¿QUÉ Y CÓMO SON LAS PREVIAS?
Las previas son las reuniones “previas a” ir a
bailar a boliches. Los jóvenes se reúnen en
horarios y espacios previamente determinados,
donde “hacen tiempo” hasta que llega la hora
de ir a bailar y donde el alcohol corre “a cagarse”.
Las previas surgieron como un intento de dar
respuesta a dos problemas que afectaban a los
jóvenes: la hora de inicio de la actividad en los
boliches (recién a las 2 ó 3 de la madrugada) y el
alto costo del alcohol en esos establecimientos.
Las previas fueron adquiriendo especificidad y
atractivo, al punto que muchos prefieren prolongarlas
y sustituir con ellas las idas a bailar.
Las previas no son todas iguales. Por el
contrario, difieren según la edad y el nivel
socioeconómico de los participantes.
Hay distintas modalidades de previas:
En un extremo, las “más tranquis”, son las de
pequeños grupos, de 6 u 8 personas, de 12, 13 ó
14 años, todas conocidas e invitadas
personalmente:”el grupito de amigas del cole”. En
un comienzo son sólo de varones o de mujeres,
sobre todo si quienes invitan a la previa no van a
colegios mixtos. Las previas de mujeres tienen
como principal objetivo “producirse” para ir a una
fiesta: “vamos con un montón de ropa y nos
probamos todo, entre todas”, “juntamos todas las
pinturas y nos pintamos, nos despintamos y nos
volvemos a pintar”. Suelen comenzar a las 10 u 11,
y terminan a la 1”. Los varones por su parte,
también se juntan en pequeños grupos, y juegan
“con la play o con la compu”, escuchan música, ven
televisión o charlan. Estas previas suelen ser
planificadas, “las armamos en el cole, decimos nos
juntamos mañana en mi casa, hacemos una juntada
tranqui…”. En algunas no se consume alcohol: “mi
viejo me mata si sabe que traen algo para tomar”,
en otras, se suele comenzar con bebidas energizantes
“para tener más pilas para la noche”, a las
que, poco a poco, se les va incorporando el alcohol,
que han comprado entre todos, o bien toman “algo
suavecito como Gancia con Sprite”. Algunos padres
“se van de viaje”, “nos dejan solos para que hagamos
lo que querramos”, otros “no dicen nada…,
deben saber pero se hacen los tontos…”, otros les
permiten un consumo acotado.
En el otro extremo están las previas de 50, 100
personas o más, mucho más abiertas, porque “van
cayendo tus amigos con su hermano o su primo y
a veces con los amigos de su hermano”. Comienzan
a las 12, ó 1, y a veces terminan “como a las
3, porque nos vamos a bailar”, pero “si está piola
la alargás”, otras en cambio duran “hasta las 7, 8 ó
9 de la mañana”. Cada uno trae algo de alcohol o
juntan plata entre todos y compran. A veces se
acaba el que hay y salen nuevamente a comprar o
piden más alcohol a un delivery de bebidas. Por lo
general se juntan después de comer, a veces
piden una pizza, o “si te agarra el hambre vas a la
heladera para ver qué hay”. Otros ven la previa
como una oportunidad para “echarte algunos
mocos”, por ejemplo llaman a deliveries de pizza,
de remedios, etc. y envían estos productos, a las 2
de la mañana, a la casa del lado, “escuchás como
putean y te cagás de la risa…”.
Por lo general en las previas grandes “te hacen
re-mierda la casa, se rompen cosas: vasos, platos,
las reposeras, los adornos…”, “si estamos mucho
tiempo, todo queda un asco, los baños inmundos,
hay vómitos por todos lados…”. No todos ofrecen
sus casas para que se hagan previas: si bien: “si
ponés la casa quedás re-bien”, no todos están
dispuestos a ponerla: “yo, ni loca, tenés que estar
viendo que no te rompan las cosas o que vomiten
en el inodoro y no en cualquier lado…”, “mis viejos
no me dejan porque saben que te destruyen la
casa”, “las que más ponen la casa son las que
más van a previas, y bueno, un día te toca”, “la
previas van rotando”.
En uno de los grupos de nivel medio, dos amigas
de 15 años describieron así una previa que se hizo
el sábado anterior, “en la casa del lado de mi casa,
que es re-chiquita, tiene un patio común, un
jardincito de casa de barrio, y ahí se metieron más
o menos 250 personas, no menos, porque la
policía se llevó a 120, y un montonazo lograron
escaparse, porque salieron corriendo y los policías
no los pudieron agarrar…, otros saltaron por los
techos a mi casa y a la casa del otro lado, y por
ahí se fueron a la calle…, era un grupo catastrófico,
mi papá llamó a la policía furioso porque
estaban rompiendo el árbol que da a mi casa y por
ahí se metían, porque ya no entraban en la casa
del lado…, estaban todos parados, apretados,
pero igual no entraban…, nosotros estuvimos un
ratito, y nos fuimos porque nos asfixiamos, se oía
la música a todo lo que daba, se sentían los
vómitos contra las paredes, el dueño de casa se
cayó del árbol y lo llevaron al hospital porque
estaba quebrado, y no quedó nadie de la familia,
cuando llegó la policía preguntaron por un adulto
responsable y no había nadie, y se los llevaron a
todos los que no se pudieron escapar, la casa
quedó con vómitos y con caca por todos lados, en
las paredes blancas, fue un asco…!!!”.
CAPÍTULO 2:
LA PREVIA Y SU CONTEXTO
Entre un extremo y otro, las más comunes son las
previas de 20, 30 personas, mixtas, en casa de
algún amigo, que empiezan como a las 11 y
“terminan cuando pinta”. En estas previas, muy
frecuentes en el tramo etáreo de de 15 a 17, “nos
juntamos todos los sábados”, corre mucho alcohol,
(una botella de vodka entre 3) y la diversión
consiste en jugar a “jueguitos” como el zoológico,
el barquito peruano, la cubetera de hielo, el
vikingo, etc. cuyo objetivo es que los perdedores,
y/o ganadores, hagan un fondo blanco. Si bien
algunos consideran que “lo del fondo blanco es
joda, te tomás un buen trago y ya está…”, “si te
hacés un fondo blanco cada vez que te toca,
acabás en un coma alcohólico, o muerto…”, lo
cierto es que terminan “bien enfiestados” y así
salen a bailar. Otra posibilidad es quedarse en
lugar de salir: “por ahí nos pinta la ñoñada y nos
quedamos hasta las 6 de la mañana chupando y
viendo películas, también está bueno…”. Varios
dijeron que prefieren quedarse “en la previa y no ir
a bailar: estás más en confianza, son todos
conocidos”, “es más tranqui”, “estás como más
relajado”, “charlás, escuchás música”, “conocés a
toda la gente, en el boliche cada una se tiene que
hacer cargo, no estás en confianza”. En estas
previas los padres saben que sus hijos toman y
por lo general asumen una actitud permisiva o
cómplice, pero en algunos casos van más allá: en
uno de los countries de más alto poder adquisitivo
de Córdoba, los jóvenes se juntan todos los
sábados en una misma casa porque “la madre
está separada y ella juega con nosotros, termina
remamada, más en pedo que todos nosotros
juntos…”. Esta casa tiene además, una ventaja
extra:”dejás la casa hecha mierda, y ella no dice
nada…”.
En los niveles bajos, también se hacen previas en
casa de amigos, pero sobre todo en la calle:”nos
juntamos en una esquina o en la plaza”, “en la
calle, en la puerta de la casa de alguno, ahí nos
vamos organizado”, “juntamos un poco de plata y
compramos un tetra”, “ponemos plata entre todos
y compramos unas Pritty y las mezclamos con
vino tinto”, “vamos entonando, hacemos huevo
para ir al boliche”, “jodemos, nos cagamos de
risa”, “estamos con las minas, ponemos música,
cuarteto, te vas poniendo en onda”, “hacemos
algunas cagadas”, “por ahí cuando estás enfiestado
te echás algunos mocos, rompes unos vidrios,
los más pendejos juegan al ring raje…”. Estas
previas en la calle tienen obviamente mayor
riesgo de “terminar en la cana”, “te echás unos
mocos y terminás en la cana”, “salís chupado, te
agarrás a piedrazos con el primero que se te
cruza, a veces te agarra la cana y te quedás sin
boliche, y si no podés zafar te tienen que ir a
buscar tus viejos”. Sin embargo, esto no parece
preocuparles demasiado: “y, te llevan y te tienen
que ir a buscar y ahí te largan…, mi viejo putea
porque tiene que ir, pero no me dice nada…”, “la
cana no te hace nada”.
Como todas las previas, las de la calle también
terminan en los boliches o en los bailes: “si
zafamos de la cana nos vamos al Abasto…,me
gusta, están los negros redopados, es un ambiente
bien áspero…”.
¿QUÉ OCURRE CUANDO TOMAN?
En los grupos diferenciaron 4 etapas como
producto de la ingesta de alcohol:
• En la primera, “estás enfiestado”, “te ponés
chispita”, “vas entonando”, “te hacés más
caradura para molestar”, ”te dan ganas de agitar”,
“en el baile le das para adelante”, “te cagás de
risa de todo”, “te ponés tonta, te reís de todo”, “te
ayuda a desinhibirte si sos vergonzoso”,
“tomando hasta un punto te desinhibís y hacés lo
que querés, si querés tirarte un chico, le das para
adelante”, “te ponés re-tonto, te reís de cualquier
cosa, pero reconocés tus actos”. Salvo los que
nunca han tomado, casi todos han pasado por
esta primera etapa, y hablan de ella como una
experiencia agradable y satisfactoria. Es “la más
linda”, “es hermosa”, “es re-divertida”, “si hay agite
la pasás bien”. La mayoría de los entrevistados
lo que buscan al tomar, es sentir las sensaciones
típicas de esta etapa. Algunos quieren y
saben “parar aquí”: “para mí, ya está, te sacaste la
vergüenza, te ayuda a desinhibirte si sos vergonzoso,
y ya está, no te digo que no tomés, pero
pará acá”, otros no pueden o no quieren parar.
• La segunda etapa es la de la borrachera:
“después de tonta te ponés borracha, te sentís
mareada”, “te perdés”, “si tratás de hacer el 4 y no
podés, estás borracho”, “empezás con el dolor de
panza, tenés que ir a vomitar”, “se te ponen los
ojos cansados, tenés el cuerpo caliente”.
Esta es una etapa de descontrol y violencia:
“es el nivel de echar moco, de romper vidrios”,
“cuando estás borracho, seguro que echás moco”,
“pasás de tonto a tirarle piedras a los autos”,
“empezás a echar bardo”, “las minas borrachas se
le tiran a todo el mundo, abrazan a cada uno que
se les cruza y les gritan: ´te amo´, ´te amo´”, “las
mujeres chupadas se ponen re-busca, se pasan
de vueltas, llegan a ser desagradables”, “las
peleas entre mujeres cuando están chupadas son
bravísimas, son capaces de matarse, pero eso
también depende de la personalidad”, “vas a un
baile y si te ven chupado te golpean por cualquier
cosa”, “ya estás en otra, pero todavía tenés una
idea de lo que hacés…”, “no podés controlar lo
que hacés”, “te das cuenta que estás echando
moco, pero no lo podés evitar…”. La mayoría de
los entrevistados han pasado también por la
experiencia de la borrachera. Para algunos, los
que buscan enfiestarse, llegar a esta etapa del
descontrol es desagradable y motivo de arrepentimiento:
“al día siguiente te querés morir”,
“después te das cuenta que quedaste como
una boluda”, otros en cambio, lo que buscan
al tomar es justamente llegar a esta etapa de
pérdida del control, y toman para “echar
moco”.
• La tercera, es la etapa de “el pedo tremendo”,
de hacer “cualquier cosa”: “ves las minas en
la calle haciendo cualquier cosa”, “me chupé
una noche y me mandé tantas cagadas!, yo
tocaba con mi banda de rock, y sentía los reflejos
de luz que me daban en los ojos, me molestaban
y me volví loco, le pegué una trompada al guitarrista,
agarré a patadas la batería, ¡un desastre!,
cuando vi la filmación me quería morir, dije me
estoy convirtiendo en algo que no quiero ser, ¡en
qué estoy cayendo…!”, “una amiga se puso en un
pedo tremendo en el boliche y se puso a contar
cosas horribles de su infancia y de sus padres…,
pobre, no podía parar de llorar, y seguía tomando…,
tanto que no pudo llegar al baño y se vomitó
encima y después se hizo entera encima, ahí en
el boliche…”, “una amiga se acercó a la novia de
un ex y le preguntó ¿vos sos la novia de fulano?,
y cuando ella le dijo que sí le tiró una botella
entera de cerveza en la cara, estaba totalmente
descontrolada, no sabía lo que hacía…”, “me
agarré un pedo espantoso en la fiesta de 15 de mi
hermana, y después me sentí re-mal, le arruiné su
fiesta, fue horrible…, cuando vi los videos, dije
nunca más…”, “en la fiesta de 15 de una amiga
me tomé todo, al día siguiente no me podía
acordar de nada, pero me habían filmado así, mal,
fue una sensación fea verme así, horrible!”, “me
contaron lo que hice, yo me olvidé de todo”,
“podés hacerte cagar una negra y después no te
acordás de nada”, “te muestran los videos de lo
que hiciste y vos te querés matar”, “una vez me
puse re-loco y lo quise agarrar a trompadas al
padre de un amigo, le quise pegar, él me agarró y
me dijo que no me haga el idiota, y lo llamó a mi
viejo para que me buscara, yo no me acuerdo de
nada”. Si bien los jóvenes hablan en los grupos
de las experiencias de esta etapa como si
fueran excepcionales: “una vez”, “una noche”,
“en una fiesta”, etc., no son pocos los entrevistados
que reconocen haber pasado por esta
experiencia.
• La cuarta etapa es la del coma alcohólico.
Ninguno de los participantes pasó por esta experiencia,
pero todos saben que existe, e incluso
algunos han tenido contactos cercanos con
jóvenes que han alcanzado esta etapa.
¿QUÉ RIESGOS CORREN CUANDO TOMAN?
En general, los adolescentes y los jóvenes
entrevistados conocen claramente los riesgos
que corren cuando consumen alcohol. No sólo
están informados, también sienten temor por
lo que les puede pasar. Sin embargo, estos
riesgos forman parte de su realidad cotidiana,
constituyen algo natural y aceptado, saben
moverse en ese mundo con menos dificultad
que en otras realidades: “para todos la vida es
difícil, cada uno tiene lo suyo…, Uds. (los investigadores)
tienen que levantarse todos los días
para ir a trabajar para ganar plata…, para mí eso
es horrible…”.
Cuando se habló en los grupos sobre los riesgos
que corren estando alcoholizados, la primera
respuesta fue siempre: “hacerte mierda con el
auto”, ya sea manejando, circulando en un auto
manejado por alguien alcoholizado, o bien “que te
agarre un chupado con el auto, aunque vos estés
re-bien”, “podés cruzar la calle y que te pise un
auto con alguien que está chupado”, “todo el
mundo sabe las consecuencias del alcohol:
chocás, te matás…”.
Podría afirmarse que esta respuesta tan generalizada,
aún en jóvenes que no viajan en autos
particulares, da cuenta de la efectividad de los
mensajes publicitarios que apuntan fundamentalmente
a que las personas no manejen si han
tomado alcohol.
Pero más allá de estos temores, los jóvenes
hicieron referencia en los grupos a otros
peligros, que pueden ser analizados en paralelo
a las etapas de la ingesta:
Los riesgos de “enfiestarse de más”, correspondientes
a la primera etapa de la ingesta, como
hacer papelones, quedar como tonto/a, “quedar
como una boluda”, decir o hacer más cosas de lo
que dirían o harían sobrios, sentir ”vergüenza por
todo lo que le dijiste a un chico…”, etc., no son
percibidos como graves.
Los riesgos que corresponden a la etapa de la
borrachera, y “del pedo tremendo” son semejantes
aunque, obviamente, la peligrosidad es
diferente. En los grupos se refirieron a:
• Sufrir consecuencias físicas desagradables:
dolores de cabeza, dolores de panza, mareos,
vómitos, (aunque uno de los que no toma, dijo
acerca de los que sí lo hacen: “la meta es vomitar…,
cuando vomitan se quedan más tranquilos…”),
“resacas horribles”, “caerse”, golpearse”,
quedar todo golpeado, lleno de moretones”, llegar
“a hacerse” “entera encima, ahí en el boliche…”,
etc.;
• Perder la capacidad de cuidar de sí mismos,
ser más vulnerables, estar más sujetos a
daños por parte de terceros: “te pueden hacer
cualquier cosa…”, “cada vez son peor los peligros:
un arma, una punta, un piedrazo…”. Entre los
peligros, se mencionaron:
• Ser robados: “me robaron en la cola de..., me
sacaron la billetera del bolsillo y ni cuenta me
dí”, “te pueden robar en cualquier lado”, “nos
agarraron a mi novio y a mí a las 5 de la
mañana, a media cuadra de mi casa, veníamos
caminando como si nada y nos agarraron dos
chicos como nosotros…, nos robaron a los dos
los celulares, las zapatillas y las camperas, nos
dejaron temblando, mal…;
• ser golpeados: “vas a un baile y si te ven
chupado te golpean por cualquier cosa”, “si
te ven chupado te agarran porque sí, para
divertirse, te agarran a trompadas, y si estás
solo y ellos son muchos…, ¡mamita!”;
• ser encarcelados: “que te lleve la cana…”. Si
bien algunos no le dan mucha importancia a
que los lleve la policía: “te llevan un rato, hasta
que los padres te van a buscar…”, para otros es
una experiencia desagradable:”te lleva la cana
y te tratan muy mal”, “la pasás mal, te joden, te
agreden…”;
• las mujeres, temen ser obligadas a hacer lo
que no quieren hacer: “me dan mucho miedo
los más grandes, hay unos como de 25 que te
quieren obligar a bailar si te ven chupada”, “los
más grandes se ponen mal si les decís que no,
te agarran y te hacen cualquier cosa, yo me
escapo al baño, pero me dan miedo…”;
• también temen ser violadas: “que abusen de
vos”, “para una mina los riesgos son más
grandes, es mucho más peligroso, te subís a
un remisse y te hacen cualquier cosa”, “te
pueden violar y vos no tenés reacciones…”, “a
las mujeres borrachas les pueden hacer más
cosas que a los varones”;
• en los niveles altos, es muy fuerte el temor
a ser secuestrados: “cualquiera que sabe
quien sos te sigue y te secuestra para pedir
rescate”, “una amiga muy chupada se iba en un
remisse de Nueva Córdoba a Barrio Jardín y el
taxista la quiso llevar a otro lado, y ella no se
daba cuenta porque estaba muerta…, por
suerte estaba con una amiga que se puso a
gritar como loca, y de otro auto los pararon”.
• El temor al propio descontrol sexual: “no
podés controlar lo que hacés”, “te das cuenta que
estás echando moco, pero no lo podés evitar…”,
“las mujeres cuando se chupan pierden totalmente
el control de sí mismas”;
• El temor a la propia violencia: “te da miedo
echar moco, hacer cagadas…”, llegar a convertirse
“en algo que no quiero ser”, “te perdés, te
ponés más agresivo, ya venís con bronca y el
alcohol te pone loco”, “te podés hacer cagar una
negra y después no te acordás de nada”, “creés
cualquier cosa…, estás con una mina y te parece
que tu amigo la miró, y lo agarrás a patadas…,
después tenés la excusa de que estabas chupado,
que lo hiciste inconciente, pero no dá…”.
Por último, el riesgo de “el coma alcohólico”,
es una suerte de fantasma siempre presente,
quizás porque sirve para pensar que siempre hay
un escalón más para bajar, un estado que puede
ser peor.
Sin embargo, junto a estos niveles de conciencia
acerca de los riesgos que puede producir
la ingesta alcohólica, los entrevistados tienen,
paralelamente, una imagen del alcohol como
no pernicioso. Esta afirmación se funda en dos
percepciones:
• Para los jóvenes, los daños que produce el
alcohol, comienzan en la borrachera y terminan
con la resaca: “tomar te hace mal una
noche, nada más”. Si bien en los grupos saben
que el alcohol puede producir “cirrosis”, “impotencia”,
“esterilidad”, etc., si bien muchos han escuchados
“las charlas sobre el alcoholismo del Dr.
Mirolli”, en el fondo, creen que el daño es momentáneo,
que después que pasa la resaca no queda
nada;
• Comparado con “las drogas”, incluso con la
marihuana, el alcohol es percibido como un
producto menos dañino: “es peor el porro”, “la
droga te degrada, el alcohol, no…”, “te ponés a
ver a los chicos que se drogan y decís: ¡qué
mogólico!”, “el alcohol es más común, más
elegante…”;
• También comparado con el cigarrillo, el
alcohol es percibido como menos
dañino:”tomar te hace mal una noche, fumar te
hace pelota”, “yo fumaba y dejé porque no podía
practicar deportes, corría y me quedaba sin
aire…”, “chupar no nos afecta, tomar sí”, “si
fumás, no corrés, si tomás, sí”, “fumar es una
adicción, tomar, no…”, “es más grave fumar que
tomar”, “tenemos un amigo de 13 que fuma…,
todos le decimos dejá de fumar, te va a hacer
pelota, no es como tomar que lo podés dejar si
querés”, “a lo mejor, en el momento es más grave
tomar, si te rechupás podés hacer cualquier cosa,
pero a la larga es peor el cigarrillo porque produce
cáncer…”.
¿CÓMO SE CUIDAN CUANDO TOMAN?
A juzgar por la cantidad de accidentes que se
producen por excesos en la ingesta de alcohol,
que pueden observarse en la vida cotidiana y de
los que dan cuenta los medios de comunicación,
pareciera que los jóvenes, en general, no saben
cuidarse cuando toman.
Sin embargo, junto a los excesos de los que
se habló en los grupos, también se pudo observar
que gran parte de los jóvenes conocen
y (a veces, no siempre) implementan ciertas
estrategias de cuidado y medidas
de precaución.
Muchas de las medidas mencionadas son de
orden práctico, como:
• No manejar ni subir a autos manejados por
alguien alcoholizado: “si sabemos que vamos a
chupar, no vamos en auto”, “nos turnamos para no
chupar, hoy me toca a mí…, y soy el único que
manejo…”, “siempre hay alguno que no chupa,
por suerte somos un grupo grande así nos toca
poco”, “en eso no dudo: no me subo al auto si mis
amigos están chupados”, “si yo estoy más sobrio
llamo al remisse y al día siguiente volvemos a
buscar el auto”, “me llegó mucho la charla de un
médico que dio una charla en el colegio sobre los
reflejos cuando estás chupado, de ahí no me subí
más a un auto”;
• No subir a taxis ni a remisses desconocidos:
”tenemos un remisse conocido que nos lleva, y le
pedimos: buscános a las 4, o a las 5…”, “en un
taxi cualquiera te pueden hacer cualquier
cosa”, “no me muevo en colectivo, en remisse sí,
sale más caro pero es más seguro…”;
• No circular solos: “nos juntamos todos para ir
a…, si ven que somos muchos, no te hacen
nada…”, “no vas a ir solo echando moco”, “no voy
caminando solo, hay mucha adrenalina”;
• No tomar con el estómago vacío: “es importante
cómo chupas, no sólo cuánto…”, “si tomás
sin nada de comida en la panza, te chupás enseguida”;
• No tomar rápido: “los fondos blancos te hacen
pelota, no hay que tomar ºrápido”, etc.
Pero más allá de estas medidas prácticas de
precaución, se hicieron en los grupos numerosos
relatos que dan cuenta del valor de “la
solidaridad” entre amigos, de la forma en que
se cuidan y se apoyan cuando alguno está
alcoholizado.
Uno de los jóvenes contó esta experiencia: “una
noche estábamos jodiendo en el Abasto, habíamos
chupado bastante, y de pronto yo me di
cuenta que faltaba una amiga, le pregunté a las
otras y no la habían visto, se fueron a buscarla al
baño, y no estaba por ningún lado, la llamamos al
celu, y nada…, entré a llamar a los otros boliches,
porque tengo amigos en todos lados, y nada…,
nos agarró la desesperación, salimos a la calle a
buscarla, a ver si estaba, caminamos toda la
zona, por los callejones, la buscamos en las vías
del Abasto…, hicimos de todo y nada…, la
podrían haber violado, secuestrado, a una de las
chicas le dio como un ataque de nervios…, y la
guacha apareció a las 10 de la mañana, como si
nada…, se había ido con un pibe como de 30
años!!!, una mina así te amarga la noche, tenés
que treparla a un remisse y acompañarla porque
te da miedo que se la viole el tachero, tenés que
cargar con todo el fucking problema…, en el
momento es horrible, pero al día siguiente se te
pasa todo…!”.
Lo sorprendente es que, después de “el fucking
problema”, no haya recriminaciones ni resentimientos,
que ni siquiera le pregunten a “la
guacha” porqué no avisó que se iba…
Sin llegar a estos extremos de solidaridad e
incondicionalidad, varios entrevistados mostraron
una actitud de preocupación, cuidado y
apoyo mutuo con los amigos, “si tenés una
persona al lado, la cuidás y ella te va a cuidar a
vos para que no tomés más…”, “voy con mis
amigos al boliche, y ellos no van a dejar que me
roben”, “siempre hay alguno que te hace el
aguante”. También contaron que se hacen cargo
de ciertas tareas no muy agradables, sin ningún
tipo de recriminaciones: “vos tratás de decirle que
pare, si es tu amigo, le tirás agua”, “le tirás una
jarra de agua si lo ves muy chupado”, “lo ayudás a
llegar al baño para vomitar”, “si no llega al baño lo
ayudás a limpiarse”, “no es lindo ver a alguien
vomitando al lado tuyo, pero es tu amigo!”, es un
embole estar cuidando a otro, pero no le podés
decir: ´sorry, con vos no salgo…”.
En ese contexto se entiende también el agradecimiento
de los que toman hacia los que no
toman:”está bueno tener alguien al lado tuyo”, “sé
que si alguien no chupa, me va a ayudar”, y
también el respeto:”al principio te hinchan las
bolas porque no chupás”, “te joden: dale flaco,
hacete un fondo blanco y después dejás”, pero
luego, la abstinencia de algunos es muy valorada:
“saben que cuentan conmigo”, “ya aprendieron
que yo no me voy a poner a ordenar todo porque
no chupé, no voy a limpiar los vómitos, pero sí le
voy a decir al taxista adónde tiene que ir…”, “no
me joden más, capaz que se sienten más cuidados
porque yo no chupo…”.
¿PORQUÉ TOMAN?
En muchos de los aspectos tratados en los
grupos, la edad de los participantes no constituye
una variable de peso. Las respuestas de los
jóvenes de mayor y menor edad no son significativamente
diferentes. Pero en relación a las motivaciones
que los llevan a tomar, sí lo son. Los
menores y los mayores toman por razones
diferentes, aún cuando las primeras respuestas
de unos y otros apuntan a generalidades
como: “para pasarla bien”, “porque está
bueno”, “porque es divertido”, “porque sobrio,
nunca la vas a pasar tan bien”, etc.
Los más jóvenes (13-14), toman básicamente:
• Para experimentar: “por curiosidad”, “para ver
qué se siente”, “antes no tomaba pero quería
probar, quería saber cómo era tomar, y probé, y
ya está…”, “empecé a los 12, ¿qué buscaba?
probar”;
• Para desinhibirse: “es para agrandarse”, “para
hacerse el cheto”, “el alcohol te hace más
canchero”, “los que más toman son los que
quieren hacerse los chetos”, “te ahorrás todo el
viaje si querés estar con una mina…, sino, le
tenés que contar a tus amigos quien te gusta, y
ellos van y le cuentan a las amigas de ella para
que le cuenten…”, “los guasos toman para levantar
una mina, las minas para hacerse ver, para
decir soy re-diosa, miráme”;
• Por presiones del grupo:”al principio te hinchan
las bolas porque no chupás”, “yo me hago el que
tomo para que no me jodan”, “los amigos te
dicen que sos un cagón”, “te dicen que sos
inmaduro”, “te tratan de ñoño”, “te dicen ñoñito”,
“si están todos tomando vos tomás…”;
• Para divertirse: la diversión en este tramo
etáreo, parece pasar fundamentalmente por
“ponerse chispita” y por “echar mocos”, como
“jugar al ring raje”, mandar pizzas o remedios
a la casa de algún vecino, etc.
Los mayores (15 a 17) toman básicamente:
• Para divertirse: a esta edad las presiones ya no
tienen la importancia que tenían antes: “tus amigos
tratan de que tomes, pero si no querés, no te
insisten”, “mientras más chico sos, más te importa
pertenecer, fumás o tomás para hacerte el cheto, a
esta edad ya no te importa, te sentís más seguro de
vos mismo”, “por más que te digan tomá, ya tenés
tu personalidad”, ”yo creo que si ellos quieren
tomar, que tomen, no hay drama…”, “ahora tomo
para sentirme mejor, para estar más alegre, para
divertirme, para pasarla bien”;
• Porque el cuerpo lo necesita: “te acostumbrás
a los efectos que produce, te gusta el cuerpo
caliente por dentro…”, “me voy haciendo el bocho
toda la semana, siento que lo necesito y sé que el
sábado me voy a emborrachar”, “cuando estás
vacío, empezás a tomar”, “necesitás sentir ese
calorcito en la garganta, para mí no se toma para
hacerse ver, los que fuman sí, pero los que toman,
no…, lo necesitás…”.
Desde una perspectiva más amplia, que engloba
las motivaciones anteriores, podría afirmarse
que los adolescentes y los jóvenes buscan
alcanzar, con la ingesta de alcohol, uno de estos
dos objetivos:
• Algunos toman, básicamente, para adquirir lo
que no tienen: una imagen de “grandes”, o de
“chetos”, aplomo, confianza, seguridad en sí
mismos, “ganas”, “energía”, alegría, éxito, “levante”,
”ser alguien”, al menos por un fin de semana, etc.;
• Otros toman, básicamente, para “sacarse de
encima” ciertos niveles de exigencias que los
abruman, para relajarse, para “desenchufarse”:
“estoy esperando terminar de rendir para remamarme,
este sábado no, el que viene, me voy a remamar”,
“me llevo un montón de materias y vivo en la
particular, estoy harto, trato de zafar y de irme a
algún lado a tomar, ¡me quiero poner en pedo!”,
“chupás como una forma de descargarte…”.
En principio, el intento de alcanzar uno u otro de
estos dos objetivos, parece estar vinculado con
un punto ya analizado anteriormente, bajo el
título ¿con quién toman?
En efecto, los del primer grupo toman más entre
desconocidos, cuando no están en confianza, en un
ambiente al que sienten hostil, donde hay que
demostrar que se es, o se tiene, algo que en
realidad no se es o no se tiene.
Los del segundo grupo en cambio, son los que
toman más entre amigos, en un entorno donde se
sienten en confianza y contenidos, donde saben y
sienten que se pueden relajar.
Por último, antes de terminar este Capítulo se hace
necesario hacer dos aclaraciones, referidas a la
convocatoria de los jóvenes para participar en los
grupos, que permiten contextualizar lo que se ha
afirmado aquí: por cada joven que asistió a los
grupos, fueron invitados 4 más, que no pudieron o
no quisieron asistir. Esta alta tasa de rechazos e
inasistencias, tuvo que ver con dos factores que
pueden relacionarse, casualmente, con los objetivos
que los jóvenes persiguen al tomar alcohol:
• Por un lado, pareciera que, a algunos jóvenes,
realmente les falta energía, entusiasmo, decisión,
etc. para encarar ciertas acciones, (en este
caso, la participación en los grupos foco). Si bien
valoraban el obsequio que iban recibir en retribución
por su participación en los grupos, las respuestas
más frecuentes frente a la invitación a participar,
fueron de indecisión: “y…, no sé…”, “llamáme más
tarde”, “ya voy a ver”, “voy a buscar un amigo”, voy
a preguntarle a mi mamá”, etc.
En un primer momento estas respuestas resultaron
naturales y lógicas frente a una situación desconocida,
pero cuando se reiteraron 4, 5, 6, veces con
algunos de los invitados, ya se hizo necesario
pensarlas desde otra perspectiva. Lo mismo ocurrió
con otras limitaciones que dan cuenta de un nivel
de restricciones muy grandes entre algunos
jóvenes, por ejemplo, los que no pudieron asistir a
los grupos porque desconocían su número de
documento, y tampoco tenían acceso a él “porque
lo guarda mi mamá, y no sé cuando va a volver”, o
los que no fueron por falta de algún padre o tutor
que les firmara una autorización para ir a los
grupos.
• Por otro lado, la necesidad de otros jóvenes,
de “sacarse de encima tensiones y exigencias”
a la que se hizo referencia en párrafos anteriores,
también parece constituir una realidad
cotidiana en ciertos sectores sociales. Quizás la
última semana de Noviembre, en la que se realizaron
los grupos, es la más estresante del año, por el
cierre del año escolar y de las actividades extra
curriculares; lo cierto es que algunos jóvenes se
veían realmente agotados, y otros, muchos más,
debieron rechazar la invitación a participar en los
grupos porque tenían tal cantidad de actividades
(trimestrales, recuperatorios, exámenes en los
Bachilleratos Internacionales, o en las Academias
de Idiomas, presentaciones o fiestas de fin de curso
en gimnasia, danza, folclore, hip hop, etc.) que no
podían disponer de las dos horas para asistir a las
reuniones.
Si bien estas dos actitudes no están intrínsecamente
vinculadas al nivel socioeconómico de los
jóvenes, cuando se los invitó a participar en los
grupos pudo observarse una clara tendencia a que
los de nivel bajo se conecten con las limitaciones,
y los de nivel alto con las exigencias.