo (y la historia).

Propongo recorrer un nuevo camino. Volver a poner en el primer plano a las oportunidades. Construir una visión esperanzada, aunque más no se trate de la “esperanza del todavía”: todavía nuestro sistema educativo no se ha destruido tanto como para no poder transformarlo. Todavía el avance del narcotráfico no ha llegado a ser el caso de México como para que no podamos revertir ese proceso. Todavía nuestra pobreza no ha recorrido tan largo camino como para impedir que nuestros hermanos puedan ser incluidos con políticas eficaces. A pesar de la corrupción estructural, todavía es mucho más numerosa la gente decente y de bien que los parásitos y los avivados.

Si Chile lo está logrando, si Uruguay va en camino, incluso Perú; si Colombia está enfrentando su violencia y Brasil dejó de dar la espalda a sus pobres ¿por qué no nosotros? Privilegiados por una tierra fecunda, capaz de alimentar a 400 millones de personas, con bellezas turísticas y nuestro mayor capital: una inmensa clase media, golpeada pero aún digna. Córdoba puede proyectarse hacia la economía del conocimiento con una base universitaria hoy manipulada por militantes, pero con un inmenso potencial si lo aprovechamos. Tan cerca de todo (del pacífico, de Brasil) con un clima bendecido, y el desafío abierto de tener cien Arcor, cien AGD, cien Alladio, cien Agrometal…


¿Por qué no abrigar esperanzas fundadas de que nosotros también somos capaces de lograrlo? Tenemos al menos una deuda con los más jóvenes: intentarlo. Darles ejemplos de participación y razones concretas para pensar que lo mejor aún está por venir. 

Feliz día a todos los trabajadores

Para que haya trabajo, tenemos que trabajar para que haya:
- emprendedores naciendo en cada pueblo y ciudad
- empresas creciendo.
- fronteras abiertas para que puedan tener escala y sean competitivas.
- reglas económicas claras y previsibles para que puedan proyectar en el largo plazo y conseguir crédito. 
- seguridad jurídica para que tengan la garantía que si son defraudados, serán protegidos. Y que si inventan algo, sus patentes serán protegidas.
- Y la posibilidad de importar bienes de capital (maquinarias y partes de su producción que son mejor elaborados o a mejor precio en otros lugares del mundo)
Para que haya trabajo habrá que trabajar para que el Estado no castigue al trabajador con impuestos laborales ni a la Empresa con impuestos distorsivos como ingresos brutos o impuestos al cheque, sellos, etc, etc.
Para que haya trabajo necesitamos mejor educación y eso es incompatible con un proyecto político metido en nuestras universidades y colegios. Necesitamos allí también, apertura, intercambio con el mundo, competencia, premio al esfuerzo, garantía de que todas las visiones serán respetadas para forjar el pensamiento crítico y una inculturación de los valores de un buen trabajador y un buen ciudadano que no están presentes en la macro estructura centralizada de los ministerios de educación de hoy sus intelectuales asesores.
Para que haya trabajo necesitamos combatir la corrupción y la informalidad. Y castigar severamente al que compite por fuera de la ley.
Como todo esto es posible, tengo esperanza.
¡Feliz día a todos los trabajadores!

JUAN PABLO II. GRACIAS POR HABER INFLUIDO EN MI VIDA.



Saludo al nuevo santo que, en nuestros días de adolescencia supo saludarnos en aquel Chateau repleto de jóvenes en el Encuentro Nacional de Juventudes y luego visitar nuestras calles moviéndonos a ser servidores de "chalecos amarillos". 

Fue el mismo que nos dijo: "hagan con sus manos una cadena más fuerte que las cadenas del odio y de la muerte". 

Fue el que nos convocó a construir la civilización del amor y a cantar "un nuevo sol se levanta". 

Yo quedé marcado por aquellas experiencias de por vida. Estoy seguro que el papa Francisco hará lo mismo con los jóvenes de hoy. Me alegra y me llena de esperanza!

LA DESESPERANZA NOS ESTA ENFERMANDO

Y está detrás de todas las distorsiones que estamos viviendo como sociedad. Propongo un cambio completo de perspectiva.

LA DESESPERANZA Y EL PESIMISMO "GARPA" HOY EN DIA (PERO NO CONSTRUYE). 

Predicar pesimismo es uno de los modos más fáciles de disfrazarse de sabio. Mucho hay sobre lo que ser pesimista, pero el pesimismo permanente es un sustituto del pensamiento. 

"Ningún pesimista descubrió jamás los secretos de las estrellas, o exploró una tierra no cartografiada, o abrió ningún cielo nuevo para el espíritu humano" escribió Hellen Keller, la notable autora ciega y sordomuda. 

Eisenhower que dirigió el desembarco aliado en las playas de normandía en la Segunda Guerra Mundial, para convertirse luego en el presidente de los Estados Unidos, lo expresó más llanamente: "el pesimismo nunca ganó una batalla". 

(Párrafo del libro "La Revolución de la Riqueza" de Alvin Toffler.

Nuestra visión expresada en nuestro programa de tv: http://youtu.be/cbpr-R4TXyM?t=16m58s

Economía del Conocimiento: cómo nos posicionaremos

Estamos de acuerdo en construir un país en el que seamos nosotros, los ciudadanos, los protagonistas -la gente- y no las corporaciones, ni supuestos "mesías". Un país que se construya de abajo hacia arriba y con la máxima libertad. 

Estamos de acuerdo que esto lo vamos a lograr con una reforma muy profunda de nuestro sistema educativo y un sistema de reglas claras que perduren en el tiempo y que cumplamos TODOS. 

Ahora vale la pena repasar las oportunidades que no está abriendo el mundo y cómo vamos a posicionarnos para aprovecharlas. Dejo el título: si el mundo avanzar hacia la economía del conocimiento (la tercera ola), si no serán las materias primas y ni siquiera las industrias sino las ideas innovadoras las que dominarán los mercados mundiales, entonces tenemos que ponernos de acuerdo sobre cómo vamos a subirnos a esa tercera ola. 

El campo nos dará la base para despegar, las industrias nos darán trabajo para todos si logramos que sean competitivas. Pero será nuestra inventiva potenciada por nuestro I + D las que nos llevará a la cúspide. 

Si todo esto fuera correcto, entonces Córdoba debe mirar lo más valioso que tenemos entre nosotros, que son nuestras universidades, para producir un giro de 180 grados sobre su dirección y gestión para que sean nuestra ventana de integración al mundo y el semillero de las ideas de vanguardia sobre alimentos, biotecnología, medicina de alta complejidad, procesamiento de materiales naturales y minerales, servicios de alta tecnología, etc, etc. 

Llego la hora de fijar un norte y caminar hacia él.

Educación: una propuesta revolucionaria


La educación en Argentina no va nada bien. Basta ver las comparaciones en el rendimiento de nuestros estudiantes con los de otros países. Más dramática es la poca capacidad de contención que tiene, sobre todo, en el nivel secundario. Casi la mitad de los alumnos abandonan durante la adolescencia. Así se conforma esa inmensa masa de jóvenes “ni-ni”, que no estudian ni trabajan.
El deterioro no es nuevo sino que arrastra décadas. Y no se trata sólo de un problema de recursos, ya que en los últimos años ha recibido un presupuesto mejorado en varios puntos del producto interno bruto (PIB).
Los especialistas hacen foco en tres enormes desafíos: los docentes no tienen el nivel de preparación adecuado para educar a las nuevas generaciones, más allá de su buena voluntad; los contenidos y la metodología han quedado obsoletos, y el colegio –como institución– es mal utilizado para contrarrestar los impactos sociales de la desintegración social y familiar, la violencia, la desnutrición y el consumo de sustancias.
Como me dijo una maestra de un barrio marginal: “De aquí se fueron todos y dejaron al colegio (y al cura y al pastor) en el medio de esta realidad para que se las arreglen solos”.
¿Progresistas?
Sin intención de hacer una “cacería de brujas”, es necesario subrayar que la educación pública argentina viene siendo planificada, conducida y gestionada por dirigentes y técnicos que podríamos enrolar en el espectro ideológico de la centroizquierda.
Ellos mismos se autotitulan “progresistas”, pero su fórmula ha sido producir la transformación social a través de un esquema centralizado por el Estado y gestionado por grandes burocracias.
Todos los gobiernos nacionales, desde Raúl Alfonsín a Cristina Fernández, los provinciales (incluso los municipales) negociaron políticamente la cartera de Educación con estos sectores. Y bajo la influencia de esas ideologías, se han probado una y mil variantes de reformas, como si fuera un laboratorio de humanos.
El fracaso está a la vista. Las últimas incursiones de La Cámpora en escuelas y jardines o los libros obscenos que envía el Ministerio de Educación de la Nación a las escuelas son epílogos grotescos de esta “militancia educativa” llevada a su extremo.
¿Debemos poner entonces a la educación pública en las manos de la centroderecha? Eso sería un error igual de funesto que el que hemos cometido en estas tres décadas.
La propuesta revolucionaria es que apostemos, como sociedad, a una educación que supere sus enormes falencias, no a través de una gestión estatal centralizada, sino al calor de la diversidad que produce la intromisión de la sociedad civil, la iniciativa privada y comunitaria y la decisión de los padres en este ámbito que hoy los repele.
Hablo de permitir que un porcentaje importante de las escuelas públicas de gestión estatal pasen a ser inspiradas y dirigidas por actores sociales, instituciones civiles o religiosas, cooperadoras de padres o emprendedores. Cada uno le dará su impronta, respetando –por supuesto– un núcleo básico de contenidos universales y mecanismos que garanticen la calidad educativa.
Círculo virtuoso
El principio de subsidiariedad aplicado al ámbito de la educación pública puede producir un verdadero círculo virtuoso, de abajo hacia arriba. Los fondos seguirían siendo aportados por el Estado en su totalidad, como ahora, pero su administración sería más eficiente, pues estaría en el nivel donde deben tomarse las decisiones y sujeta a resultados.
La “revolución” se completaría promoviendo que los padres que envían a sus hijos a escuelas públicas también puedan elegir la institución que mejor los interprete. Que incluso puedan premiar o castigar el desempeño de la escuela moviendo sus chicos si no están conformes. Dado que ahora el boleto educativo gratuito permite que los niños se movilicen sin costo hacia cualquier escuela, podríamos avanzar sin problema en este sentido.
Imaginemos un sistema educativo plural y diverso; con algunos colegios públicos preparados para enseñar religiones y otros que no; unos que se inclinen por la música; otros por el deporte; con una rápida salida laboral; aquellos que planteen educación mixta y los que no; los que ofrezcan educación “militar” o se adapten a su medio rural; los que propongan muchas actividades extracurriculares: inglés, portugués, ajedrez, artesanías o tornería...
¡Qué shock de vitalidad para nuestra educación hoy tan anquilosada! Derribar esa muralla que tanta desigualdad produce entre la educación pública y la privada. Y dejar que la gente sea la protagonista, y no el funcionario de turno. ¿Hay margen para debatir estas ideas en una sociedad tan “estatizada”? Al menos pensémoslo para las escuelas públicas por inaugurar hacia el futuro.
Aconsejo ver este video de la Fundación Libertad y Progreso que va en la misma línea que este artículo.

¿Es posible construir un país de abajo hacia arriba?



Argentina no confía en su gente. Ese es el principal defecto de nuestra cultura, y no es de ahora; desde el comienzo de nuestra historia construimos un país que subestima a su población. Los ciudadanos fuimos educados en esa concepción. Y a veces pareciera que preferimos que otro disponga en nuestro lugar, a cambio de protegernos y asegurarnos una vida más tranquila.

Nos hemos acostumbrado a esperar al líder. Más allá de lo que diga nuestra Constitución, el principio tácito -aceptado por todos- es que avanzamos sólo cuando hay un gobernante fuerte, que hace y deshace, incluso violentando la ley. Las instituciones no importan. Importa que las cosas se hagan.

En ese marco, el sistema dice que somos “soberanos”, pero nos tratan como animalitos. En temas tan básicos como nuestra relación laboral, nuestros ahorros, la salud de nuestra familia, la educación de nuestros hijos, la jubilación que tendremos, lo que podemos comerciar y lo que no, dónde, cuándo, con quién... las cosas de nuestro barrio, de nuestra ciudad... es el gobernante el que decide y no los propios implicados.

En verdad nadie invita seriamente a participar en este país. Las instituciones políticas, civiles, sindicales, empresarias, profesionales, todas tienen miedo a abrir sus puertas. "Mejor manejarlo entre unos pocos". Siempre hay una buena excusa para justificar el juego cerrado.

Queremos ser protagonistas.

Tiene que renacer una voluntad irrefrenable de cada argentino de ser protagonistas de su propio destino. Y una aspiración concreta a decidir la mayor cantidad de cosas por nosotros mismos. A algunos eso les parece una expresión de deseo, por la apatía y el desinterés generalizado. Pero es perceptible el malestar profundo de la gente, que sigue in crecendo. Sólo es cuestión de tiempo.

¿Democracia directa?¿Gobierno de las asambleas en las plazas? Nada de eso. Simplemente que no decida un funcionario cuando podemos decidir nosotros. Y que no haga el Estado lo que puede hacer la comunidad, es decir las personas organizadas en empresas o en instituciones. La consecuencia lógica es que los ciudadanos volvamos a tener también el derecho a elegir –por votación o por concurso- a representantes y a funcionarios respetados, sin ser víctimas de las distorsiones de la partidocracia.

Quiero vivir en un país que vuelva a poner a su gente primero porque estoy convencido que eso generará una Argentina más justa. Darle poder a la gente es el pilar del Desarrollo Social. Porque el sentido común no es patrimonio de una clase. Todos están llamados a hacerse cargo de su vida y a hacerlo lo mejor posible.

Ese es el problema cuando los políticos adormecen a la población repartiendo cargos públicos, bolsones o subsidios "para combatir la pobreza" sin preocuparse por dar las herramientas y las oportunidades para que cada uno salga adelante por sí mismo.

El Estado dice preocuparse por los marginados pero en verdad es el primero que los margina. Les dice: ésta es tu escuela y no hay otra, ésta es tu obra social, éste es tu sindicato, ésta es tu jubilación, y éste es tu representante (porque la lista sábana es eso: obligar a la gente a tener representantes que no conoce). Y conformate. Los que tienen más recursos, contratan en cambio otro seguro de salud, un colegio privado, un sistema de seguridad privada, pero los indigentes no.

Libertad, libertad, libertad.

El grito de "¡primero la gente!", por tanto, debe convertirse en la bandera de los sectores más populares contra estos políticos y contra este sistema que nos sentencia a consumir callados y obedientes sus desordenados y “benefactores” servicios, sin voz y sin voto. Sin que el paciente decida cuál es la mejor obra social, ni los padres cuál es la mejor escuela a la que quieren que el Estado asigne los fondos que les corresponden. ¿Por qué no dejar que los ciudadanos decidamos qué es lo mejor, para nosotros y para nuestros hijos?

Muchos afirman que no estamos preparados. Que primero deberíamos ser educados en esa cultura de la responsabilidad personal y la participación en los asuntos que nos competen. Tienen razón ¡pero no esperemos hasta que eso ocurra para comenzar a cambiar!. La democracia se aprende equivocándonos al votar (como ya lo hemos hecho). La República aprendiendo cuánto nos cuesta cada mesiánico entronizado. Y los beneficios de una sociedad y de una economía abierta y competitiva se aprende abriéndonos y compitiendo.

Habrá que parir esa Argentina, sin esperar al próximo candidato a presidente. Sólo la fuerza, el idealismo y la participación de los jóvenes puede enfrentar semejante desafío. 

Los invito a iniciar una nueva etapa



Queridos amigos:


He estado estos dos meses callado, intentando recuperarme de la muerte de mi querido hermano y ordenando las cuestiones de mi trabajo que compartía con él. 

Quiero contarles que he decidido iniciar una nueva etapa. He dedicado los últimos 12 años fundamentalmente a denunciar al poder y sus excesos y señalar las grandes distorsiones. 
También elaboramos una visión, ideas y propuestas, pero no le dimos prioridad en difundirlas porque  lo principal era detener un proyecto de corte totalitario. No se si fue la estrategia correcta o no, pero fue lo que hicimos (y lo hicimos de buena fe y con gran compromiso) 

Pero quiero invitarlos a iniciar una nueva etapa donde concentremos el 100% de nuestras energías a desarrollar nuestra esperanza a través de propuestas concretas para Córdoba y el país. 

El proyecto totalitario está en baja, gracias a Dios, pero lo que aparece como alternativa viene como vacío de ideas y germinando distorsiones de la misma especie. 

Creo que la prioridad -al menos será la mía de ahora en adelante- es concentrarse en acercar ideas, visiones de lo que sí podemos hacer como sociedad si nos los proponemos, traer experiencias exitosas de todos los lugares del mundo, rescatar los buenos proyectos que ya se están desarrollando entre nosotros. Mirar el vaso medio lleno y transmitir la idea de que sí podemos, en medio de tanta decepción y tanta división. 

Ese será al menos mi impronta de aquí en adelante. Veremos si lo logramos. 

Trabajemos juntos si están de acuerdo. 

Un abrazo
Sebastián García Díaz

#PrimeroLaEducación

Si tuviéramos que poner sólo una prioridad para esta Argentina del 2014, a pesar de haber cientos de urgencias, estoy seguro que todos acordaríamos en poner PRIMERO LA EDUCACION y darle un giro de 180 grados, para que nuestros colegios y universidades eduquen una nueva generación pensante, ciudadana, comprometida, trabajadora, llena de valores y habilidades, dispuesta a cumplir la ley y los acuerdos, innovar poniendo lo mejor de la argentinidad que es nuestra creatividad y sin miedos a integrarse al mundo. FOCO EN LA EDUCACION.