Cuando pase el temblor

Artículo en La Voz del Interior

Por Sebastián García Díaz
Presidente de Civilitas.
Dirigente PRO Córdoba/Juntos por el Cambio
 


Ahora vivimos la efervescencia del Balotaje. Pero el día después hay una tarea pendiente en Córdoba: revisar los cimientos de la oposición política que supimos construir, que llamamos “Juntos por el Cambio” y que perdió a lo largo de este año todas las elecciones: la provincial, la municipal y la nacional.

¿Qué estamos haciendo mal, para que en 25 años no hayamos podido ganar nunca desde lo provincial? ¿Qué pasó que de salir primeros en el 2021 salimos terceros en el 2023 en lo nacional?  Creímos haber alcanzado algo único: presentarnos ante la sociedad unidos. Todo indica que no fue suficiente.

Los responsables

Sería sencillo ir por los responsables que dirigieron hasta aquí. En el caso del PRO, hacer foco en la pelea constante entre dirigentes que ha convertido a nuestro partido en una “bolsa de gatos”, con traidores por doquier.

Pero lo que nos sucede es más profundo. Si no lo cambiamos, los que asuman no podrán hacer algo distinto. Hay una forma de hacer política que está caduca. La gente no nos respeta haciendo lo que hacemos y no quiere que los gobernemos. Somos antiguos ¡no somos modernos! No generamos expectativa. El análisis autocrítico debe ser sin anestesia.

Los desafíos

Tres grandes capítulos a revisar. El primero: los partidos políticos ya no sirven de sostén. No tienen la estructura que expresan. Algunos son sellos. Y estos “aparatos” sólo ahuyentan. Si o si tenemos que abrirnos a convocar -incluso hasta perder el control- a gente nueva: nuevos referentes respetados por sí mismos y por su trayectoria -personas con autoridad moral- y sobre todo nuevos ciudadanos que muestren alta dosis de “fuego sagrado”.

Basta de política endogámica: discutir cuántos fiscales tenemos, cuántos actos hicimos y con cuánta gente y quién se subió al palco y habló primero. Si Milei vino sólo una vez a Córdoba y -sin ninguna estructura- salió primero, es un dato demoledor.

El segundo capítulo es más complejo: discutir cómo abordar el voto de los barrios populares y zonas vulnerables sin caer en el clientelismo es el mayor desafío político de la próxima década. No nos escuchan y no quieren escucharnos. Quién y cómo llegar a esa mayoría con necesidades muy básicas y muy insatisfechas es la prioridad. Tendrá que ser algo disruptivo. Milei lo logró haciéndose el loco y tirando ideas polémicas. Tal vez tengamos que esforzarnos mucho más para que nuestras ideas tengan impacto y esperanza. Y no construir sólo desde la crítica. Que despierten sentimientos.

De similar magnitud es el desafío de darles un lugar central a los jóvenes y no marginal como tienen hasta ahora. Si vamos a seguir haciendo como que queremos que participen, pero no le damos margen para que lo hagan, ni para que traigan su agenda, ni sus nuevas formas, terminarán por odiar a la democracia.

¡Empecemos a dar este debate desde el mismo 20 de noviembre a la mañana! Si no, estamos sentenciados a ser oposición por siempre. Y Córdoba seguirá gobernada por “el cordobesismo” sine die.