Palabras de presentación del Libro del Dr. Esteban Gorritti

Quiero acercarles las palabras que expresó el Dr. Gorritti, durante el evento de presentación del Libro "Favelización de Córdoba" y que fue todo un éxito ayer. Si las publico aquí, no es por las palabras elogiosas que me ofrece, sino porque también representa un testimonio en sí mismo, de un hombre valiente que ha sufrido como él la pérdida de una hija por un accidente en el que el conductor estaba alcoholizado. Y que sin embargo, lo movió a desarrollar una tara inmensa para cambiar esta realidad de muertes en Argentina por causas vinculadas al alcohol.

"Pocas veces en la historia de Córdoba, se ha visto un contraste tan evidente entre la mala y la buena política, como en el caso de la breve –pero significativa- gestión de Sebastián García Díaz al frente de la Secretaría antidrogas de la provincia.

Fue convocado por el actual gobierno, a fin de fundar el organismo encargado de enfrentar nada menos que al narcotráfico, que en los últimos diez años registra un crecimiento vertiginoso en la Argentina, especialmente en la región centro del país. Esta grave situación viene siendo denunciada desde entonces por los Dres. Marcelo Touriño y Aurelio García Elorrio, quienes a costa de su propia seguridad personal y la de sus familias –al igual que los periodistas Tomás Mendez y Juan Federico-, han alertado sobre los lazos ocultos que existen entre el crimen organizado y sectores encumbrados del poder político. Ante el inocultable daño social producido –sobre todo en la población juvenil, la más vulnerable y expuesta al terrible mal de la drogadicción-, en el 2008 la cuestión fue definitivamente instalada en la opinión pública mediante la campaña callejera del partido “Primero la Gente”, que instaba a la ciudadanía a denunciar en forma anónima a los narcotraficantes barriales, ofreciéndose sus dirigentes para trasladar a la Justicia y la Policía los estratégicos datos, con el fin de obligar al Gobierno a actuar de una buena vez, sin escudarse en el eterno pretexto de la imposibilidad de hacerlo por supuesta falta de información. Al no poder seguir escondiendo la basura debajo de la alfombra, éste se decidió hacer política con el delicado tema.

El Gobernador optó por la maquiavélica maniobra de invitar al principal promotor de la campaña que les incomodaba, en la creencia de que, siendo un político, una vez en el cargo habría de hacer lo que normalmente hacen los políticos opositores cuando son convocados a las filas gubernamentales: transformarse en un burócrata obediente, atornillado a uno de esos importantes sillones oficiales desde los cuales se pierden de vista los ideales sostenidos en el llano. Es decir, el gobierno buscó neutralizar a Sebastián haciéndolo partícipe de su total inacción frente al problema, que era –y después de él, ha vuelto a ser- su verdadera política de Estado.

Se equivocaron de persona; Sebastián y su equipo de compañeros de trabajo no buscaban empleo sino la oportunidad de poner a prueba sus ideas de gobierno sobre esta dramática cuestión. Pero el poder apostaba a las enormes dificultades del cargo como seguro desprestigio de la gestión encomendada, que se esperaba fuera anodina. En otras palabras, la idea era darle “el abrazo del oso”, y matarlo políticamente. El factor humano frustró la maniobra gatopardista, poniendo al oso en fuga.

Se hace política tal como se vive: con honestidad o picardía. En la política argentina hay demasiadas pícaros que se prestan a cualquier cosa, con tal de satisfacer sus ambiciones de poder y riqueza. Los políticos profesionales conciben al Estado como un botín de guerra, formidable máquina de hacer negociados, cuya administración les permite quedarse con ilícitas comisiones millonarias a cambio de favorecer a los peores intereses creados –internos o externos-, menoscabando a la sociedad en múltiples formas. Cualquier ideología sirve de pantalla, en la vil tarea de malversar el erario público. En nombre de los próceres se saquea continuamente el patrimonio nacional, para asombro del mundo, que no puede entender nuestro subdesarrollo. Como es obvio, la fiesta de la corrupción siempre la paga el pueblo, viviendo por debajo de sus posibilidades. Aunque esto viene ocurriendo desde los tiempos de la dictadura militar, se ha acentuado durante la democracia, pues los viejos partidos políticos –y también los nuevos que nacieron viejos, por ser mero reciclaje de políticos marginales- son conducidos por personajes que no pueden explicar cómo amazaron fortunas con el ejercicio de la función pública. De hecho, los dirigentes de los partidos dominantes conforman la nueva oligarquía argentina.

Pero también hay –siempre las hubo- hombres y mujeres con integridad moral, que van hacia la política con espíritu altruista, llevados simplemente por su patriotismo y la creciente preocupación por el futuro de sus hijos. Estos son “peligrosos” para el orden establecido, no sólo porque denuncian la corrupción estructural que los otros practican, sino porque proponen un programa de gobierno que acabaría con ella: la legalidad constitucional a ultranza, el respeto a la división de los poderes, el imperio de la ley en todos los órdenes como garantía de existencia del Estado de Derecho, que no es sólo un juego electoral. Estos políticos actúan con la lógica del interés público, el bien común que enseña el Derecho Natural, para “asegurar los beneficios de la libertad”, razón de ser del Estado moderno. Ellos representan lo mejor de la política, no lo menos peor, que es lo que la sociedad argentina acostumbra votar.

El autor del libro que hoy presentamos, –de más está decirlo- pertenece a esta clase de dirigentes políticos, de por sí selectos en razón de la rectitud de sus intenciones, en su caso demostrada en los hechos.

Cualquiera que conozca bien a Sebastián García Díaz, sabe que es de los que dan un paso al frente cuando se piden voluntarios para una misión peligrosa. Es un combatiente, y por tanto siempre va a ir hacia adelante, aun cuando un enorme oso lo espere para darle su abrazo mortal. Por eso aceptó el desafío de ocupar la primera fila en la lucha local contra la peor amenaza delictiva del mundo, incluso con la sospecha (confirmada enseguida) de tener que hacerlo en inferioridad de condiciones funcionales, por la sórdida oposición de sus superiores administrativos.

De las increíbles peripecias de su gestión, entorpecida cada día por las trabas del Ministro de Gobierno, da cuenta el libro. Sólo diré que Sebastián no se limitó nunca a recitar el pobre libreto que le tenían preparado, que la semana pasada hemos vuelto a escuchar de boca del actual Secretario de Prevención de las Adicciones. Para gran sorpresa de sus hostiles anfitriones, desplegó en tiempo record un inédito programa de acción que apuntaba en dos direcciones nunca antes exploradas por gobierno alguno en la República Argentina: la lucha frontal contra el narcotráfico como todavía no ha sido iniciada, con todo lo que dicho enunciado supone innovar en materia de investigación, persecución y captura de narcotraficantes. Y la lucha contra el alcoholismo, mediante un detallado plan de control de oferta de la droga de mayor consumo social, en su ámbito más dañoso: la nocturnidad, actualmente “zona liberada” para traficar todas las drogas. Es decir, planteó el deber del Estado de asumir rápidamente el control de la oferta de todo el espectro de sustancias tóxicas psicoactivas, legales o prohibidas, mediante la puesta en valor del marco legal conformado por las leyes 23.737 (de Estupefacientes) y 24.788 (de Lucha contra el Alcoholismo), paradigmas jurídicos irrenunciables.

En cuanto al narcotráfico, como primera medida sinceró la realidad de la ausencia del Estado, criticando públicamente la ineficiencia del viejo sistema de investigación exclusivamente a cargo de los fiscales y jueces federales. En nombre de un mal entendido garantismo procesal, estos aplican un exagerado sistema de nulidades que desvirtúa los principios y los fines del Derecho Penal con engorrosas exigencias de interminables investigaciones previas, que dejan pasar la flagrancia delictiva y terminan muchas veces frustrando las tardías intervenciones policiales contra los narcos, alertados por las filtraciones de esa mal llamada “tarea de inteligencia”. Los cargamentos importantes de droga, se terminan descubriendo por casualidad. La lenta rutina forense –causante del desprestigio del Poder Judicial-, es notoriamente funcional a la impunidad de los delincuentes, cuyo grado de organización y dinámica operativa supera ampliamente la estática actuación de los encargados de reprimirlos. El sincero diagnóstico del Secretario antidrogas (que comparte la opinión pública) le granjeó la instantánea enemistad de los fiscales aludidos, quienes se apresuraron a demostrarle su cuota de poder, boicoteando desde el vamos todas sus iniciativas de coordinación entre el Gobierno Provincial, la Justicia Federal y las fuerzas de seguridad. Créase o no, el Gobierno –a favor del cual él se jugaba- hizo causa común con los boicoteadores, decretando su triunfo. Unos y otros prefirieron beneficiar al negocio de la droga, antes que colaborar con la legítima autoridad que Sebastián ejercía. Así lo castigaba la mala política, por no querer participar del juego del silencio hipócrita. Al actual Secretario le quitaron de un plumazo su competencia en la lucha contra el narcotráfico, y no dijo ni una palabra. Seguramente va a durar en el cargo.

Apenas quince días después de su renuncia, los mismos que ignoraron sus iniciativas de reforma, convocaron una publicitada reunión de representantes de dichos organismos estatales, parodiando el mismo objetivo que Sebastián antes les planteara. Del encuentro surgió la promesa –no cumplida- de simplificar los procedimientos investigativos para acelerar la lucha contra este delito. En síntesis, el despreciado Secretario tenía razón, pero jamás se la reconocerán. Así manejan las instituciones de la República, los burócratas enquistados en ellas.

Consecuentemente, al Gobierno de la Provincia le pidió reequipar y aumentar el personal policial empeñado en esta lucha, instándolo a gestionar urgentemente ante el Poder Ejecutivo Nacional la elaboración de un plan maestro para derrotar al narcotráfico. Por el contrario, el ministro de Gobierno le reprochó que sus dichos le creaban problemas políticos con el Gobierno Nacional. Ese sólo dato amerita una profunda investigación penal de consecuencias imprevisibles, por lo que sugiere. Claro que aún no ha nacido el juez que se anime a tanto.

Pero donde Sebastián marcó un rumbo absolutamente nuevo en materia de prevención toxicológica, es en la cuestión del alcoholismo. Sentó doctrina con el sólo hecho de inscribirla por primera vez en la agenda de las políticas del Estado, que siempre se ha desentendido de la mayor causa evitable de morbimortalidad después del tabaquismo (35.000 muertes al año), gracias al arcaico prejuicio social que considera al alcoholismo –y sus funestas consecuencias sociales- como mero asunto privado. En su discurso de asunción del cargo expresó su firme voluntad de tomar el toro por las astas, señalando al alcohol como la droga madre de todas las adicciones, y al negocio de la diversión nocturna como la gigantesca escuela de inicio en ellas, indebidamente tolerada por el Estado y la sociedad. Dijo por las claras que el eje de su gestión sería terminar con la impunidad del comercio de alcohol a la juventud, en especial a los menores. Tampoco le creyeron. Cuando pocos días después, elevó al Gobernador su primer proyecto de ley reclamando la designación de su Secretaría como autoridad de aplicación de la ley penal especial 24.788, empezaron a preocuparse y a cajonearle sus iniciativas. Aún así, emprendió acciones judiciales contra infractores de dicha ley, mediante denuncias penales de hechos atroces (por el costo en vidas jóvenes), que todos los fiscales provinciales que las recibieron –nueve en total- ignoraron sistemáticamente, revelando así la existencia de un organigrama judicial de impunidad de la mafia de la noche, que demuestra hasta dónde llega su larga mano negra. El cuadro de indefensión de la sociedad es peor de lo que se creía, porque están comprometidas los organismos encargados de la prevención y represión de este delito. La vergonzosa indiferencia con que los acusadores públicos encubren los innumerables atentados contra la vida y la salud que se cometen en este negocio canalla, consolida el sangriento status quo de la nocturnidad, cuyos peligros constituyen la mayor amenaza para las familias argentinas con hijos jóvenes y adolescentes. La responsabilidad de la corporación de los fiscales en el genocidio del alcohol estaba oculta y ahora se conoce gracias a Sebastián, que la puso en evidencia.

No se arredró ante las dificultades, y mientras sus superiores administrativos le hablaban de componendas electorales, él –sensible al sufrimiento de las víctimas de esta cruel problemática- elevaba a consideración del Ejecutivo su segundo proyecto de ley, proponiéndole la creación de un Registro Provincial de Bocas de Expendio de Bebidas Alcohólicas, con dispositivos jurídicos capaces de lograr el eficaz control de la oferta etílica en los antros nocturnos, donde se incuban tanto las adicciones masivas de nuestra juventud, como la interminable serie de tragedias viales que ocurren durante las madrugadas de fin de semana, que le cuestan la vida a más de 3.000 chicos por año en la Argentina, determinando que el politraumatismo sea la primera causa de muerte de las personas de entre 15 y 30 años de edad. Mientras él se desvelaba por salvar vidas, sus jefes se dedicaban a contar votos. Sólo el Ministro de Salud de la provincia, Dr. Oscar González, comprendió la importancia sanitaria de su propuesta legislativa, y la apoyó decididamente. Ni siquiera eso le importó al dúo Schiaretti-Caserio. Cajonearon también este proyecto, que ahora sacan a relucir como propio, en versión adulterada para restarle eficacia preventiva (no sea cosa que se molesten los señores bolicheros).

Finalmente, ante la evidencia de que Sebastián no era el inepto obsecuente que ellos querían que fuese, que con sus propias ideas de gobierno amenazaba realmente los nefastos intereses económicos del alcohol y las drogas -que ellos no quieren confrontar-, pusieron entonces en marcha su aparato de agresión mediática, y después de una feroz campaña de intrigas periodísticas, lo echaron de su cargo fingiendo escandalizarse por su denuncia de favelización de la ciudad capital (absolutamente cierta). Tenían que justificar ante la opinión pública, la exoneración de un funcionario diligente y honesto. No convencieron a nadie.

La historia recogerá que este hombre tuvo el coraje cívico de desenmascarar a los responsables políticos del auge de la drogadición y el alcoholismo que agobian a nuestra sociedad, porque demostró con su ejemplo personal, que el perverso fenómeno es producto de la deliberada inoperancia de los gobernantes, sea por cobardía, ineptitud o peor aún, por complicidad. Al frente de su pequeña tropa de leales y siguiendo el hilo conductor de sus convicciones, se adentró como Teseo en el temible laberinto del Minotauro, con la noble intención de convertir la espantosa ofrenda ritual que alimenta al monstruo –la vida de diez jóvenes cada día-, en la oportunidad de darle fin. Aun cuando la empresa del héroe griego haya tenido más éxito que la de Sebastián, él puede dormir con la conciencia tranquila, porque al pronunciar la tremenda verdad en lo profundo de la tenebrosa caverna del poder, ha logrado herir a la bestia, que hoy se revuelve furiosa.

“Para decir la verdad he venido”, dijo Jesús, a sabiendas de que sería derrotado por el poder temporal, desde siempre detentado por los injustos. Todos aquellos que de un modo u otro se sacrifican por una causa justa, transmiten el mensaje evangélico. La historia de la Humanidad es una constante lucha entre el bien y el mal, y sus respectivas expresiones: la verdad y la mentira. En la extensa noche de la mentira, cada tanto amanece la verdad. Sebastián ha dado un ejemplo luminoso, que algún día alumbrará el camino de los que retomen su obra de protección de la juventud, porque en Córdoba ya no será posible prescindir de sus ideas.

Recomiendo la lectura de su libro. Es un testimonio valioso, que ayudará en la lucha por construir un futuro mejor para nuestros queridos hijos. "

Esteban E. Gorriti Córdoba, 28 de julio de 2010.

EL CLIENTELISMO POLITICO DEL GOBIERNO EN LOS BARRIOS MARGINALES ES CAUSA DE FAVELIZACION

Sebastián García Díaz explicó hoy que el libro no sólo resume todo lo que no hace el gobierno respecto a la lucha contra el narcotráfico, sino que además cuenta en primera persona la experiencia vergonzosa de cómo el clientelismo político indiscriminado y desordenado está destruyendo los valores comunitarios de los barrios marginales y abre la puerta para que, con la misma lógica, se ofrezca la alternativa de la venta de drogas


Algunos párrafos del libro:
“El segundo desafío es social. Pero en este terreno hay que tener sumo cuidado. Se ha instalado un falso discurso que dice: “Mientras esas familias no tengan otra alternativa de ingreso económico se inclinarán por la venta de droga. Antes de hacer cumplir la ley en la zona, tenemos que garantizarles trabajo y oportunidades”.

El diagnóstico es errado. Porque la pobreza no es la causa del crecimiento del narcotráfico. Es la impunidad. Y la distorsión en los valores que produce esa impunidad en el barrio. Si el riesgo de comercializar droga fuera percibido como mucho más elevado, tendríamos más jefes y jefas de familia buscando otras alternativas, en forma espontánea.” (Pag 61)
“Volviendo al desafío social que tenemos en esos barrios, la experiencia de gestión, en este sentido, me ha dejado en claro que la acción social que estamos desarrollando en los barrios es vergonzosa. Los gobiernos (nacional, provincial y municipal) y peor aún, los distintos ministerios y secretarías en cada uno de esos estamentos, “bajan” decenas de programas fragmentados, que no tienen coordinación entre sí y que en muchos casos se superponen. Los únicos que terminan de concentrar la información son los punteros políticos que visitan las distintas oficinas de los funcionarios para ver qué hay para repartir.” (Pag 62)

“El clientelismo produce estragos en esas zonas. Porque un joven que abandonó el colegio y que ha crecido viendo a su familia recibir dádivas y favores de políticos y punteros a cambio de ir a actos y votar por ellos, no percibe cuál es la diferencia de recibirlos ahora de narcos y dealers.” (Pag 63)
“Hay grupos de personas que reciben mucho más de lo que necesitarían, o dos veces la misma cosa, la misma acción, o el mismo programa, en algunos casos. Otros ni se enteran de que se está desarrollando tal o cual programa, proyecto o acción en la zona, porque no son amigos del puntero de la zona.”

“Recorriendo las calles de Villa Urquiza los vecinos me iban comentando las diversas casas que vendían droga. Eran en verdad un listado impresionante. Cuando les expresé mi indignación de que la Policía no actuara con decisión me llevaron hasta el fondo del barrio -contra el Río Suquía- y me mostraron lo que allí ocurre todos los domingos: cuadreras de caballos con apuestas y todo tipo de ilegalidades institucionalizadas en ese sector. “Esto se hace con la cobertura de la Policía. Si no son capaces de cortar con algo tan burdo y tan conocido por todos, ¡Imaginate si van a hacer algo por el tema drogas!” (Pag 64)

Algunos párrafos del libro "FAVELIZACION DE CORDOBA. Droga, poder y burocracia"

PRESENTACION


“Nadie envía un camión con 2.000 kilos de cocaína (tengamos en cuenta que cada kilo puede valer U$D 5.000 en nuestro país y hasta U$D 40.000 en España) a transitar por las rutas argentinas para llegar al puerto de Buenos Aires y embarcar hacia España o Italia, sin tener garantías de impunidad en el más alto nivel. Los narcos no toman semejante riesgo sin una cobertura estructural del poder.”
(Pag 12)

CAPITULO 1: EL INFORME QUE FORZÓ MI RENUNCIA

“Caserio terminó convocándome a su oficina el día 22 de febrero, 40 días después de haberse hecho público el informe. Era un día lunes. Pero el viernes anterior me envió un emisario –me reservo el nombre, pero era uno de los funcionarios del grupo chico del gobernador Schiaretti– para anticiparme que “mi suerte estaba echada y que me daba tres alternativas: 1, retractarme del informe públicamente como único modo de permanecer en el cargo; 2, renunciar por motivos personales, en cuyo caso todos mis colaboradores podrían quedarse en sus puestos; o 3, la advertencia de que si me iba peleando, la pelea sería ‘a muerte’”.
(Pag 24)

“Un comentario final de este capítulo respecto del nuevo secretario que me sucedió en el cargo, Juan Carlos Mansilla. Es un buen hombre, comprometido con la prevención, y por eso su nombramiento no me sorprendió. Ya en diciembre del 2009 Mansilla había recorrido los pasillos de Casa de Gobierno (y había venido a la Secretaría) pidiendo “estatizar” su institución de asistencia (Programa Cambio) porque los números no le cerraban. En ese sentido entiendo que esta posición en el gobierno le venía bien. Pero lo que me resultó realmente vergonzoso es que se atrevieran, tanto él como el ministro y el Gobernador, a defender públicamente la decisión de dejar de luchar contra el narcotráfico en la Provincia. “Concentraremos a la Secretaría en la prevención y la asistencia y dejaremos la lucha al gobierno nacional”.
(Pag 30)

CAPITULO 2: EL DESAFIO DE FUNDAR LA SECRETARIA

“En ese momento, el Gobernador me remató con una frase que me dejó tranquilo: “Sebastián, vos estás jugando tu carrera en esta decisión. Pero yo estoy jugando mi gobierno. Si éste fue uno de los principales anuncios de mi discurso a la Legislatura hace una semana, te imaginarás que no voy a dejar luego que no cumpla las expectativas”.
(Pag 33)

“Mientras caminábamos de la oficina del Gobernador a la Sala de Situación y unos metros antes de ingresar, Schiaretti me indica que lance -en mi discurso inaugural- la novedad de la construcción de un Centro Integral de Tratamiento de las Adicciones en el ex edificio Minetti, junto a la Terminal de Ómnibus de la Ciudad de Córdoba. Sorprendido le pregunté si esto estaba confirmado. La secretaria de la Mujer, Niñez y Adolescencia, Raquel Krawchik, y el ministro de Salud, Oscar González, advirtieron que los equipos estaban trabajando, pero que hacían falta unos dos millones de pesos para avanzar. Schiaretti dio el visto bueno y me dijo: “Largalo vos”. Sin embargo yo no me sentí conforme y durante el discurso no dije ni una sola palabra. Unos meses más tarde, el propio Schiaretti anunciaría esta obra, ante un Teatro San Martín repleto de dirigentes, en ocasión del lanzamiento de la Red Social de Prevención Córdoba Libre. Sin embargo, de esa obra no hay nada, al día de hoy.”
(Pag 35)

“La confusión fue potenciada por el fiscal federal Gustavo Vidal Lascano. Con el correr de los días me enteré de que mi cargo le había sido ofrecido. El hombre, al parecer, estaba dispuesto a pegar duro al que estuviera en “su” cargo. Esa mañana el fiscal sale por todos los medios a decir que no veía conveniente mi propuesta de armar una “Red de Delatores” en los colegios, porque los chicos no estaban para cumplir esa función. Semejante afirmación dio pie a un efecto dominó de distorsiones repetidas por periodistas, algunos de ellos de renombre. El conductor de un programa radial de la mañana, afirmó sin ningún empacho que mi iniciativa era completamente descabellada y el periodista de uno de los noticieros televisivos locales más vistos, llegó a sentenciar categórico que él no autorizaría a su hijo a participar de esta red. ¿Cómo era posible que alguien pensara, en su sano juicio, que estábamos dispuestos a organizar una red de delatores con jóvenes menores de 18 años en los colegios de Córdoba?”
(Pag 36)

“En ese momento, como secretario –y aunque parezca mentira– mis problemas eran mucho más pedestres. De hecho no tenía ni oficina. Caserio me advierte: “Buscate una vos, porque si no vas a estar todo el año sentado en los pasillos”. El antecedente que todos los empleados del Ministerio me señalaban para alarmarme era el nombramiento del arquitecto Guillermo Irós al frente del Instituto de Planificación del Area Metropolitana, silla en la que recién pudo sentarse seis meses después, cuando le consiguieron una oficina. Finalmente yo estuve el mismo lapso –seis meses– para poder tener la mía propia.”
(Pag 38)

“Caserio, sin embargo, no era un hombre fácil. Mientras discutíamos qué se podría hacer y qué no, el ministro atendía su teléfono y a cada uno iba insultando, presionando, gritando e incluso amenazando con una naturalidad que no dejó de sorprendernos a todos los que estábamos presentes.”
(Pag 38)

“Adelanto un dato muy decidor: Susana Guiñazú renunció como directora en agosto, y sin embargo hasta el día de mi propia renuncia a finales de febrero nunca más pude lograr que se nombrara a un nuevo director en un área fundamental como es la Investigación y la Capacitación, pilares de la prevención, que quedó huérfana. La cuestión no sería tan grave si no fuera que, en paralelo, una joven psicóloga recién recibida que llegó al gobierno recomendada por un alto funcionario kirchnerista, fue nombrada en mi Secretaría en menos de 24 horas.”
(Pag 42)

“La primera semana de gestión terminaba con una charla áspera con Caserio en el pasillo del Ministerio de Gobierno (por ahora mi oficina natural). “Movete con cuidado porque acá en el gobierno hay mucha gente que no está de acuerdo con tu nombramiento. Dicen que vas a ser el “Juez” de Schiaretti”.
(Pag 42)

CAPITULO 3: UN CONSEJO ANTI-DROGAS QUE NACIO MUERTO

“El problema era la Justicia Federal. Allí me topé con el desafío de no tener una autoridad centralizada. Algunos mostraban una predisposición completa a colaborar. Otros, como el fiscal Gustavo Vidal Lascano o la secretaria penal Liliana Navarro, subieron la guardia desde el primer momento, tomando mis gestiones como una verdadera intromisión en sus competencias. “Dedíquese a la prevención y no se meta en este tema que es competencia absoluta de nosotros”, me indicaban. En su respuesta y en sus advertencias, ya podía vislumbrar una de las razones por las que no se podía avanzar en la formulación de políticas eficaces: todo quedaba subsumido al caso por caso, propio de la dinámica de Tribunales. En realidad, algunos de estos interlocutores eran más parte del problema que de la solución.”
(Pag 46)

“Lo curioso es que comencé a notar en Caserio un espíritu esquivo hacia esta iniciativa de crear un espacio de reflexión común, un Consejo de Lucha Contra el Narcotráfico. Aunque en una primera instancia me había dado el “OK” para avanzar en esta organización, a las pocas semanas me demostraba que el asunto no le interesaba. El momento crucial fue una semana antes, cuando me confirmó que ni él ni el Gobernador asistirían a esta primera reunión, tal cual yo lo había solicitado, para demostrar públicamente el aval frente a instituciones tan complejas como las que serían nuestras contrapartes.”
(Pag 48)

“El jueves anterior a la reunión, el desayuno se me atraganta, cuando abro el diario y leo que idéntica reunión a la citada se había realizado el día anterior, por iniciativa del fiscal Vidal Lascano, en dependencias de la Justicia Federal. El asombro era doble: primero por la reunión, y segundo por no haber sido invitado, siendo que él había recibido mi invitación oportunamente. ¿Para qué duplicar esfuerzos? No había otra razón que adelantarse para ganar protagonismo, por celos o para complicar mi convocatoria. Guardé la anécdota mascullando bronca, por la evidente “jugada política” que se había mandando el funcionario judicial, y decidí seguir.”
(Pag 48)

“Vidal Lascano había venido, al parecer, con la idea fija de no dejar ni el más mínimo atisbo de organización de este Consejo naciente. El funcionario judicial remató hacia el final, con tono entre irónico y despectivo: “Si tenés algo para aportar, Sebastián, venite cuando quieras a la Justicia Federal y te invitamos un café”. Frente al ataque, lamentablemente, los representantes de las fuerzas policiales y de seguridad decidieron mantenerse callados.”
(Pag 49)

“Este artículo en La Voz del Interior tuvo un impacto certero en el ámbito de la Justicia. Catorce integrantes de esta institución le solicitaron una reunión urgente al Gobernador para exigir mi renuncia (no voy a poner aquí los nombres de cada uno para no hacer una caza de brujas). Luego se reunieron con el ministro Caserio, quien los tranquilizó un poco. El mensaje había llegado a donde tenía que llegar y había calado hondo.”
(Pag 53)

“La verdad es que la División tenía oficiales voluntariosos pero trabajaban en una precariedad alarmante, tanto en lo que hace a recursos tecnológicos, humanos, organizacionales y de inteligencia. La lucha contra los pequeños kioscos le insumía el 100% de sus energías y con una o dos visitas, quedaba claro que la lucha contra los grandes narcotraficantes que operan en la provincia los excedía. No voy a olvidar que en la primera reunión, uno de los superiores jerárquicos asignado a explicarme en detalle cómo operaba el área de inteligencia e investigación, después de intentar demostrarme que estaba “todo bajo control”, terminó por solicitarme, que intercediera para conseguir algunas computadoras un poco más modernas porque las que tenían no podían hacer correr programas básicos y se bloqueaban cada dos por tres.”
(Pag 56)

“Allá por agosto del 2009 un periodista me llama para consultarme si sabía que, de los 20 autos con que contaba toda la División Drogas Peligrosas, 12 correspondían a préstamos que había hecho la Justicia Federal de vehículos involucrados en juicios. En una decisión insólita, la Secretaria Federal Dra. Liliana Navarro, les había sacado los 12 vehículos, dejándolos – como se dice en la calle– “a pata”. Respondí que nada sabía pero que averiguaría. En efecto, eso había ocurrido. Pero desde la Policía me pidieron que no hiciera nada, ni respondiera nada, porque temían otras represalias de la Justicia y del Gobierno Provincial, si el tema salía a la luz. No conforme con esta situación, llevé el reclamo hasta el Jefe de Policía y al ministro Caserio. Ambos me indicaron que cuando ingresaran nuevos vehículos les darían algunos, pero no percibí que hubiera sentido de la urgencia. ¿Cómo podía trabajar una división de 200 hombres con 6 autos (ya que 2 estaban rotos)? Hasta el día de hoy, y aun con autos que les han asignado, no han completado ni siquiera la flota inicial de 20 vehículos.
(Pag 58)

CAPITULO 4: FAVELIZACION DE CORDOBA

“La venta de drogas en un conjunto de barrios de Córdoba no se circunscribe a personas y puntos excepcionales, sino que comienza a involucrar a todo el grupo familiar y a un número importante y creciente de miembros de la comunidad. Así llega a convertirse en la principal fuente de ingreso de la zona.”
(Pag 59)

“Respecto a cuáles son esos barrios “favelizados” prefiero no dejar un listado por escrito, por el riesgo a estigmatizar a sus habitantes que todavía no han caído en las redes que aquí menciono. Sí puedo decir que hay por lo menos 30 barrios que están en una situación muy comprometida: Colonia Lola, Coronel Olmedo, Ituzaingó, José Ignacio Díaz, Las Violetas, Maldonado, Marqués Anexo, Muller, Parque Liceo, San Vicente, Villa Cornú, Villa Páez, Villa El Libertador, Villa Urquiza, Yapeyú, Barrio Ferrer y Suárez, entre otros. En esos barrios hay que actuar en forma urgente, antes de que sea demasiado tarde.”
(Pag 62)

“Volviendo al desafío social que también tenemos en esos barrios, la experiencia de gestión, en este sentido, me ha dejado en claro que la acción social que estamos desarrollando en los barrios es vergonzosa. Los gobiernos (nacional, provincial y municipal) y peor aún, los distintos ministerios y secretarías en cada uno de esos estamentos, “bajan” decenas de programas fragmentados, que no tienen coordinación entre sí y que en muchos casos se superponen. Los únicos que terminan de concentrar la información son los punteros políticos que visitan las distintas oficinas de los funcionarios para ver qué hay para repartir.”
(Pag 62)

“El clientelismo produce estragos en esas zonas. Porque un joven que abandonó el colegio y que ha crecido recibiendo dádivas y favores de políticos y punteros, no percibe cuál es la diferencia de recibirlos ahora de narcos y dealers.”
(Pag 62)

“Recorriendo las calles de Villa Urquiza los vecinos me iban comentando las diversas casas que vendían droga. Eran en verdad un listado impresionante. Cuando les expresé mi indignación de que la Policía no actuara con decisión me llevaron hasta el fondo del barrio –contra el Río Suquía– y me mostraron lo que allí ocurre todos los domingos: cuadreras de caballos con apuestas y todo tipo de ilegalidades institucionalizadas en ese sector. “Esto se hace con la cobertura de la Policía. Si no son capaces de cortar con algo tan burdo y tan conocido por todos, ¡Imaginate si van a hacer algo por el tema drogas!”
(Pag 64)

CAPITULO 5: LA LUCHA SOLITARIA CONTRA EL ALCOHOL

“Al comenzar ese encuentro, Caserio intentó aparecer tranquilo y sereno, pero su personalidad pudo más que su intención y a los pocos segundos ya estaba completamente sacado. “Este proyecto lo vengo defendiendo en las oficinas de Gobierno desde marzo –le reproché–. Les mandé noticia de que lo estaba por lanzar y no me dijeron nada”. Su respuesta fue terminante: “Mirá, Sebastián, el gobierno no te va apoyar en esto, no queremos meternos en el quilombo del alcohol porque es un boomerang; tu secretaría no va a ser autoridad de aplicación, no va a haber Registro Único y no quiero que presentes el proyecto en la Legislatura. Esta cuestión tiene que quedar en la órbita municipal y nosotros, como provincia, no tenemos por qué meternos”. “Yo no bajo la presentación del miércoles, Carlos, porque ya invité a todo el mundo y no voy a retractarme de ideas que vengo defendiendo desde que asumí” le dije.”
(Pag 78)

CAPITULO 7: DONDE METEMOS LOS ADICTOS

“En el último trimestre, y consciente de que no vendría una respuesta concreta (y sustentable) desde el Ministerio de Salud, comencé a presionar a Caserio para que me permitiera tener un sistema propio de becas para derivar pacientes a instituciones privadas y organizaciones no gubernamentales. El dinero no era poco. Tengamos en cuenta que un tratamiento en una de estas instituciones puede ir desde los $ 1.000 a los $ 7.000 según el caso. Caserio, aunque se mostraba consciente de que este tema en algún momento “nos iba a explotar en las manos”, se enojaba porque Salud no se hacía cargo, y me decía que no podíamos “gastar la plata que realmente hace falta para resolver este tema”. Yo para mis adentros seguía pensando: “¿Para qué crearon esta Secretaría, levantaron el perfil al tema, y ahora no están dispuestos a hacer nada para solucionarlo?”.
(Pag 100)

CAPITULO 8: COMBATIR LAS DROGAS SIN SILLAS NI LAPICERA

“El presupuesto estaba desagregado ítem por ítem, y arrojaba un total de $ 16.750.000. En verdad, yo era consciente que no nos darían ese dinero. Pero pensaba que, en la peor de las hipótesis, nos darían al menos la mitad. Sin embargo, como todo esto transcurría allá por noviembre y ya para esa época de mi gestión, yo acumulaba desconfianza, realicé algunas averiguaciones y presiones indirectas para ver si realmente se cumpliría uno de los compromisos fundamentales que había asumido Schiaretti al invitarme al cargo, que era dotarnos de recursos suficientes. El resultado de las averiguaciones no fue alentador. Tanto Graglia como otros legisladores nos hicieron llegar el cálculo de presupuesto enviado por el Ejecutivo en el que nos asignaban exactamente el mismo monto que se le habían dado al área en el 2009 cuando era una simple Dirección ($ 2.500.000). Como en política el que “no llora, no mama”, decidimos jugar fuerte. Primero elevé reclamo formal a Caserio, a través de un mensaje de texto, ya que para esa época, conseguir una reunión o un llamado por teléfono con él era imposible. Le escribí: “El presupuesto que nos han asignado es una risa. Si se enteran en la prensa nos van a dar a todos como en bolsa”. Sabía que sólo eso podría hacerlo reaccionar. Caserio me llamó por teléfono en el acto y me dijo: “Si vas a pelear, sabé que el quilombo se lo estás armando directamente a Schiaretti porque él es el quien decide con su puño y letra cómo se asignan los fondos del presupuesto. Vos sabés que él es contador, y esto lo trabaja en forma muy personal”.
(Pag 103)

CAPITULO 9: CONCLUSIONES PARA EL FUTURO

“El mayor desafío de la prevención viene por el lado de la comunicación masiva: darles a todas estas acciones directas, tanto en el ámbito de las escuelas como de la comunidad, un marco de campañas “paraguas” en los medios masivos, que tengan la misma calidad, impacto y frecuencia que las campañas de bebidas alcohólicas. Si pretendemos prevenir con folletitos y afiches (como tuve que hacer yo desde la Secretaría) el esfuerzo será en vano. Estas campañas deben estar dirigidas al público en general, pero con particular énfasis en dos objetivos: el rol que deben cumplir los padres, primeros y principales preventores desde la infancia y durante todo el período de crecimiento, y quebrar con las modas impuestas sobre los adolescentes y jóvenes para evitar la presión al consumo del grupo y del medio.”

CINCO REFLEXIONES FINALES

“¿Se puede concluir de este libro que funcionarios del gobierno provincial están vinculados con el narcotráfico? No tengo pruebas para afirmar semejante cosa. Evidentemente la forma deliberada en que impidieron avanzar en lo que hace al control de la oferta de alcohol y la lucha contra el narcotráfico genera sospechas, pero no es éste el libro que puede comprobarlas. Una posibilidad es que sólo sean políticos de la mala escuela, dispuestos a hacer grandes anuncios, para luego mover sólo lo suficiente como para decir que hicieron algo, aunque en realidad –en términos estructurales– no hacer nada. Pero su negligencia es en ciertos aspectos una falta grave. Insisto con los comentarios que hice al comienzo del libro: el narcotráfico pasa su mercadería por Córdoba y cierto porcentaje lo deja aquí para su procesamiento y distribución, con la garantía de impunidad que le da ese marco de “omisiones estructurales”. Son como mínimo, entonces, responsables por omisión. Otro tanto respecto a la falta de voluntad para controlar la oferta indiscriminada de alcohol.”
(Pag 131)

“Quitarle entidad a una Secretaría específica como la que hoy tenemos, con facultades para tener una visión integral de la problemática de la oferta y la demanda de drogas, y volver al esquema en el cual las decisiones políticas las tomará el ministro de Gobierno en forma discrecional, es un retroceso extraordinario. Además, no es un tema menor, discutir –en el ámbito político– hasta qué punto la Policía, tal como está estructurada hoy la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico, es parte de la solución o parte del problema del crecimiento de venta de drogas en Córdoba. ¿Podrá en este sentido la propia Policía presentar una visión crítica de sí misma y un proyecto de transformación ante el poder político al cual está subordinado? No hay que subestimar también los problemas que podría tener la Policía provincial cuando intente sentar en una mesa de coordinación a sus pares federales. Eso será imposible en términos prácticos por los propios celos y competencias que se generan entre pares.”
(Pag 133)

“En este sentido, debo decir que no era el mismo gobierno ni era el mismo Schiaretti el que me invitó a asumir en febrero del 2009 que el que me empujó hacia el abismo en marzo del 2010. El acuerdo con el kichnerismo indudablemente le ha quitado independencia de criterio al gobierno provincial y vuelve a condicionar (como tantas veces a lo largo de nuestra historia) a los cordobeses en sus legítimos reclamos. “
(Pag 134)

“El mayor problema del Gobierno provincial es que no hay plan estratégico. Si existe tal plan y en realidad estoy equivocado, debo decir que a los secretarios no nos era dado acceder a él para ordenar nuestras respectivas gestiones a ese horizonte. La falta de este plan hace que toda iniciativa sea tomada como un ataque al statu quo que todos defienden como la mejor opción.”

“Nadie me recibió con un resumen de este plan. Nadie me lo resumió tampoco en ninguna charla. De hecho, hay que decir que en un año, no participé nunca de una reunión convocada por el gobernador para definir las líneas estratégicas de mi Secretaría. En efecto, se puede argumentar que en realidad el área a mi cargo dependía del ministro Caserio. Pero la entidad del tema en cuestión hubiera valido alguna preocupación específica y la posibilidad de escuchar al funcionario a cargo. Con Schiaretti sólo mantuve una reunión el día que me ofreció el cargo y otra junto con sus ministros a la semana. Nunca más en todo el año hubo oportunidad de escuchar su visión, ni desarrollarle la nuestra. Tampoco el ministro Caserio convocó nunca una reunión para que todos sus Secretarios y colaboradores pudiéramos recibir de él (y del gobernador) directivas estratégicas, o planteos estructurales a seguir. Ni siquiera nos reunió para ponernos de acuerdo en algunos temas básicos, o aunque sea para que todos dijéramos lo mismo sobre los grandes temas del Ministerio de Gobierno y Seguridad. Yo al menos, no fui invitado nunca a participar de una reunión de este tipo. Ante la falta de plan cada área (no cada ministerio, sino peor, cada secretaría, cada dirección, cada área, según el carácter del dirigente que esté a cargo) formula su propio plan (o lo improvisa) y se lanza a ejecutarlo, sin saber qué pasa en la oficina del lado.”
(Pag 136)

“He visto con mis propios ojos, durante este año, cómo el clientelismo y la dádiva son el caldo de cultivo de todas las distorsiones. Es tan vasta, tan profunda y tan prolongada en el tiempo la experiencia para miles de personas de que será el Estado el que resolverá sus problemas y si no lo resuelve, “algo le tirarán como para ir zafando” (y no digo nada cuando llegan las elecciones) que no le resulta muy difícil a esa familia, cuando llega el momento en que las promesas y las dádivas comienzan a fallar, de buscarse otro benefactor para lograr el dinero fácil, sin trabajar. Allí surge la posibilidad de vender droga. Lo único que cambia es el titular benefactor. Pero la distorsión, en su raíz, nació mucho antes.”
(Pag 137)

“La última es ya una reflexión casi espiritual. Me atrevo a hacerla porque creo fuertemente de que allí está la raíz del problema. ¿Qué nos está pasando como sociedad? Más allá de todo lo que se pueda hacer a nivel de control, de investigación e incluso de prevención y asistencia, en algún momento deberemos replantearnos si esta dinámica de consumismo e individualismo en el que estamos embarcados y en la que estamos forjando a nuestros hijos es sustentable. Si realmente queremos eso para nuestro futuro como personas, como familias y como ciudadanos ya no de Argentina, sino de esta aldea que es el planeta tierra.”
(Pag 138)

García Díaz exigió al Ministro Caserio medidas urgentes para luchar contra el narcotráfico en Córdoba

El ex Secretario pidió que en el supuesto plan presentado ayer por el gobierno, se incorpore la creación de una unidad de control preventiva de narcotráfico para actuar en forma sorpresiva en las rutas de la provincia, un equipo de policías que controle la venta de drogas en los boliches, y un escuadrón que custodie la entrada y la salida de los colegios. También exigió una unidad de investigación para grandes narcotraficantes. “Policías ahora hay. Lo que falta es la decisión”. Si Caserio sigue diciendo que la provincia no debe meterse en la lucha contra el narcotráfico, entonces que renuncie.

Sebastián García Díaz afirmó que, lamentablemente para Córdoba, el plan que se presentó ayer es un “refritado” de ideas ya presentadas por él, el año pasado, y no apoyadas en su momento. ”Tal cual, explico en el libro que se presenta el miércoles, Caserio se pasó un año diciéndome “no nos metamos en el tema del narcotráfico y se lo dejemos a la nación y nos nos metamos con el tema del alcohol y se lo dejemos a los municipios”

“El, que es el ministro de seguridad, y responsable de combatir la droga que está en la base de todos los delitos realizados por jóvenes me dejó sólo cuando intenté desarrollar el Consejo Provincial de Lucha Contra el Narcotráfico, reuniendo en una misma mesa a todas las fuerzas e instituciones que intervienen en Córdoba en la materia.

El dio órdenes a los legisladores de parar el proyecto de adhesión que presenté a la Ley nacional de Lucha contra la Venta indiscriminada de Alcohol 24.788 (Ley que votó Schiaretti cuando era diputado) y me impidió que la secretaría fuera autoridad de aplicación. El fue, el que el año pasado me impidió desarrollar un sistema de becas para asistir a adictos y el mismo que hizo bajar la “Red Córdoba Libre” que ya tenía más de 600 instituciones adheridas cuando yo me fui para que no “quedaran huellas de mi gestión”.

“El fue quien, junto al gobernador y al nuevo Secretario Mansilla, le quitaron a la Secretaría sin pasar por la Legislatura todas las competencias legales asignadas por la Ley 9.600 para la Lucha contra el Narcotráfico (votada por unanimidad). El fue el que me impidió pelear por un mayor presupuesto ante el gobernador, para tener fondos para campañas masivas de prevención y no para simples folletitos”

Ahora, un día antes de que salga el libro a la calle, lanzan de golpe y raje un “plan” con todas las ideas que ya presentamos el año pasado y que en su momento no recibieron apoyo, como el Registro de Expendedores, el fondo de becas para asistencia, la red con ongs, etc

A esta altura me atrevo a decir, que Mansilla está haciendo más marketing político del que jamás me hubiera permitido la sociedad a una persona como yo. Ha llegado la hora de que Caserio de explicaciones a la sociedad de lo que concretamente está dispuesto a hacer de aquí a fin de año para controlar el crecimiento del narcotráfico en la Provincia de Córdoba

Contacto de Prensa: 0351 – 155 52 03 85

La riqueza desparramada

No ha habido hombre de Estado o de gobierno, en ninguna época ni país del mundo, que no haya reconocido que la riqueza es el poder y la libertad, porque ella es el equivalente de todo lo que hace vivir, gozar, conservarse al hombre.

Todos ellos supieron que no se organiza nada en materia de gobierno de Estado, cuando no se dan los intereses económicos como bases y fundamentos del edificio del Estado, como en la formación de la familia, se empieza por constituir previamente la dote y caudal de que ha de vivir y se acaba por organizar su propiedad y bienes (...)

Donde no fueron libres los ciudadanos por no estar diseminada la riqueza, es decir, el poder, lo fueron los gobiernos porque monopolizaron la riqueza en que el poder soberano consiste.

Juan Bautista Alberdi
Estudios Económicos