Cacerolas: llegó la hora de parir una solución extraordinaria.



Por Sebastián García Díaz
Miembro de Esperanza Federal (Civilitas)

Escribo con la mano caliente todavía de golpear las cacerolas otra vez. Con la emoción de ver tantos miles de ciudadanos nuevamente movilizados, pero con la preocupación de que aún no está claro qué haremos el día después.

Hay momentos en la vida de las personas en las que no se puede actuar con la lógica normal. Lo extraordinario de la situación exige comportamientos extraordinarios. Eso también ocurre en la vida de un país.

Hoy en Argentina un grupo político, utilizando todas las reglas de la democracia, busca terminar con la democracia. Se aprovecha de la república para manipularla en forma discrecional y terminar con ella y sus instituciones. Toma los dineros federales y abusa de ellos, haciendo arrodillar a provincias y municipios con nuestro dinero. Y lo más grave: transforma el Estado en una gran maquinaria de corrupción para robar miles de millones y encubrir con una impunidad que indigna.               

Para perpetuarse, no trepidan en ir por todo: reforma de la constitución incluida y manipulación del Poder Judicial, bajo el eufemismo de la “democratización” (¡cuánto cinismo!). No se quedan en la superficie: avanzan sobre la educación pública para adoctrinar en su relato a nuestros chicos, se mimetizan con los movimientos populares para cooptarlos y tienen la idea fija de condicionar las libertades -especialmente la libertad de prensa- buscando que todo llegue a estar digitado desde el Estado.

El diagnóstico de las cacerolas es certero: tenemos un grave problema, que incluso se ha vuelto trágico. Porque mientras lloramos sobre las formas violentadas, mueren compatriotas de a cientos, a causa de esa desidia.

Ya no queda margen para intentar hacer entrar en razón al Gobierno K. Seguir jugando el juego perverso del Estado de Derecho que nos ofrecen. Le están pegando al país con un garrote y ya no hay tiempo: el daño en breve comenzará a ser irreversible en ciertos ámbitos.

¿Cuál es la solución extraordinaria? 

En otras épocas, situaciones como ésta producían la tentación en algunos sectores de romper con el orden democrático y convocar a los militares. Gracias a Dios hemos aprendido -con sangre y fuego- el error fatal de esas “soluciones”.

¿Cómo lograrlo entonces sin violentar los principios que pretendemos preservar? Las cacerolas lo están gritando: los opositores debemos unirnos de un modo tal que seamos capaces de presentar una sola opción opositora unificada que logre un triunfo contundente.

Ya no hay margen para disquisiciones sobre las grandes cuestiones que nos diferencian y que son muchas. Son pequeñas sin embargo comparado con lo que está en juego. El común denominador es el compromiso de restaurar las reglas básicas hoy avasalladas. Ya habrá tiempo luego para el debate. Hoy un buen gobierno es simplemente parar esta masacre institucional.

Sigamos el ejemplo de Venezuela. Debemos unirnos, todos los partidos políticos de la oposición, grandes y pequeños, radicales, socialistas, peronistas disidentes, partidos de centro y provinciales, del Pro y de la Coalición Cívica.

No tengamos miedo a que la ciudadanía nos malinterprete ¿No sería acaso una bolsa de gatos, una nueva “alianza” como la que nos llevó a la crisis del 2001? El contexto es otro. El riesgo es que un proyecto de corte totalitario pueda eternizarse en el poder como lo está haciendo el chavismo aún sin Chavez.

¿Hasta dónde están dispuestos a llegar si vieran amenazados sus privilegios y su impunidad? Por los antecedentes, podrían echar mano del fraude electoral si los votos no los acompañan.

Argentina nos pide grandeza. 

La unidad de la oposición debe ser estructurada ahora, en el 2013 y antes de las internas abiertas, para crecer con paso firme hacia el 2015. Seguramente obligará a algunos que son y no son a decidirse. Mejor aún, porque no hay margen para personajes grises.

Trabajemos por un triunfo contundente de la oposición, pero no todos haciéndolo en paralelo porque perderemos (como ya lo hicimos en el 2011). Todos juntos. Un frente electoral que lleve a los mejores candidatos de todos los partidos de la oposición en una sola lista. Basta de miradas mezquinas o de corto plazo.

Soy muy consciente de lo difícil de la propuesta. En Córdoba supondría unir a Aguad, a Juez, a De la Sota, a Mestre y a Schiaretti. Pero la situación es extraordinaria y exige una solución extraordinaria que nos llevará por lo menos tres años construir. Empecemos ahora.