Sebastián García Díaz presentó hoy un paquete de acciones urgentes para prevenir el consumo de drogas y alcohol en las escuelas y en la noche

"Son parte de los programas que estábamos trabajando desde la Secretaría y que dada la demora, necesitan ser implementadas en forma urgente" explicó el ex Secretario. Se trata de acciones preventivas y de control de la oferta. Críticas al programa para peluqueros lanzado por Mansilla.

El ex Secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, propuso hoy un paquete de acciones de simple ejecución, para canalizar las inquietudes que hoy tienen tanto los directivos y maestros como los propios alumnos.

Por el lado del control de la oferta la Policía de Córdoba debe disponer de 400 hombres para que todos los días en el ingreso y egreso de alumnos estén presentes cuidando a los dealers que ofrecen droga frente al colegio. A su vez la Municipalidad debe "rastrillar" los alrededores de los colegios para castigar a los kioscos y expendio de bebidas alcohólicas que le vendan a menores, infringiendo la ley 24.788"

En paralelo, hay que incorporar las acciones preventivas periódicas dentro de la escuela. "Lo primero que debemos colocar es un BUZON DE PREGUNTAS en los pasillos de todas las escuelas públicas y privadas para que aquellos chicos que no se animan a preguntar personalmente sobre las cuestiones vinculadas al consumo, lo puedan hacer en forma anónima. Al lado se debe colocar una pizarra de respuestas que pueden ser confeccionadas por un equipo de alumnos o por miembros del centro de estudiantes en coordinación y supervisión de los técnicos de la Secretaría. Aún aunque no hay ninguna pregunta ese equipo puede aportar. Ellos son la base de la necesaria Red de Jóvenes Preventores que propusimos el año pasado y que empezamos a construir."

"En la misma línea hay que insistir con los concursos que motivan a los chicos a participar. El Cértamen de la Canción Córdoba Libre que hicimos el año pasado fue un buen inicio y hay que repetirlo. Si le sumamos un concurso de "periodistas por un día" para que investiguen sobre estos temas, estaremos alentando el compromiso por buscar información propia de parte de los jóvenes.

"En ese sentido, también vale organizar un concurso de campañas publicitarias para que sean los mismos chicos en los colegios los que propongan a la Secretaría cómo deben ser los folletos, videos y materiales preventivos. Los mejores materiales pueden ser premiados."

"También funciona muy bien los concursos de teatro breve, donde se impongan escenificaciones de momentos claves del consumo como la previa, la noche, el camino hacia la adicción, etc, como puntapié inicial para la reflexión de los propios chicos"

"Por último, un método sencillo y rápido es utilizar el cine para hacer que se hable el tema en las aulas. El año pasado hicimos ir a los cines Hoyts a más de 4.000 chicos. Pero lo mejor sería que desde la Secretaría garantizaran que haya disponibilidad de cañón y pantalla en todas las escuelas que estén dispuestas a hacer esta actividad."

García Díaz propuso también que en la noche, que es el otro espacio en donde se mueven los jóvenes, haya un despliegue de policías de drogas peligrosas y que en todos los baños de los boliches de Córdoba haya presencia del número telefónico para denuncias anónimas que impusimos el año pasado. "El 50 % de las veces que le ofrecen drogas a los jóvenes de Córdoba, según las encuestas que hicimos, es en el ámbito de los boliches."

En esa misma línea García Díaz pidió que se exiga a los bolicheros carteles claros en las entradas de los boliches y lugares donde se expende alcohol a menores, difundiendo las prohibiciones de la ley 24.788 y un canal concreto para realizar denuncias.

El ex Secretario explicó que todas estas acciones estaban previstas en el presupuesto que él presentó el año pasado y que, a pesar de haber sido cortado fuertemente, había quedado firme en cuanto a las acciones en los colegios secundarios. "Creo que es mucho más sano que el nuevo Secretario se apresure a instrumentar estos programas que ya habían quedado armados, en lugar de dedicarse a programas como el de capacitación a los peluqueros que -en el marco de la emergencia actual- es una metodología demasiado fina" apuntó.

García Díaz anticipó que el día 15 de Julio hará una denuncia formal sobre quiénes son los responsables del incipiente proceso de favelización que se está dando en el Gran Córdoba.

La necesidad de conformar la Centro-derecha de Córdoba

¿Es necesario que exista una “centro-derecha” en la política de Córdoba? Hablo de una moderna, dinámica, fuerte, capaz de entusiasmar a esa mayoría silenciosa e incidir en el rumbo de los gobiernos de corte populista, que probablemente triunfen en las próximas elecciones. Una como la que ha triunfado en Chile o la que está transformando Colombia.

Espero que coincida conmigo: hace falta este espacio, que alguna vez tuvo fuerza, pero que fue corrompido. Aceptar resignadamente que nuestra visión de cómo sacar la provincia y el país adelante, está dependiendo hoy de cómo acomodan su discurso los políticos con chances de ganar, es realmente muy triste.

Ninguno de ellos, ni sus equipos partidarios, están comprometidos realmente con los principios de aquella constitución del 53 que hicieron grande la Argentina y que hoy es la receta de los países exitosos: el respeto por la propiedad privada, la economía abierta, el orden en las cuentas públicas, la transparencia, la división de poderes, la confianza que requieren las inversiones (que generan trabajo genuino) y la convicción de que el mundo desarrollado es una gran oportunidad y no un enemigo.

Ninguno de ellos está dispuesto a pagar el costo político de hacer lo que se debe para corregir el rumbo. Ni para desmontar el aparato de clientelismo y colocación de amigos en puestos públicos que se ha convertido el Estado hoy, financiado por nuestros impuestos.

¿Qué sucede en el orden nacional? La oposición todavía no tiene candidatos que sean verdaderos líderes de este proceso y la muerte de Kichner los ha dejado al descubierto. El riesgo de que vuelva a ganar el proyecto K es una posibilidad real. Y aunque se eleve uno en los próximos meses, eso no nos quita la responsabilidad de construir lo local, sin esperar a que “aterrice” Macri, De Narvaez, Duhalde, Reuteman o Lilita Carrió.

Hay que construir la centro-derecha desde Córdoba y aglutinar a esa mayoría silenciosa. En nuestro caso, venimos haciendo un esfuerzo grande desde hace casi 10 años. El resultado a las claras no es satisfactorio, aunque la experiencia acumulada es muy importante.

Hay una base sobre la que se puede construir. Una estructura jurídico-política con todos sus papeles en orden para presentar candidatos en todos los niveles: concejales, intendentes, legisladores, gobernador y hasta diputados y senadores nacionales (excepto el candidato a presidente).

Hay un equipo de gente joven dispuesta a trabajar y muy fogueada. No somos nosotros los que tenemos que ser los candidatos. El espacio está completamente abierto para que surjan referentes claros de nuestro sector y para que se incorporen nuevos “fundadores”.

También hay ideas, planes de gobierno, contactos con los técnicos locales y nacionales en las más diversas materias así como con fundaciones nacionales e internacionales. Estamos en diálogo con otras fuerzas de 11 provincias para conformar una Unión Nacional de Partidos provinciales antes de terminar el año. Hay vínculos fluidos con fuerzas políticas internacionales de ideas afines, que ya han llegado al gobierno (como es el caso del equipo de Piñera en Chile) o que han pasado por él (como es el equipo de Aznar de España).

El año que viene se votará con boleta única en Córdoba. Y eso supone una gran oportunidad para ganar un porcentaje de votos no menor al 10 %, que nos permita volver a tener voz y voto en la Legislatura de Córdoba y también en el Concejo Deliberante de cada ciudad.


El empate que se produce hoy entre el Peronismo, el Radicalismo y el Juecismo, puede hacer que la incidencia de este espacio sea decisiva. Si sus candidatos a gobernador y a intendente quieren realizar una alianza, deberán negociar a la luz del día y comprometerse a que ciertas áreas que consideramos estratégicas de un gobierno sean dirigidas por hombres prestigiosos. En una elección tan pareja como la que se producirá el año que viene, el rol de la centro-derecha en Córdoba puede ser clave…

Se que muchos de ustedes ya participan en instituciones empresarias y en iniciativas públicas que intentan marcar agenda. Pero hasta ahora, esa intención de influencia sobre el devenir político no ha tenido el impacto suficiente. Porque la política se modifica desde adentro, con fuerza política y con dirigentes dispuestos a ocupar cargos.

El próximo martes 30 de Noviembre a las 13 hs quiero invitarlo a un almuerzo en el que nos visitará una figura internacional, de Alemania, de gran experiencia en estas conformaciones -Stephan Melnik- junto con los directivos de la Fundación Naumann de Alemania que están interesados en apoyar un desarrollo como el que proponemos.

En ese marco, pretendemos reflexionar a puertas cerradas sobre este desafío que nos estamos auto-imponiendo: vamos a armar la centro-derecha en Córdoba. ¿Qué tiene Ud. para decir y eventualmente para aportar?

La reunión será pequeña: no más de 50 personas por lo que le pido me avise en caso de querer participar. Será en el Salón del Hotel Amerian, frente a Patio Olmos y se extenderá hasta las 15 hs. El costo es a cargo nuestro, sólo necesitamos su confirmación (a info@primerolagente.com.ar).

Espero poder contar con usted
Un abrazo




Sebastián García Díaz
Presidente de Primero la GentePara ver el perfil haga click aquí
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PEDIMOS AL GOBIERNO PROVINCIAL QUE ORGANICE EL CONTROL DEL NARCOTRAFICO EN LAS RUTAS CON LA MISMA DECISION Y VELOCIDAD CON LA QUE OPERO CONTRA LAS FOTOMULTAS

El Ex Secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Naroctráfico de Córdoba, participò de la Marcha contra la Droga, el viernes por la tarde en la ciudad de Rìo Tercero junto a Cesar Tapia, de la Fundaciòn Viaje de Vuelta, Claudio Izaguirre de la Asociaciòn Argentina Anti Drogas, el Obispo Robai, pastores evangélicos, otras autoridades y más de 500 personas. Allí el ex funcionario exigiò al Ministro Caserio "un compromiso decidido para luchar contra el narcotràfico que està traficando grandes volùmenes de droga por las rutas de Còrdoba". García Díaz adelantó que el 14 de Julio, harà una denuncia pùblica de la responsabilidad directa que tiene el gobierno provincial en el crecimiento del narcotràfico en Còrdoba. El próximo Jueves 24 de Junio, visitará Las Varillas para dar una conferencia a jóvenes y a padres.
"Si el Ministro Caserio pusiera la misma decisiòn, firmeza y velocidad que està poniendo con la cuestiòn de la fotomultas en instrumentar la propuesta que le presentè en Septiembre del año pasado de organizar un equipo policial permanente que haga controles sopresa de tràfico de drogas en las principales rutas de la provincia, ya podrìamos haberle dado un golpe certero al narcotràfico en Còrdoba."
El presidente de Primero la Gente, explicò que "por consejo de especialistas, durante la gestòn apunté a controlar las rutas provinciales porque por allì se está produciendo la logìstica de los grandes cargamentos de droga que van a Capital Federal con destino a Europa. Acerquè una propuesta formal tanto a Caserio como al Jefe de Policìa, pero a punto de cumplir un año de aquella presentaciòn, el ènfasis està puesto en otros temas y no en este que este que es central para resolver la inseguridad creciente y otras distorsiones vinculadas con el narcotràfico."


La propuesta presentada tenìa dos alternativas: o se establecía sobre el soporte de la policía caminera o se creaba un equipo especial dentro del ámbito de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico.
García Díaz adelantó que el 14 de Julio, harà una denuncia pùblica de la responsabilidad directa que tiene el gobierno provincial en el crecimiento del narcotràfico en Còrdoba.

Carta Abierta a los empresarios de Córdoba

Estimado Empresario:

Hace pocos días Moyano, acompañado por los Kichner, reunió 70.000 personas en la cancha de River. Una demostración de fuerza que selló con esta declaración: “los gremios debemos dejar de ser organizaciones de presión y pasar a ser integrantes del poder”… Un personaje temible al frente de una banda y con avances cada día mayores.

Como contracara, la reunión empresaria en Mar del Plata. Con reproches de pasividad, de no comprometerse, acompañar o incluso aplaudir. Los titulares fueron: “los empresarios no reaccionan”.

Mientras esto sucede, prácticamente todas las fuerzas políticas son ahora “progresistas”. Una definición difícil de descifrar, pero que sabemos lo que esconde: populismo y también incomprensión hacia los que producimos, invertimos, trabajamos, y desarrollamos nuestra profesión o actividad comercial.

La opinión moderada, de centro -o si se quiere de “centro-derecha”- es hoy en Argentina una mala palabra. Es oligárquica, representa al pasado, defiende intereses económicos supuestamente espúreos, etc. Sin embargo, la mayoría envidiamos a Chile, Brasil, Uruguay y hasta al Perú. La política argentina no ha comprendido que ya no hay más derechas e izquierdas en el mundo. El desarrollo económico y social lo produce el centro, dispuesto a hacer reformas de fondo y generar confianza y previsibilidad.

Yo hace mucho tiempo que me dije a mi mismo: “quiero otro país” y estoy luchando con esa motivación. Provengo de familia y de actividad empresaria, pero -siendo joven- decidí “meterme en política”. He dedicado los últimos 10 años de mi vida a formar en Córdoba un partido de centro -Primero la Gente- que llene ese espacio vacío. He utilizado todas las vías a mi alance: escribiendo, luchando, proponiendo, criticando, viajando por toda la provincia, poniendo dinero de mi bolsillo, participando incluso en la gestión de crear la Secretaría de lucha contra la Drogadicción y el Narcotráfico, hasta el momento en que fue imposible seguir.

No es fácil la política cuando todos desprecian ese ámbito. Provoca resistencia y rechazo aún entre las personas cercanas. Todos repetimos que “es bueno que gente joven y nueva se comprometa”. ¡Pero nadie quiere que sea un familiar o un amigo! En mi caso la decisión está tomada y tengo Fe en poder producir cambios de fondo.

“Primero la Gente” ya participó de tres elecciones y ha acumulado una interesante experiencia, que sirve de base. Para las elecciones nacionales acompañaremos al PRO: fuerza joven, moderada, que está luchando en una línea de “centro” en todo el país.

Pero necesitamos que los empresarios se comprometan: poniendo el hombro, apoyando el desarrollo de una propuesta política, capaz de controlar, defender valores y ser -como mínimo- un límite al desorden y a los abusos del poder. Más allá de cómo se llame o quién sea circunstancialmente el candidato, es importante que exista un espacio de centro en Córdoba, moderno y dinámico, que se sume a lo que se construya a nivel nacional.

Será toda una lucha, por cuanto la ingerencia de los sindicatos, la tendencia a gastar de más de la clase política, a manejar nuestros impuestos en forma discresional (y no federal)… todas son realidades muy arduas de corregir. Pero si no hacemos nada, o nos contentamos con apoyar al que puede ganar, para resolver nuestros problemas particulares, no tendremos una voz política que defienda el país que queremos para nuestros hijos. 

Se que Ud. comparte lo que escribo. La pregunta es: ¿qué estoy haciendo para contribuir a modificar esta realidad? ¿Cómo puedo apoyar? ¿Qué puedo hacer además de votar y de participar eventualmente en una institución empresaria?

Tendré otro contacto con Ud., para la reflexión, si me lo permite.
Lo invito a dejarme sus reflexiones en 
Cordialmente,

TALLER VIRTUAL PARA PADRES: PERCEPCIONES, VALORACIONES Y EXPECTATIVAS (PARTE 3)

Más allá de los datos sobre los hábitos de consumo,
en los grupos se hicieron referencias a
percepciones, valoraciones, expectativas y actitudes
tanto de los jóvenes como de los adultos, que
pueden resultar de gran utilidad a la hora de
ajustar los mensajes comunicacionales que
intentan prevenir los excesos en el consumo de
alcohol.
Entre estas referencias, es necesario
destacar:

• Las diferencias en la valoración del alcohol
cuando consumen los jóvenes y cuando
consumen los adultos;

• La percepción de los jóvenes sobre las

actitudes de los adultos;

• Las expectativas de los jóvenes sobre el

diálogo con los adultos;

• El nivel de aceptación de las diferencias

de los jóvenes.

LAS DIFERENCIAS EN LA
VALORACIÓN DEL ALCOHOL
CUANDO CONSUMEN LOS JÓVENES Y CUANDO CONSUMEN
LOS ADULTOS

Es sabido que, entre los adultos, el alcohol tiene

una gran aceptación social. El consumo es aceptado
y generalizado, e incluso, en algunos círculos,
es casi un objeto de culto. El alcohol es
frecuentemente tema de conversación; hay
comercios especializados, revistas especializadas;
el conocimiento sobre vinos es un indicador
de status social, el alcohol se percibe como un
bien valioso, el alcohol se regala, con alcohol se
celebra, con alcohol se sellan los buenos deseos,
con alcohol se curan las penas…

Pero al mismo tiempo, al alcohol se lo considera

la peor de las drogas permitidas.

En ese contexto, ¿dónde se ubican los adolescentes

y los jóvenes frente a este “objeto” que genera
opiniones tan contradictorias?, ¿cómo ven y cómo
valoran al alcohol?

En los grupos pudo observarse un fenómeno muy

curioso: pareciera que el consumo de alcohol
entre los adultos es mal visto, y que, paradójicamente,
esta valoración negativa no se produce
cuando quienes toman son jóvenes. En efecto, los
entrevistados resultaron muy críticos con relación
a los adultos que consumen alcohol, mientras que
se mostraron muy indulgentes cuando lo consumen
ellos mismos. Resultó notable el recato y
hasta la vergüenza de los jóvenes al hablar del
consumo de alcohol entre los adultos de sus
familias, reflejado sobre todo en el tono de voz
con que lo hicieron: “mi papá toma un poco, pero
mi mamá no toma nada”, “en mi casa hay una
repisa con bebidas, de todo un poco, a mi papá le
gusta tomar…, no se emborracha, pero pega en el
palo…”, “yo tengo un tío que toma desde los 15
años y está solo, nadie lo quiere, es feo, horrible,
cuando no toma está bien…”, “mi abuelo tomaba
mucho…”, “los grandes toman y se ponen peor
que nosotros…”, “me dan pena esos viejos que
están tirados en la calle borrachos porque ya
nadie los quiere…”.

Esta misma imagen pudo observarse cuando se

les preguntó a los jóvenes como veían su relación
a futuro con el alcohol: no “se ven” tomando;
muchos de ellos señalaron que no van a consumir
alcohol, o al menos no van a consumir en exceso
cuando sean adultos: “capaz que en la Facu ya no
tomás más”, “si sos grande y estás casado, no
vas a llegar a tu casa chupado para que te vean
así tus hijitos”, “es la edad…, hasta que sentás
cabeza”, “no sé si a los 18 años me va a llamar”,
“a esta edad no tenés responsabilidad, después te
vas volviendo más serio”.

Tomar alcohol y ser jóvenes son dos conceptos

casi tan estrechamente ligados como el acné y la
adolescencia. Entre los jóvenes funcionan como
sinónimos. Tomar es algo que “hay que hacer”
para salir de la infancia, para crecer: “y chupás
porque es parte de ser joven, vas probando cosas
y eso está bien”, “los padres quieren que los hijos
vivan en una burbuja, quieren evitarte todos los
peligros…, y, sí…, saben que afuera es más
peligroso, pero no podés vivir en una burbuja,
tenés que salir, tenés que crecer”.

Sin embargo, no se trata de un rito de iniciación,

no es un tránsito de una situación a otra, no es un
río que se cruza una vez y se alcanza la otra
orilla. Por el contrario, el alcohol acompaña
permanentemente, durante todo el transcurso de
la adolescencia, “hasta que sentás cabeza”, hasta
que se empiezan los estudios universitarios: o
hasta que “te casás y tenés chicos…”, cuando,
según lo perciben, cambian las cosas.


PERCEPCIONES,
VALORACIONES Y EXPECTATIVAS

Esta perspectiva del alcohol, como algo estrechamente

ligado a la juventud, explica también la
naturalidad con que los jóvenes hablaron en los
grupos del consumo y del consumo excesivo del
alcohol. Como se dijo anteriormente, los jóvenes
no se inhiben, no “suavizan” los datos, no
retacean información, no se refieren al alcohol
como algo prohibido o vergonzante.

LA PERCEPCIÓN
DE LOS JÓVENES SOBRE LAS ACTITUDES
DE LOS ADULTOS

Los adultos, y la sociedad en su conjunto,

tienen una actitud permisiva, e incluso cómplice
respecto al consumo de alcohol de los
jóvenes.

La adolescencia es la edad de la rebeldía y los

jóvenes no hacen demasiado caso de lo que dicen
sus padres: “los padres te psicologean, pero yo
me escapo igual”, “lo único que me prohíben en
mi casa es que vaya a lo de mi amigo en (un
barrio cerrado) donde nos juntamos a tomar, por
la madre que tiene, pero me escapo por arriba y
no se dan cuenta de nada”, “a esta edad te dicen
cualquier cosa y no te importa nada”, “me retan y
no los escucho, es como…, nada, cuando no me
dan más plata, cambia…”.

Sin embargo, en los grupos se habló con insistencia

de las distintas actitudes de los padres con
respecto al consumo de alcohol, lo que da cuenta
de que a los jóvenes sí les importa, y mucho, la
actitud de los padres.

Según la perspectiva de los jóvenes:


• Algunos padres son muy estrictos, incluso

demasiado: “mis viejos están obsesionados…,
cuando vuelvo a mi casa me preguntan: ¿y?,
¿tomaste algo?, ¿había bebidas?, ¿vos probaste?”,
“hay padres muy estrictos, que no te dejan
hacer nada, y los hijos son un desatre!”, “los
sobreprotegidos, cuando pueden, son los que
más se descontrolan…”, “los padres no tienen
problemas, las madres son más exageradas”;

• Otros, los menos, tienen una actitud

de diálogo: “mis viejos nos dicen siempre que no
tomemos, que es muy riesgoso, que nos pueden
pasar un montón de cosas, nos explican todo…”,
“mi papá me dice que está mal tomar, que no es
para menores; ¿porqué? supongo que es porque
el cuerpo no aguanta”, “si mi papá se entera de
algo, se pone a llamar a todos los padres para
que sepan en qué están sus hijos, para que los
busquen o se preocupen para que lleguen bien a
sus casas”;

• Otros, la gran mayoría de los padres: “se

hacen los boludos”, “no preguntan mucho”, “me
ven cuando ya se me ha pasado”, “mi mamá no
sabe, pero mi papá sí”, “mi mamá me caga a
pedos por las notas, pero si chupo no me dice
nada”, “mi viejo me deja hacer lo que quiero si
tengo buenas notas”, “hay padres que no les
importa, prefieren que se queden en su casa…,
suben a su cuarto y los dejan solos y no saben
nada”;

• Por último, hay padres que no actúan

porque no les importa lo que hacen sus hijos.
A diferencia de la posición anterior en que, según
los hijos, los padres saben que sus hijos toman,
pero “se hacen los boludos”, posiblemente porque
no saben cómo actuar, hay otra actitud de los
padres a la que los jóvenes se refieren con mucha
tristeza: es la de los padres que no actúan,
básicamente, por falta de afecto: “hay padres que
no les dicen nada a los hijos porque no les importa…”,
“no les dicen nada de nada, ni del alcohol ni
de las notas…”, “hay padres que no están y creen
que no pasa nada…”, “para mí, los que no les
dicen nada es porque no los quieren,
pobres…, los chicos están como abandonados…”.

Pero más allá de la actitud de los propios

padres, hay toda una sociedad que permite y
fomenta el consumo de alcohol entre los
jóvenes. Son los adultos los que les dan tragos
para que prueben desde muy chicos, los que les
facilitan el acceso al alcohol, los que les facilitan la
entrada a lugares donde no está permitido que
entren menores, los que se callan, y hasta los que
“se cagan de la risa”, como la cajera del supermercado
a la que hizo referencia uno de los
entrevistados.

LAS EXPECTATIVAS
DE LOS JÓVENES SOBRE
EL DIÁLOGO CON LOS ADULTOS

Podría afirmarse que a los adolescentes, no les

cae bien esta actitud generalizada de los padres
de “hacerse los boludos”. Por el contrario, valoran que los cuiden, sobre
todo las mujeres y los más jóvenes: “me siento
querida, se preocupan por mí”, “cuando mis
padres me hablan en contra del alcohol me siento
cuidada”, “me dio cosa porque mi amiga se
remamó y los padres no le dijeron nada…”.
Cuando son más grandes, se muestran más
ambivalentes: “por un lado está bueno tener
alguien al lado que te esté cuidando, pero también
te da un poco de rabia que todo el día te estén
jodiendo…”, “está bien que te digan y te cuiden
cuando sos chico, después te jode un poco…”, “al
principio está bien que te hablen, que te hagan ver
las cosas, pero después, ya está…”, “me parece
bien que nos cuiden, pero no la exageración…”.
Por último, los mayores no aceptan la presión
por parte de los padres y lo que esperan es
una actitud de mayor confianza en ellos: “son
cosas que ya sabemos, que no te hinchen más los
huevos…”, “si igual no le vas a dar bola…”, “me
gustaría tener más libertad, mis viejos siempre se
creen que me voy a mandar una cagada”, “todo el
tiempo me dicen que no eche moco…, joden!!!!”,
“mis viejos confían en nosotros…, típico que a los
hermanos más grandes los tienen muy controlados,
pero yo soy la tercera y ya saben que me
cuido sola, que paro cuando tengo que parar…”.
Para confrontar estas expectativas de cuidado, en
los grupos se puso a los jóvenes en una situación
simulada, y se les preguntó qué harían ellos si
fueran adultos y tuvieran hijos que toman alcohol.
Curiosamente, las primeras respuestas de los
jóvenes fueron siempre extremas:

• Algunos apuntaron a una permisividad

total: “nada”, “no sé, nada…”, “qué le vas a
decir, no vas a lograr nada”, “qué vas a hacer,
si no me va a hacer caso, como yo no le hago
caso a mi viejo…”;

• Otros, a una extremada represión: “si veo a
mi hijo tomando alcohol, lo recago a trompadas”,
“yo lo mato”, “me imagino que le doy una
buena cachetada”, “lo encierro y no lo dejo
salir”.

Sólo una vez que superaron esa instancia
extrema pudieron pensar en otras actitudes,
basadas en el diálogo, el cuidado y los consejos:
“y, bueno, hablaría, le diría que le hace
daño…”, “le diría que chupe un poco, pero no a tal
extremo que le pueda hacer daño…”, “los controlaría
un poco más, les haría ver que si uno se
chupa no es el mismo…, que el riesgo de que te
secuestren es mucho más alto”, “les diría que
siempre anden en grupo, que si alguno de sus
amigos está dado vuelta, lo traiga adormir a
casa…”.

También pensaron en soluciones que trascienden

lo individual: ”haría una campaña para que
no les vendan alcohol a los menores…”, “hablaría
con los otros padres para que tengan un mayor
control de los hijos”, “presionaría con otros padres
para que no se venda el alcohol en todos lados”,
“la policía tendría que ser más estricta, ahora te
ven tomando y no te dicen nada…”.

EL NIVEL DE ACEPTACIÓN
DE LAS DIFERENCIAS ENTRE
LOS JÓVENES

Un último punto que es necesario destacar por

cuanto la perspectiva de los adultos suele ser
diferente, es que entre los adolescentes y los
jóvenes de la actualidad, la aceptación de las
diferencias constituye una realidad que unos
años atrás hubiera resultado utópica. No se
trata de “tolerancia”, se trata de verdadera
aceptación: los diálogos en los grupos, en los
que se evidenciaron percepciones y conductas
diferentes, e incluso opuestas frente al alcohol,
se hicieron siempre en un marco de profundo
respeto. A diferencia de lo que suele ocurrir en los
grupos foco donde participan adultos, los jóvenes
aceptaron genuinamente las otras ponencias, no
cuestionaron las otras posiciones, no discutieron,
no intentaron persuadir o convencer a los que
tenían posiciones diferentes, simplemente se
escucharon unos a los otros.

Por cierto que las presiones grupales existen

y constituyen una variable de mucho peso en
la decisión de tomar, sobre todo entre los más
jóvenes: “si están todos tomando vos tomás…”,
pero también en los grupos dijeron: “siempre hay
presiones, pero cada uno toma lo que quiere”,
y, sobre todo demostraron con sus comportamientos,
una notable aceptación de la diversidad.

TALLER VIRTUAL PARA PADRES: LA PREVIA Y SU CONTEXTO (PARTE 2)

¿QUÉ Y CÓMO SON LAS PREVIAS?
 
Las previas son las reuniones “previas a” ir a
bailar a boliches. Los jóvenes se reúnen en
horarios y espacios previamente determinados,
donde “hacen tiempo” hasta que llega la hora
de ir a bailar y donde el alcohol corre “a cagarse”.

 
Las previas surgieron como un intento de dar
respuesta a dos problemas que afectaban a los
jóvenes: la hora de inicio de la actividad en los
boliches (recién a las 2 ó 3 de la madrugada) y el
alto costo del alcohol en esos establecimientos.
 

Las previas fueron adquiriendo especificidad y
atractivo, al punto que muchos prefieren prolongarlas
y sustituir con ellas las idas a bailar.
Las previas no son todas iguales. Por el
contrario, difieren según la edad y el nivel
socioeconómico de los participantes.
 

Hay distintas modalidades de previas:
En un extremo, las “más tranquis”, son las de
pequeños grupos, de 6 u 8 personas, de 12, 13 ó
14 años, todas conocidas e invitadas
personalmente:”el grupito de amigas del cole”. En
un comienzo son sólo de varones o de mujeres,
sobre todo si quienes invitan a la previa no van a
colegios mixtos. Las previas de mujeres tienen
como principal objetivo “producirse” para ir a una
fiesta: “vamos con un montón de ropa y nos
probamos todo, entre todas”, “juntamos todas las
pinturas y nos pintamos, nos despintamos y nos
volvemos a pintar”. Suelen comenzar a las 10 u 11,
y terminan a la 1”. Los varones por su parte,
también se juntan en pequeños grupos, y juegan
“con la play o con la compu”, escuchan música, ven
televisión o charlan. Estas previas suelen ser
planificadas, “las armamos en el cole, decimos nos
juntamos mañana en mi casa, hacemos una juntada
tranqui…”. En algunas no se consume alcohol: “mi
viejo me mata si sabe que traen algo para tomar”,
en otras, se suele comenzar con bebidas energizantes
“para tener más pilas para la noche”, a las
que, poco a poco, se les va incorporando el alcohol,
que han comprado entre todos, o bien toman “algo
suavecito como Gancia con Sprite”. Algunos padres
“se van de viaje”, “nos dejan solos para que hagamos
lo que querramos”, otros “no dicen nada…,
deben saber pero se hacen los tontos…”, otros les
permiten un consumo acotado.

En el otro extremo están las previas de 50, 100

personas o más, mucho más abiertas, porque “van
cayendo tus amigos con su hermano o su primo y
a veces con los amigos de su hermano”. Comienzan
a las 12, ó 1, y a veces terminan “como a las
3, porque nos vamos a bailar”, pero “si está piola
la alargás”, otras en cambio duran “hasta las 7, 8 ó
9 de la mañana”. Cada uno trae algo de alcohol o
juntan plata entre todos y compran. A veces se
acaba el que hay y salen nuevamente a comprar o
piden más alcohol a un delivery de bebidas. Por lo
general se juntan después de comer, a veces
piden una pizza, o “si te agarra el hambre vas a la
heladera para ver qué hay”. Otros ven la previa
como una oportunidad para “echarte algunos
mocos”, por ejemplo llaman a deliveries de pizza,
de remedios, etc. y envían estos productos, a las 2
de la mañana, a la casa del lado, “escuchás como
putean y te cagás de la risa…”.

Por lo general en las previas grandes “te hacen

re-mierda la casa, se rompen cosas: vasos, platos,
las reposeras, los adornos…”, “si estamos mucho
tiempo, todo queda un asco, los baños inmundos,
hay vómitos por todos lados…”. No todos ofrecen
sus casas para que se hagan previas: si bien: “si
ponés la casa quedás re-bien”, no todos están
dispuestos a ponerla: “yo, ni loca, tenés que estar
viendo que no te rompan las cosas o que vomiten
en el inodoro y no en cualquier lado…”, “mis viejos
no me dejan porque saben que te destruyen la
casa”, “las que más ponen la casa son las que
más van a previas, y bueno, un día te toca”, “la
previas van rotando”.

En uno de los grupos de nivel medio, dos amigas

de 15 años describieron así una previa que se hizo
el sábado anterior, “en la casa del lado de mi casa,
que es re-chiquita, tiene un patio común, un
jardincito de casa de barrio, y ahí se metieron más
o menos 250 personas, no menos, porque la
policía se llevó a 120, y un montonazo lograron
escaparse, porque salieron corriendo y los policías
no los pudieron agarrar…, otros saltaron por los
techos a mi casa y a la casa del otro lado, y por
ahí se fueron a la calle…, era un grupo catastrófico,
mi papá llamó a la policía furioso porque
estaban rompiendo el árbol que da a mi casa y por
ahí se metían, porque ya no entraban en la casa
del lado…, estaban todos parados, apretados,
pero igual no entraban…, nosotros estuvimos un
ratito, y nos fuimos porque nos asfixiamos, se oía
la música a todo lo que daba, se sentían los
vómitos contra las paredes, el dueño de casa se
cayó del árbol y lo llevaron al hospital porque
estaba quebrado, y no quedó nadie de la familia,
cuando llegó la policía preguntaron por un adulto
responsable y no había nadie, y se los llevaron a
todos los que no se pudieron escapar, la casa
quedó con vómitos y con caca por todos lados, en
las paredes blancas, fue un asco…!!!”.

CAPÍTULO 2:
LA PREVIA Y SU CONTEXTO

Entre un extremo y otro, las más comunes son las
previas de 20, 30 personas, mixtas, en casa de
algún amigo, que empiezan como a las 11 y
“terminan cuando pinta”. En estas previas, muy
frecuentes en el tramo etáreo de de 15 a 17, “nos
juntamos todos los sábados”, corre mucho alcohol,
(una botella de vodka entre 3) y la diversión
consiste en jugar a “jueguitos” como el zoológico,
el barquito peruano, la cubetera de hielo, el
vikingo, etc. cuyo objetivo es que los perdedores,
y/o ganadores, hagan un fondo blanco. Si bien
algunos consideran que “lo del fondo blanco es
joda, te tomás un buen trago y ya está…”, “si te
hacés un fondo blanco cada vez que te toca,
acabás en un coma alcohólico, o muerto…”, lo
cierto es que terminan “bien enfiestados” y así
salen a bailar. Otra posibilidad es quedarse en
lugar de salir: “por ahí nos pinta la ñoñada y nos
quedamos hasta las 6 de la mañana chupando y
viendo películas, también está bueno…”. Varios
dijeron que prefieren quedarse “en la previa y no ir
a bailar: estás más en confianza, son todos
conocidos”, “es más tranqui”, “estás como más
relajado”, “charlás, escuchás música”, “conocés a
toda la gente, en el boliche cada una se tiene que
hacer cargo, no estás en confianza”. En estas
previas los padres saben que sus hijos toman y
por lo general asumen una actitud permisiva o
cómplice, pero en algunos casos van más allá: en
uno de los countries de más alto poder adquisitivo
de Córdoba, los jóvenes se juntan todos los
sábados en una misma casa porque “la madre
está separada y ella juega con nosotros, termina
remamada, más en pedo que todos nosotros
juntos…”. Esta casa tiene además, una ventaja
extra:”dejás la casa hecha mierda, y ella no dice
nada…”.

En los niveles bajos, también se hacen previas en

casa de amigos, pero sobre todo en la calle:”nos
juntamos en una esquina o en la plaza”, “en la
calle, en la puerta de la casa de alguno, ahí nos
vamos organizado”, “juntamos un poco de plata y
compramos un tetra”, “ponemos plata entre todos
y compramos unas Pritty y las mezclamos con
vino tinto”, “vamos entonando, hacemos huevo
para ir al boliche”, “jodemos, nos cagamos de
risa”, “estamos con las minas, ponemos música,
cuarteto, te vas poniendo en onda”, “hacemos
algunas cagadas”, “por ahí cuando estás enfiestado
te echás algunos mocos, rompes unos vidrios,
los más pendejos juegan al ring raje…”. Estas
previas en la calle tienen obviamente mayor
riesgo de “terminar en la cana”, “te echás unos
mocos y terminás en la cana”, “salís chupado, te
agarrás a piedrazos con el primero que se te
cruza, a veces te agarra la cana y te quedás sin
boliche, y si no podés zafar te tienen que ir a
buscar tus viejos”. Sin embargo, esto no parece
preocuparles demasiado: “y, te llevan y te tienen
que ir a buscar y ahí te largan…, mi viejo putea
porque tiene que ir, pero no me dice nada…”, “la
cana no te hace nada”.

Como todas las previas, las de la calle también

terminan en los boliches o en los bailes: “si
zafamos de la cana nos vamos al Abasto…,me
gusta, están los negros redopados, es un ambiente
bien áspero…”.

¿QUÉ OCURRE
CUANDO TOMAN?
En los grupos diferenciaron 4 etapas como
producto de la ingesta de alcohol:
• En la primera, “estás enfiestado”, “te ponés
chispita”, “vas entonando”, “te hacés más
caradura para molestar”, ”te dan ganas de agitar”,
“en el baile le das para adelante”, “te cagás de
risa de todo”, “te ponés tonta, te reís de todo”, “te
ayuda a desinhibirte si sos vergonzoso”,
“tomando hasta un punto te desinhibís y hacés lo
que querés, si querés tirarte un chico, le das para
adelante”, “te ponés re-tonto, te reís de cualquier
cosa, pero reconocés tus actos”. Salvo los que
nunca han tomado, casi todos han pasado por
esta primera etapa, y hablan de ella como una
experiencia agradable y satisfactoria. Es “la más
linda”, “es hermosa”, “es re-divertida”, “si hay agite
la pasás bien”. La mayoría de los entrevistados
lo que buscan al tomar, es sentir las sensaciones
típicas de esta etapa. Algunos quieren y
saben “parar aquí”: “para mí, ya está, te sacaste la
vergüenza, te ayuda a desinhibirte si sos vergonzoso,
y ya está, no te digo que no tomés, pero
pará acá”, otros no pueden o no quieren parar.

• La segunda etapa es la de la borrachera:
“después de tonta te ponés borracha, te sentís
mareada”, “te perdés”, “si tratás de hacer el 4 y no
podés, estás borracho”, “empezás con el dolor de
panza, tenés que ir a vomitar”, “se te ponen los
ojos cansados, tenés el cuerpo caliente”.

Esta es una etapa de descontrol y violencia:
“es el nivel de echar moco, de romper vidrios”,
“cuando estás borracho, seguro que echás moco”,
“pasás de tonto a tirarle piedras a los autos”,
“empezás a echar bardo”, “las minas borrachas se
le tiran a todo el mundo, abrazan a cada uno que
se les cruza y les gritan: ´te amo´, ´te amo´”, “las
mujeres chupadas se ponen re-busca, se pasan
de vueltas, llegan a ser desagradables”, “las
peleas entre mujeres cuando están chupadas son
bravísimas, son capaces de matarse, pero eso
también depende de la personalidad”, “vas a un
baile y si te ven chupado te golpean por cualquier
cosa”, “ya estás en otra, pero todavía tenés una
idea de lo que hacés…”, “no podés controlar lo
que hacés”, “te das cuenta que estás echando
moco, pero no lo podés evitar…”. La mayoría de
los entrevistados han pasado también por la
experiencia de la borrachera. Para algunos, los
que buscan enfiestarse, llegar a esta etapa del
descontrol es desagradable y motivo de arrepentimiento:
“al día siguiente te querés morir”,
“después te das cuenta que quedaste como
una boluda”, otros en cambio, lo que buscan
al tomar es justamente llegar a esta etapa de
pérdida del control, y toman para “echar
moco”.
• La tercera, es la etapa de “el pedo tremendo”,
de hacer “cualquier cosa”: “ves las minas en
la calle haciendo cualquier cosa”, “me chupé
una noche y me mandé tantas cagadas!, yo
tocaba con mi banda de rock, y sentía los reflejos
de luz que me daban en los ojos, me molestaban
y me volví loco, le pegué una trompada al guitarrista,
agarré a patadas la batería, ¡un desastre!,
cuando vi la filmación me quería morir, dije me
estoy convirtiendo en algo que no quiero ser, ¡en
qué estoy cayendo…!”, “una amiga se puso en un
pedo tremendo en el boliche y se puso a contar
cosas horribles de su infancia y de sus padres…,
pobre, no podía parar de llorar, y seguía tomando…,
tanto que no pudo llegar al baño y se vomitó
encima y después se hizo entera encima, ahí en
el boliche…”, “una amiga se acercó a la novia de
un ex y le preguntó ¿vos sos la novia de fulano?,
y cuando ella le dijo que sí le tiró una botella
entera de cerveza en la cara, estaba totalmente
descontrolada, no sabía lo que hacía…”, “me
agarré un pedo espantoso en la fiesta de 15 de mi
hermana, y después me sentí re-mal, le arruiné su
fiesta, fue horrible…, cuando vi los videos, dije
nunca más…”, “en la fiesta de 15 de una amiga
me tomé todo, al día siguiente no me podía
acordar de nada, pero me habían filmado así, mal,
fue una sensación fea verme así, horrible!”, “me
contaron lo que hice, yo me olvidé de todo”,
“podés hacerte cagar una negra y después no te
acordás de nada”, “te muestran los videos de lo
que hiciste y vos te querés matar”, “una vez me
puse re-loco y lo quise agarrar a trompadas al
padre de un amigo, le quise pegar, él me agarró y
me dijo que no me haga el idiota, y lo llamó a mi
viejo para que me buscara, yo no me acuerdo de
nada”. Si bien los jóvenes hablan en los grupos
de las experiencias de esta etapa como si
fueran excepcionales: “una vez”, “una noche”,
“en una fiesta”, etc., no son pocos los entrevistados
que reconocen haber pasado por esta
experiencia.

• La cuarta etapa es la del coma alcohólico.
Ninguno de los participantes pasó por esta experiencia,
pero todos saben que existe, e incluso
algunos han tenido contactos cercanos con
jóvenes que han alcanzado esta etapa.

¿QUÉ RIESGOS CORREN
CUANDO TOMAN?

En general, los adolescentes y los jóvenes

entrevistados conocen claramente los riesgos
que corren cuando consumen alcohol. No sólo
están informados, también sienten temor por
lo que les puede pasar. Sin embargo, estos
riesgos forman parte de su realidad cotidiana,
constituyen algo natural y aceptado, saben
moverse en ese mundo con menos dificultad
que en otras realidades: “para todos la vida es
difícil, cada uno tiene lo suyo…, Uds. (los investigadores)
tienen que levantarse todos los días
para ir a trabajar para ganar plata…, para mí eso
es horrible…”.

Cuando se habló en los grupos sobre los riesgos

que corren estando alcoholizados, la primera
respuesta fue siempre: “hacerte mierda con el
auto”, ya sea manejando, circulando en un auto
manejado por alguien alcoholizado, o bien “que te
agarre un chupado con el auto, aunque vos estés
re-bien”, “podés cruzar la calle y que te pise un
auto con alguien que está chupado”, “todo el
mundo sabe las consecuencias del alcohol:
chocás, te matás…”.

Podría afirmarse que esta respuesta tan generalizada,

aún en jóvenes que no viajan en autos
particulares, da cuenta de la efectividad de los
mensajes publicitarios que apuntan fundamentalmente
a que las personas no manejen si han
tomado alcohol.

Pero más allá de estos temores, los jóvenes
hicieron referencia en los grupos a otros
peligros, que pueden ser analizados en paralelo
a las etapas de la ingesta:

Los riesgos de “enfiestarse de más”, correspondientes

a la primera etapa de la ingesta, como
hacer papelones, quedar como tonto/a, “quedar
como una boluda”, decir o hacer más cosas de lo
que dirían o harían sobrios, sentir ”vergüenza por
todo lo que le dijiste a un chico…”, etc., no son
percibidos como graves.

Los riesgos que corresponden a la etapa de la

borrachera, y “del pedo tremendo” son semejantes
aunque, obviamente, la peligrosidad es
diferente. En los grupos se refirieron a:

• Sufrir consecuencias físicas desagradables:

dolores de cabeza, dolores de panza, mareos,
vómitos, (aunque uno de los que no toma, dijo
acerca de los que sí lo hacen: “la meta es vomitar…,
cuando vomitan se quedan más tranquilos…”),
“resacas horribles”, “caerse”, golpearse”,
quedar todo golpeado, lleno de moretones”, llegar
“a hacerse” “entera encima, ahí en el boliche…”,
etc.;

• Perder la capacidad de cuidar de sí mismos,

ser más vulnerables, estar más sujetos a
daños por parte de terceros: “te pueden hacer
cualquier cosa…”, “cada vez son peor los peligros:
un arma, una punta, un piedrazo…”. Entre los
peligros, se mencionaron:

• Ser robados: “me robaron en la cola de..., me

sacaron la billetera del bolsillo y ni cuenta me
dí”, “te pueden robar en cualquier lado”, “nos
agarraron a mi novio y a mí a las 5 de la
mañana, a media cuadra de mi casa, veníamos
caminando como si nada y nos agarraron dos
chicos como nosotros…, nos robaron a los dos
los celulares, las zapatillas y las camperas, nos
dejaron temblando, mal…;

• ser golpeados: “vas a un baile y si te ven

chupado te golpean por cualquier cosa”, “si
te ven chupado te agarran porque sí, para
divertirse, te agarran a trompadas, y si estás
solo y ellos son muchos…, ¡mamita!”;

• ser encarcelados: “que te lleve la cana…”. Si

bien algunos no le dan mucha importancia a
que los lleve la policía: “te llevan un rato, hasta
que los padres te van a buscar…”, para otros es
una experiencia desagradable:”te lleva la cana
y te tratan muy mal”, “la pasás mal, te joden, te
agreden…”;

• las mujeres, temen ser obligadas a hacer lo

que no quieren hacer: “me dan mucho miedo
los más grandes, hay unos como de 25 que te
quieren obligar a bailar si te ven chupada”, “los
más grandes se ponen mal si les decís que no,
te agarran y te hacen cualquier cosa, yo me
escapo al baño, pero me dan miedo…”;

• también temen ser violadas: “que abusen de

vos”, “para una mina los riesgos son más
grandes, es mucho más peligroso, te subís a
un remisse y te hacen cualquier cosa”, “te
pueden violar y vos no tenés reacciones…”, “a
las mujeres borrachas les pueden hacer más
cosas que a los varones”;

• en los niveles altos, es muy fuerte el temor

a ser secuestrados: “cualquiera que sabe
quien sos te sigue y te secuestra para pedir
rescate”, “una amiga muy chupada se iba en un
remisse de Nueva Córdoba a Barrio Jardín y el
taxista la quiso llevar a otro lado, y ella no se
daba cuenta porque estaba muerta…, por
suerte estaba con una amiga que se puso a
gritar como loca, y de otro auto los pararon”.

• El temor al propio descontrol sexual: “no

podés controlar lo que hacés”, “te das cuenta que
estás echando moco, pero no lo podés evitar…”,
“las mujeres cuando se chupan pierden totalmente
el control de sí mismas”;

• El temor a la propia violencia: “te da miedo

echar moco, hacer cagadas…”, llegar a convertirse
“en algo que no quiero ser”, “te perdés, te
ponés más agresivo, ya venís con bronca y el
alcohol te pone loco”, “te podés hacer cagar una
negra y después no te acordás de nada”, “creés
cualquier cosa…, estás con una mina y te parece
que tu amigo la miró, y lo agarrás a patadas…,
después tenés la excusa de que estabas chupado,
que lo hiciste inconciente, pero no dá…”.

Por último, el riesgo de “el coma alcohólico”,

es una suerte de fantasma siempre presente,
quizás porque sirve para pensar que siempre hay
un escalón más para bajar, un estado que puede
ser peor.
 

Sin embargo, junto a estos niveles de conciencia
acerca de los riesgos que puede producir
la ingesta alcohólica, los entrevistados tienen,
paralelamente, una imagen del alcohol como
no pernicioso. Esta afirmación se funda en dos
percepciones:

• Para los jóvenes, los daños que produce el

alcohol, comienzan en la borrachera y terminan
con la resaca: “tomar te hace mal una
noche, nada más”. Si bien en los grupos saben
que el alcohol puede producir “cirrosis”, “impotencia”,
“esterilidad”, etc., si bien muchos han escuchados
“las charlas sobre el alcoholismo del Dr.
Mirolli”, en el fondo, creen que el daño es momentáneo,
que después que pasa la resaca no queda
nada;

• Comparado con “las drogas”, incluso con la

marihuana, el alcohol es percibido como un
producto menos dañino: “es peor el porro”, “la
droga te degrada, el alcohol, no…”, “te ponés a
ver a los chicos que se drogan y decís: ¡qué
mogólico!”, “el alcohol es más común, más
elegante…”;

• También comparado con el cigarrillo, el

alcohol es percibido como menos
dañino:”tomar te hace mal una noche, fumar te
hace pelota”, “yo fumaba y dejé porque no podía
practicar deportes, corría y me quedaba sin
aire…”, “chupar no nos afecta, tomar sí”, “si
fumás, no corrés, si tomás, sí”, “fumar es una
adicción, tomar, no…”, “es más grave fumar que
tomar”, “tenemos un amigo de 13 que fuma…,
todos le decimos dejá de fumar, te va a hacer
pelota, no es como tomar que lo podés dejar si
querés”, “a lo mejor, en el momento es más grave
tomar, si te rechupás podés hacer cualquier cosa,
pero a la larga es peor el cigarrillo porque produce
cáncer…”.

¿CÓMO SE CUIDAN
CUANDO TOMAN?

A juzgar por la cantidad de accidentes que se

producen por excesos en la ingesta de alcohol,
que pueden observarse en la vida cotidiana y de
los que dan cuenta los medios de comunicación,
pareciera que los jóvenes, en general, no saben
cuidarse cuando toman.

Sin embargo, junto a los excesos de los que

se habló en los grupos, también se pudo observar
que gran parte de los jóvenes conocen
y (a veces, no siempre) implementan ciertas
estrategias de cuidado y medidas
de precaución.

Muchas de las medidas mencionadas son de

orden práctico, como:

• No manejar ni subir a autos manejados por

alguien alcoholizado: “si sabemos que vamos a
chupar, no vamos en auto”, “nos turnamos para no
chupar, hoy me toca a mí…, y soy el único que
manejo…”, “siempre hay alguno que no chupa,
por suerte somos un grupo grande así nos toca
poco”, “en eso no dudo: no me subo al auto si mis
amigos están chupados”, “si yo estoy más sobrio
llamo al remisse y al día siguiente volvemos a
buscar el auto”, “me llegó mucho la charla de un
médico que dio una charla en el colegio sobre los
reflejos cuando estás chupado, de ahí no me subí
más a un auto”;

• No subir a taxis ni a remisses desconocidos:

”tenemos un remisse conocido que nos lleva, y le
pedimos: buscános a las 4, o a las 5…”, “en un
taxi cualquiera te pueden hacer cualquier
cosa”, “no me muevo en colectivo, en remisse sí,
sale más caro pero es más seguro…”;

• No circular solos: “nos juntamos todos para ir

a…, si ven que somos muchos, no te hacen
nada…”, “no vas a ir solo echando moco”, “no voy
caminando solo, hay mucha adrenalina”;

• No tomar con el estómago vacío: “es importante

cómo chupas, no sólo cuánto…”, “si tomás
sin nada de comida en la panza, te chupás enseguida”;

• No tomar rápido: “los fondos blancos te hacen

pelota, no hay que tomar ºrápido”, etc.

Pero más allá de estas medidas prácticas de

precaución, se hicieron en los grupos numerosos
relatos que dan cuenta del valor de “la
solidaridad” entre amigos, de la forma en que
se cuidan y se apoyan cuando alguno está
alcoholizado.

Uno de los jóvenes contó esta experiencia: “una
noche estábamos jodiendo en el Abasto, habíamos
chupado bastante, y de pronto yo me di
cuenta que faltaba una amiga, le pregunté a las
otras y no la habían visto, se fueron a buscarla al
baño, y no estaba por ningún lado, la llamamos al
celu, y nada…, entré a llamar a los otros boliches,
porque tengo amigos en todos lados, y nada…,
nos agarró la desesperación, salimos a la calle a
buscarla, a ver si estaba, caminamos toda la
zona, por los callejones, la buscamos en las vías
del Abasto…, hicimos de todo y nada…, la
podrían haber violado, secuestrado, a una de las
chicas le dio como un ataque de nervios…, y la
guacha apareció a las 10 de la mañana, como si
nada…, se había ido con un pibe como de 30
años!!!, una mina así te amarga la noche, tenés
que treparla a un remisse y acompañarla porque
te da miedo que se la viole el tachero, tenés que
cargar con todo el fucking problema…, en el
momento es horrible, pero al día siguiente se te
pasa todo…!”.

Lo sorprendente es que, después de “el fucking

problema”, no haya recriminaciones ni resentimientos,
que ni siquiera le pregunten a “la
guacha” porqué no avisó que se iba…
Sin llegar a estos extremos de solidaridad e
incondicionalidad, varios entrevistados mostraron
una actitud de preocupación, cuidado y
apoyo mutuo con los amigos, “si tenés una
persona al lado, la cuidás y ella te va a cuidar a
vos para que no tomés más…”, “voy con mis
amigos al boliche, y ellos no van a dejar que me
roben”, “siempre hay alguno que te hace el
aguante”. También contaron que se hacen cargo
de ciertas tareas no muy agradables, sin ningún
tipo de recriminaciones: “vos tratás de decirle que
pare, si es tu amigo, le tirás agua”, “le tirás una
jarra de agua si lo ves muy chupado”, “lo ayudás a
llegar al baño para vomitar”, “si no llega al baño lo
ayudás a limpiarse”, “no es lindo ver a alguien
vomitando al lado tuyo, pero es tu amigo!”, es un
embole estar cuidando a otro, pero no le podés
decir: ´sorry, con vos no salgo…”.

En ese contexto se entiende también el agradecimiento

de los que toman hacia los que no
toman:”está bueno tener alguien al lado tuyo”, “sé
que si alguien no chupa, me va a ayudar”, y
también el respeto:”al principio te hinchan las
bolas porque no chupás”, “te joden: dale flaco,
hacete un fondo blanco y después dejás”, pero
luego, la abstinencia de algunos es muy valorada:
“saben que cuentan conmigo”, “ya aprendieron
que yo no me voy a poner a ordenar todo porque
no chupé, no voy a limpiar los vómitos, pero sí le
voy a decir al taxista adónde tiene que ir…”, “no
me joden más, capaz que se sienten más cuidados
porque yo no chupo…”.

¿PORQUÉ TOMAN?


En muchos de los aspectos tratados en los

grupos, la edad de los participantes no constituye
una variable de peso. Las respuestas de los
jóvenes de mayor y menor edad no son significativamente
diferentes. Pero en relación a las motivaciones
que los llevan a tomar, sí lo son. Los
menores y los mayores toman por razones
diferentes, aún cuando las primeras respuestas
de unos y otros apuntan a generalidades
como: “para pasarla bien”, “porque está
bueno”, “porque es divertido”, “porque sobrio,
nunca la vas a pasar tan bien”, etc.

Los más jóvenes (13-14), toman básicamente:


• Para experimentar: “por curiosidad”, “para ver

qué se siente”, “antes no tomaba pero quería
probar, quería saber cómo era tomar, y probé, y
ya está…”, “empecé a los 12, ¿qué buscaba?
probar”;

• Para desinhibirse: “es para agrandarse”, “para

hacerse el cheto”, “el alcohol te hace más
canchero”, “los que más toman son los que
quieren hacerse los chetos”, “te ahorrás todo el
viaje si querés estar con una mina…, sino, le
tenés que contar a tus amigos quien te gusta, y
ellos van y le cuentan a las amigas de ella para
que le cuenten…”, “los guasos toman para levantar
una mina, las minas para hacerse ver, para
decir soy re-diosa, miráme”;

• Por presiones del grupo:”al principio te hinchan

las bolas porque no chupás”, “yo me hago el que
tomo para que no me jodan”, “los amigos te
dicen que sos un cagón”, “te dicen que sos
inmaduro”, “te tratan de ñoño”, “te dicen ñoñito”,
“si están todos tomando vos tomás…”;

• Para divertirse: la diversión en este tramo

etáreo, parece pasar fundamentalmente por
“ponerse chispita” y por “echar mocos”, como
“jugar al ring raje”, mandar pizzas o remedios
a la casa de algún vecino, etc.

Los mayores (15 a 17) toman básicamente:

• Para divertirse: a esta edad las presiones ya no

tienen la importancia que tenían antes: “tus amigos
tratan de que tomes, pero si no querés, no te
insisten”, “mientras más chico sos, más te importa
pertenecer, fumás o tomás para hacerte el cheto, a
esta edad ya no te importa, te sentís más seguro de
vos mismo”, “por más que te digan tomá, ya tenés
tu personalidad”, ”yo creo que si ellos quieren
tomar, que tomen, no hay drama…”, “ahora tomo
para sentirme mejor, para estar más alegre, para
divertirme, para pasarla bien”;

• Porque el cuerpo lo necesita: “te acostumbrás

a los efectos que produce, te gusta el cuerpo
caliente por dentro…”, “me voy haciendo el bocho
toda la semana, siento que lo necesito y sé que el
sábado me voy a emborrachar”, “cuando estás
vacío, empezás a tomar”, “necesitás sentir ese
calorcito en la garganta, para mí no se toma para
hacerse ver, los que fuman sí, pero los que toman,
no…, lo necesitás…”.

Desde una perspectiva más amplia, que engloba

las motivaciones anteriores, podría afirmarse
que los adolescentes y los jóvenes buscan
alcanzar, con la ingesta de alcohol, uno de estos
dos objetivos:

• Algunos toman, básicamente, para adquirir lo

que no tienen: una imagen de “grandes”, o de
“chetos”, aplomo, confianza, seguridad en sí
mismos, “ganas”, “energía”, alegría, éxito, “levante”,
”ser alguien”, al menos por un fin de semana, etc.;

• Otros toman, básicamente, para “sacarse de

encima” ciertos niveles de exigencias que los
abruman, para relajarse, para “desenchufarse”:
“estoy esperando terminar de rendir para remamarme,
este sábado no, el que viene, me voy a remamar”,
“me llevo un montón de materias y vivo en la
particular, estoy harto, trato de zafar y de irme a
algún lado a tomar, ¡me quiero poner en pedo!”,
“chupás como una forma de descargarte…”.

En principio, el intento de alcanzar uno u otro de

estos dos objetivos, parece estar vinculado con
un punto ya analizado anteriormente, bajo el
título ¿con quién toman?

En efecto, los del primer grupo toman más entre

desconocidos, cuando no están en confianza, en un
ambiente al que sienten hostil, donde hay que
demostrar que se es, o se tiene, algo que en
realidad no se es o no se tiene.
Los del segundo grupo en cambio, son los que
toman más entre amigos, en un entorno donde se
sienten en confianza y contenidos, donde saben y
sienten que se pueden relajar.

Por último, antes de terminar este Capítulo se hace

necesario hacer dos aclaraciones, referidas a la
convocatoria de los jóvenes para participar en los
grupos, que permiten contextualizar lo que se ha
afirmado aquí: por cada joven que asistió a los
grupos, fueron invitados 4 más, que no pudieron o
no quisieron asistir. Esta alta tasa de rechazos e
inasistencias, tuvo que ver con dos factores que
pueden relacionarse, casualmente, con los objetivos
que los jóvenes persiguen al tomar alcohol:

• Por un lado, pareciera que, a algunos jóvenes,

realmente les falta energía, entusiasmo, decisión,
etc. para encarar ciertas acciones, (en este
caso, la participación en los grupos foco). Si bien
valoraban el obsequio que iban recibir en retribución
por su participación en los grupos, las respuestas
más frecuentes frente a la invitación a participar,
fueron de indecisión: “y…, no sé…”, “llamáme más
tarde”, “ya voy a ver”, “voy a buscar un amigo”, voy
a preguntarle a mi mamá”, etc.

En un primer momento estas respuestas resultaron

naturales y lógicas frente a una situación desconocida,
pero cuando se reiteraron 4, 5, 6, veces con
algunos de los invitados, ya se hizo necesario
pensarlas desde otra perspectiva. Lo mismo ocurrió
con otras limitaciones que dan cuenta de un nivel
de restricciones muy grandes entre algunos
jóvenes, por ejemplo, los que no pudieron asistir a
los grupos porque desconocían su número de
documento, y tampoco tenían acceso a él “porque
lo guarda mi mamá, y no sé cuando va a volver”, o
los que no fueron por falta de algún padre o tutor
que les firmara una autorización para ir a los
grupos.

• Por otro lado, la necesidad de otros jóvenes,

de “sacarse de encima tensiones y exigencias”
a la que se hizo referencia en párrafos anteriores,
también parece constituir una realidad
cotidiana en ciertos sectores sociales. Quizás la
última semana de Noviembre, en la que se realizaron
los grupos, es la más estresante del año, por el
cierre del año escolar y de las actividades extra
curriculares; lo cierto es que algunos jóvenes se
veían realmente agotados, y otros, muchos más,
debieron rechazar la invitación a participar en los
grupos porque tenían tal cantidad de actividades
(trimestrales, recuperatorios, exámenes en los
Bachilleratos Internacionales, o en las Academias
de Idiomas, presentaciones o fiestas de fin de curso
en gimnasia, danza, folclore, hip hop, etc.) que no
podían disponer de las dos horas para asistir a las
reuniones.

Si bien estas dos actitudes no están intrínsecamente

vinculadas al nivel socioeconómico de los
jóvenes, cuando se los invitó a participar en los
grupos pudo observarse una clara tendencia a que
los de nivel bajo se conecten con las limitaciones,
y los de nivel alto con las exigencias.