El informe que forzó mi renuncia (Cap 1 del libro Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia)


1. El informe que
forzó mi renuncia


El viernes 6 de noviembre de 2009 ingresé al hall de entrada de la oficina de Casa de Gobierno y pedí hablar con la Secretaria del Gobernador. “Vengo a dejar este informe para Schiaretti que también le acabo de acercar al Ministro de Gobierno y Seguridad, Carlos Caserio” le señalé.

El jueves 10 de diciembre, un mes después, a través de un correo electrónico le solicito al Ministro Caserio una reunión formal con el gobernador y con él para hablar del informe presentado y poder profundizar en los detalles. Nunca recibí respuesta.

El miércoles 13 de enero de 2010 tomé la decisión de hacer público un extracto de ese informe. Tenía conciencia de que estaba poniendo en riesgo mi cargo. Pero era el momento de hacer participar a la ciudadanía. Que se conociera las falencias estructurales en la Lucha contra el Narcotráfico y que ese conocimiento sirviera como presión pública para lograr avances más categóricos.

Lo conversé con todos mis colaboradores cercanos en la Secretaría y todos me apoyaron, aún sabiendo que ellos también podían perder sus trabajos en los que habían puesto tanto esfuerzo a lo largo del año 2009.

Hice público un extracto de aquel informe a los medios de prensa con un planteo muy claro respecto a la falta de un Plan Nacional de Lucha Contra el Narcotráfico y, fundamentalmente, la falta de una Fuerza de Elite capaz de perseguir a las grandes redes de narcotraficantes.

Pero ¿Qué decía el polémico informe? Lo reproduzco aquí porque es un resumen muy esclarecedor de todo lo que está pendiente en Argentina (y en Córdoba) sobre la materia.


EXTRACTO DEL INFORME
PRESENTADO AL GOBERNADOR
SOBRE LA SITUACION DE LA LUCHA CONTRA
EL NARCOTRAFICO EN CORDOBA



a. Balance en Prevención, Asistencia y Lucha contra el Narcotráfico.

A diez meses de haber aceptado la oferta de hacerme cargo de la creación de esta Secretaría, vale un balance del plan de acción que se está implementando y remarcar los factores críticos para seguir adelante.

Hemos logrado avances importantes en la Sistematización de la Prevención de la Drogadicción, tanto desde el punto de vista Institucional-Educativo, a través de la instrumentación del Programa Quiero Ser en las Escuelas Primarias, como en la organización de la comunidad a través de la Red Social de Prevención Córdoba Libre, ambos con proyección provincial.

No hemos tenido iguales resultados en lo que hace a la asistencia a adictos, más allá de los esfuerzos que hemos realizado desde la Secretaría por canalizar las inquietudes de los que se han contactado con nosotros. Sin embargo, la ley nos brinda una competencia sólo de coordinación y no de acción directa.

El trabajo de coordinación que hemos llevado adelante con el Ministerio de Salud, todavía no arroja, en este sentido, resultados objetivos para la ciudadanía. Urge avanzar en un Sistema Complementario de Becas de apoyo para tratamiento de adictos sin recursos ni cobertura social en centros privados y organizaciones no gubernamentales, mientras extendemos la respuesta desde la órbita pública, a escala provincial.

Mi mayor preocupación está concentrada, sin embargo, en los pocos avances realizados en lo que respecta a la Lucha Contra el Narcotráfico en Córdoba.

Más allá de los esfuerzos positivos que hemos hecho en conjunto con la Policía de Córdoba, por canalizar de forma ordenada las denuncias anónimas que puede hacer la ciudadanía, a través del 0-810-888-3368, hay una necesidad imperiosa latente de exigir al Nivel Federal -a los poderes correspondientes- la decisión de luchar contra el narcotráfico con otra escala y otra profundidad.

b. Necesidad de exigir un Plan al Gobierno Nacional

En esta materia el territorio provincial se ve profundamente afectado por la falta de políticas públicas eficaces desde la órbita federal.

Ha llegado la hora, en ese sentido, de presionar al gobierno nacional, con la misma firmeza con que lo hacemos por otras cuestiones, también respecto a este tema. Urge instrumentar un Plan Nacional para combatir las redes de narcos que se están apoderando paulatinamente del país.

Las señales que se reciben, por ahora, desde el Estado Nacional son muy confusas. No es un tema menor el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que declara inconstitucional la penalización de la tenencia para consumo y que ha supuesto un duro golpe. En primer lugar a la propia tarea de prevención, por las distorsiones que produce el mensaje despenalizador en los miles de chicos que tenían esa barrera legal como un límite a su curiosidad por experimentar. En igual medida a la Lucha contra el Narcotráfico, puesto que deja abierta la puerta para que -aprovechando la confusión entre el simple tenedor y el comercializador al menudeo- se multipliquen los jóvenes vulnerables enlistados para el microtráfico impune.

Pero la cuestión no se agota en ese fallo. La oferta de droga crece en forma exponencial en todo el territorio nacional (es importante que desde Capital Federal no circunscriban su mirada sólo al Gran Buenos Aires). Mientras cada provincia haga lo que pueda, no estaremos dando una respuesta adecuada a la escala del problema.

Para tener una idea, me circunscribo a Córdoba. Si calculamos que a esta altura ya existen unos 5.000 puntos de venta de drogas en la Provincia y  hablamos de por lo menos unos 40.000 kilos, sólo de marihuana, al año para proveerlos. Esta cifra nos da la pauta del esfuerzo que debemos hacer para aspirar a dar un golpe certero al tráfico de estupefacientes. Si la multiplicamos por todas las provincias, el cálculo se vuelve alarmante.

c. Necesidad de Radar en la zona norte de Córdoba

Por aire están aterrizando todos los días del año avionetas de vuelos clandestinos en nuestro territorio provincial con total impunidad. Para controlarlo necesitamos del gobierno federal, el largamente prometido Radar con la tecnología adecuada, a ser instalado en la zona norte de Córdoba.

Las noticias indican, sin embargo, no sólo que no tendremos novedades en este sentido, sino que además es irregular el funcionamiento del radar que ya existe en la Provincia de Misiones. Hablamos de 220 vuelos ilegales diarios que se calcula ingresan por dicha frontera norte y que aterrizan en más de 1.000 pistas clandestinas.

Si se decidiera un rápido avance en el proceso de radarización, a la par es preciso que los legisladores nacionales aceleren la sanción de una Ley de Derribo, normativa básica para poder realizar un control efectivo de esos vuelos. No tener esa herramienta de amenaza a los que no obedecen la señal de aterrizar es una razón suficiente para que los narcos se nos “rían en la cara”.

d. Legislación adecuada respecto a Lavado de Dinero, Vínculo con otros delitos y tráfico de drogas de diseño

No es la única asignatura pendiente por parte de nuestros representantes legislativos. Urge que los Diputados y Senadores nacionales avancen en mejorar las regulaciones necesarias respecto a Lavado de Dinero. Argentina cuenta con una legislación al respecto, pero casi no se registran condenas. 

Lo mismo respecto a los vínculos del Narcotráfico con otras redes de delitos como la Trata de Personas, que está afectando seriamente la zona sur de nuestra Provincia de Córdoba

Un capítulo especial debe ser dedicado al creciente tráfico de drogas de diseño y sus precursores químicos. Si no preparáramos la legislación y la estructura de control a este nuevo formato de comercialización de estupefacientes, en breve nos convertiremos en referencia a nivel regional y mundial sobre la materia.

En nuestra provincia, se ha dado el vergonzoso caso en el 2009, de atrapar a un hombre que traficaba más de 120.000 pastillas ilegales, quedando en libertad a las 48hs por falta de una normativa que castigue como corresponde el delito.

Lamentablemente, el cierre de las sesiones de este año en el Congreso Nacional, no arrojó novedades sobre ninguna de estas cuestiones.

e. Necesidad de una Unidad de Control Preventivo

Por tierra, las fronteras del país son demasiado flexibles. Además de un control fronterizo más eficiente, necesitamos instrumentar un Sistema de Postas Móviles en todas las rutas del país, similar a la tarea de la Policía Caminera de Córdoba, que ha dado excelentes resultados.

Una propuesta de este tenor ha sido elevada a la Policía de la Provincia de Córdoba por nuestra Secretaría, para controlar al menos las rutas de la provincia. Al final de cuentas, no importa por donde ingrese la droga, en algún momento se traslada por carretera.

La creación de esta unidad requiere, sin embargo, la inversión en scanners de última generación, personal capacitados y asistencia de canes y otras herramientas tecnológicas. Su potencial lo justifica.
Por Ferrocarril no hay controles efectivos, y tampoco lo hay en lo que llega por Correo Postal, ni por tránsito de Personas. Esta Unidad de Control Preventivo, también debe extender su competencia en forma paulatina a estos otros canales críticos de ingreso de droga al país.

En definitiva, es urgente desarrollar divisiones de las fuerzas de seguridad con capacidad y recursos suficientes para realizar tarea preventiva y disuasoria en todos los frentes, más allá de las estructuras que dispongamos para la acción de investigación directa y persecución.

f. Necesidad de fortalecer la Acción Federal en la Provincia.

La Justicia Federal, no sólo en Buenos Aires sino en cada distrito, requiere ser provista de una fiscalía exclusiva en la materia. O al menos el Poder Nacional debe brindar el equipamiento y la escala necesaria para dar respuesta. La cantidad de personas y los recursos con los que cuentan hoy las fiscalías locales no resultan adecuadas para liderar el proceso de investigación y captura.

La Policía Federal, más allá del valor de sus hombres, concentra su mayor efectividad en la Capital Federal y a esta altura es un insulto para los provincianos que tengamos a la mayoría de sus efectivos haciendo tareas ordinarias en la Ciudad de Buenos Aires, en lugar de concentrarse en investigar y perseguir delitos complejos de órbita federal, con equipamiento y recursos humanos, adecuadamente distribuidos en todo el territorio nacional.

Las policías provinciales están desbordadas, en su asistencia diaria a la Justicia Federal, por la lucha contra los “kiosquitos” de venta de droga que los vecinos denuncian alarmados y que se multiplican como hongos en los barrios. Este año la Policía de la Provincia de Córdoba ha elevado los procedimientos a una cifra histórica de 1.736 pero en un porcentaje mayoritario se trata de este tipo de vendedores al menudeo.

¿Quién está concentrado en investigar y atrapar a los narcotraficantes principales en Argentina? Hoy la respuesta no es clara y determinante. Las investigaciones grandes, que llevan dinero, esfuerzo, tiempo y perseverancia, no son dirigidas ni recompensadas por ningún poder directivo concreto que tenga los recursos suficientes. Crear esta instancia es prioridad uno.

En verdad lo que se necesita es una Fuerza Nacional de Elite, dispuesta y capaz de liderar el proceso de investigación y persecución de las redes de narcotráfico a nivel federal. Esta fuerza, o surge de la propia Policía Federal o se crea una instancia nueva con este objetivo.

g. Necesidad de mejorar las herramientas tecnológicas

El sólo hecho de observar el Centro de Escuchas Telefónicas -de órbita nacional- que funciona, por ejemplo, en Córdoba nos puede dar una idea de lo burocrático que supone llevar adelante las investigaciones complejas, dado que las escuchas telefónicas son la principal herramienta que se utiliza, al menos en nuestra jurisdicción.

h. El problema más grave: la “favelización” de los barrios

No puedo terminar sin remarcar el modo en que las redes de narcotráfico se han instalado en barrios de todo el país (no sólo en el Gran Buenos Aires). En Córdoba ya operan en forma incipiente como carteles, subordinando a la comunidad a su propuesta económica y a su dinámica de funcionamiento ilegal. ¿Podemos ver impávidos como repetimos el proceso de Río de Janeiro, de Juarez o de Calí?

En estos casos, las intervenciones judiciales y policiales que utilizamos en Argentina para casos puntuales pierden eficacia.

Sólo una acción de alto impacto policial, coordinado con todas las fuerzas de seguridad del país, puede proteger los derechos de las familias que todavía no han caído en la subordinación a los narcotraficantes, pero que sin embargo se sienten desamparadas frente al fenómeno.

Ni siquiera la intervención social preventiva o asistencial es suficiente en la zona -lo he comprobado personalmente- si no somos capaces de dar una respuesta contundente en el castigo a los narcos que operan con total impunidad en el sector.

En este sentido, sin embargo, estamos obligados a redoblar los esfuerzos de coordinación para que la acción social y comunitaria que lleva adelante el Gobierno de Córdoba en estos barrios no aparezca como esfuerzos aislados y fragmentados.

Nuestra propuesta es crear un Comité Interministerial, encargado de sistematizar y acelerar las soluciones que se requieren a nivel social en cada uno de estos barrios muy comprometidos con el narcotráfico.

Pero insisto en que, aún siendo eficaces en esta respuesta, todavía queda por desarrollar herramientas de alto impacto para desbaratar las bandas que operan en esos barrios.

i. Conclusión

La Policía de Córdoba ha incorporado nuevos efectivos a la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico, nuevo equipamiento y móviles. La difusión del 0-810-888-3368 seguirá ayudando a sistematizar la información que acerca la ciudadanía, sin la presión de tener que hacerlo en forma personal. Pero si, desde la órbita federal, no recibimos novedades sobre estos aspectos de urgencia, será difícil revertir el proceso de crecimiento de las redes de narcotráfico que operan en nuestra Provincia y en particular en los barrios de las principales ciudades de Córdoba.

Por ese motivo, solicito autorización para peticionar ante los organismos nacionales pertinentes -ejecutivos, legislativos y judiciales- a los fines de solicitar avances en cada uno de estos puntos, así como volver a intentar convocar a todas las instituciones con asiento en Córdoba que están involucradas en la Lucha contra el Narcotráfico, para consensuar la importancia de exigir estas políticas y decisiones aquí resumidas, conformando un Consejo de Lucha contra el Narcotráfico.

Mientras tanto, nuestra Secretaría seguirá concentrando sus esfuerzos en la tarea de prevención y en lograr avances en lo que respecta a asistencia a adictos. Pero la expectativa de la ciudadanía es que podamos controlar no sólo la demanda sino también la oferta que crece con impunidad.

Sin otro particular, saludo a Ud. con mi más distinguida atención y quedo a sus órdenes para ampliar este resumen en los aspectos que considere menester.       

                        Sebastián García Díaz
                        Secretario de Prevención de la Drogadicción
                        y Lucha contra el Narcotráfico de Córdoba


La difusión del informe tuvo un impacto inesperado. Fue publicado y comentado no sólo en los medios locales y provinciales sino también en Clarín, Infobae, América, C5N, Continental, Crítica, Crónica y otros medios nacionales. Incluso fue comentado por periódicos de Paraguay, Perú y Bolivia. Por esa repercusión, recibí llamados de medios de todo el país.

Desde ese día, comenzó la operación para forzar mi renuncia. Al hacer pública esta rendición de cuentas de cara a la ciudadanía me había convertido en un “enemigo”.

En los medios locales, comenzaron a circular comentarios que hacían distintos funcionarios allegados al Ministro Caserio o al propio gobernador. No había que ser un especialista en ciencia política para saber que el sentido de todos esos trascendidos “en off” era debilitarme, buscando que yo renunciara voluntariamente. Varias personas conocedoras de la historia política reciente de Córdoba, me comentaban con asombro que hacía mucho no veían una acción tan sistemática y tan intensa.

Mi problema era que el gobernador no me daba apoyo político alguno. Me había dejado sólo, aunque -hay que decirlo- muchísimo antes de la difusión de este informe. Y como me dijo un peronista que conocí en los barrios: “este gobierno es una pileta llena de pirañas. Si estás sano no te muerden, pero si ven un poquito de sangre, te devoran”

Como contracara, decenas de personas conocedoras de la realidad de la droga en Córdoba, me llamaron por esos días para felicitarme por haber puesto en el tapete la cuestión y forzar su debate público. Ninguno de ellos, estaba dispuesto a poner su nombre y su apellido en ninguna instancia porque, de alguna u otra manera, temían a las represalias. Pero confirmaban el contenido del informe.

Así llegamos a Febrero del 2010. Solicité formalmente una reunión con Caserio apenas volvió de vacaciones, y envié notas a todos los ministros para seguir adelante con la gestión. Sólo Walter Grahovac, Ministro de Educación -quien debo decir siempre se mostró predispuesto, abierto y preocupado por la problemática y la prevención- me dio una reunión en la que planificamos el año y la extensión del Programa de Prevención de la Drogadicción “Quiero Ser” a todas las escuelas de la provincia, sin condicionarse por la inestabilidad en la que se encontraba mi posición.

Las versiones sobre mi renuncia se volvieron tan insistentes, que decidí enviar un mensaje a la opinión pública. Trasladé a la prensa un comentario para marcar una barrera: “habría que ver a quién le conviene que un funcionario que pone en el tapete el problema del narcotráfico en Córdoba quede debilitado y sea obligado a alejarse del cargo”. También señalé que, aunque no estaba dispuesto a renunciar, si me lo pedían por este informe, lo haría orgulloso.

Caserio terminó convocándome a su oficina el día 22 de Febrero, 40 días después de haberse hecho público el informe. Era un día lunes. Pero el viernes anterior me envió un emisario -me reservo el nombre, pero era uno de los funcionarios del grupo chico del gobernador Schiaretti- para anticiparme que “mi suerte estaba echada y que me daba tres alternativas: 1, retractarme del informe públicamente como único modo de permanecer en el cargo, 2, renunciar por motivos personales, en cuyo caso todos mis colaboradores podrían quedarse en sus puestos o 3, la advertencia de que si me iba peleando, la pelea sería ‘a muerte’.”

Ese mismo viernes -curiosa coincidencia- soy citado por el fiscal Enrique Senestrari, a la Justicia Federal, que había decidido abrir una causa con mi informe para investigar si existían lugares concretos y personas concretas detrás del mismo. Aunque no tengo pruebas, todo me hace pensar ahora -viendo la situación en perspectiva- que probablemente haya habido una sintonía con la operación montada por Caserio para amedrentarme.

¿Cómo era posible que se hiciera el gasto de abrir una causa por un informe que evidentemente no constituía una denuncia concreta, sino que formulaba una perspectiva general? La teoría de que lo hacían por un simple enojo judicial, no me cerraba ya que -como puede verse- en el escrito yo insistía con darle a la Justicia Federal más recursos humanos y tecnológicos. Nunca esperé aplausos por esta defensa de sus necesidades, pero tampoco esperé nunca que se sumaran con su presión, a mi caída.

Cuando acudí al Edificio de la Ciudad Universitaria, citado a declarar, le hice estas aclaraciones al fiscal. “Las más de 60 denuncias concretas que llegaron a mi mano, durante mis recorridas en los barrios, las canalicé oportunamente a través de la División Drogas Peligrosas de la Policía de Córdoba y la propia Justicia Federal en los casos más importantes”

Senestrari me pidió que le explicitara lugares concretos o un listado “de esos 5.000 puntos de venta de droga que yo mencionaba en el informe”. Le expliqué que había llegado a ese número cruzando variables como la cantidad de denuncias receptadas por la Policía durante un año, el porcentaje de delitos que los estudios indican está dispuesta a denunciar la gente, y la población de la Ciudad de Córdoba y del interior. “El cálculo es una hipótesis científica que realicé con la ayuda de técnicos y aplicación de extrapolaciones estadísticas a partir de muestreos. Por tanto es una ridiculez que me pidan los lugares concretos donde están esos 5.000 puntos”

El fiscal no se detuvo allí. Me pidió que dejara consignada en mi declaración las fuentes del informe, esto es, las personas concretas con nombre y apellido que me habían ayudado a confeccionarlo. Le expliqué que no haría eso, que me reservaría las fuentes, porque temía que sufrieran consecuencias inesperadas. “¿Es usted consciente de la eventual responsabilidad penal por ocultar esta información?” disparó Senestrari para amedrentarme. “Lo soy” le dije como para devolver la estocada, aunque en verdad el planteo era doblemente ridículo.

No fue un detalle menor, que no habiéndole yo avisado a ningún periodista que acudiría a la Justicia ese día, en la puerta de la fiscalía, ya me estuvieran esperando dos. Traté de ser prudente, pero las declaraciones posteriores de Senestrari, denostando el informe con mucha dureza, me obligó a salir a responderle con la misma energía. Durante el día, sábado, por tanto, en los medios gráficos, radiales y televisivos, quedé cruzado en una polémica pública con la Justicia Federal, lo que debilitaba aún más mi posición.

Debo decir que más allá de que la acción de este fiscal fue completamente “tirada de los pelos” se había logrado el objetivo mediático de debilitar el contenido del informe ante la opinión pública. Muchísimas personas malinterpretaron que al no aportar “datos ciertos”, es decir nombres y apellidos, direcciones y teléfonos de cada uno de los 5.000 puntos de venta a los que hacía referencia, mi informe no tenía ninguna validez. La operación de parte de Caserio y de Senestrari había sido un éxito.

El lunes 22 acudí a la reunión con el Ministro. En cuanto me senté, empecé a escuchar sus críticas y sus amenazas. La reunión era de alta tensión. “Sebastián: vas a tener que alejarte. O te pido yo la renuncia, aunque en mis términos, o vos me presentás una renuncia tranquilo y yo lo acepto. Tené cuidado con lo que vas a decir; no lo metas al gobernador en el medio, porque si no te vamos a responder con todo: con la justicia, con los legisladores, con la prensa. Hasta te pueden meter en cana. Vos sacás trapitos al sol y nosotros te vamos a responder con todo”.

En ese momento dudé. Algunos de mis consejeros más queridos me habían dicho: “vos sos sólo uno contra todo un gobierno que mueve los hilos. No te creas el David frente a Goliat, bajá el perfil y renunciá tranquilo. Ya hiciste todo lo que podías hacer” (esos consejeros son los mismos que me pedían por favor que no publicara este libro!)

Quedamos que al otro día, a las 10 hs, presentaría la renuncia y que ninguno diría nada hasta ese momento. Caserio dejó implícito que habíamos llegado a un acuerdo. De hecho a los pocos minutos llamó a mi celular y lacónico me dijo: “el gobernador está al tanto del ‘acuerdo’ al que hemos arribado y da su conformidad”

Esa noche no pude dormir, pensando en el mal trago que estaba por pasar. Pensé en las amenazas, en mi familia, en mi vocación política… Recé mucho. Al otro día me presenté a la hora señalada en la oficina de Caserio, le entregué mi renuncia y le dije: “Carlos, no hay acuerdo conmigo. Ustedes crearon esta secretaría sin tener la menor idea de lo que eso suponía. Y se equivocaron de persona si creían que con un cargo me estaban comprando el alma. Yo quedo en total libertad. Ah! Y te pido que cumplas con todas esas amenazas que me tiraste ayer. Vamos a ver al final del camino quién pierde y quién gana”

Caserio cerró abruptamente la reunión. Me levanté y salí nervioso, pero a la vez tranquilo -con la conciencia tranquila- por no haberme dejado atropellar por un matón.

Mientras caminaba por los pasillos de Casa de Gobierno hacia la Secretaría para ir a buscar mis cosas, ya había salido un comunicado a la prensa desde el Ministerio, atacándome en duros términos. Mientras entraba a la oficina, ya me llamaban los medios. La suerte estaba echada.

Mis palabras, durante la conferencia de prensa fueron breves: “han decidido matar al mensajero. Pero lo importante es que el mensaje está instalado y los funcionarios que vengan no podrán hacerse los distraídos”

“García Díaz es un estúpido, un figureti” atacaba Caserio esa misma tarde frente a todos los micrófonos. Y cometía el último error, repitiendo el burdo pretexto que había dado el día antes el fiscal Senestrari: “Para darles un ejemplo de las estupideces que habla García Díaz: en Córdoba no hay drogas de diseño. No tenemos ningún registro de ellas. No sabe nada y dice cualquier cosa”

Esa noche recibí llamados de jóvenes de toda la provincia, que se reían del ministro y del fiscal: “¡las pastillas se compran hasta en la barra de los boliches!”. Al otro día ante los medios de prensa remarqué esta gruesa mentira, con la que Caserio intentaba tapar la realidad

El jefe de la División Drogas Peligrosas, Rafael Sosa, hombre con el que yo tuve una relación muy estrecha durante la gestión, fue obligado a salir a cruzarme y a repetir la misma falacia. “Desde la Policía no tenemos antecedentes de drogas de diseño en Córdoba. Lo que se consume en los boliches son pastillas confeccionadas por Laboratorios controlados”. Nadie entendió bien qué quiso decir.

La salida de Sosa ante la prensa no podía ser más desafortunada. Al otro día, un parte de la propia Policía daba cuenta de que se había encontrado droga de diseño en el procedimiento de la noche anterior.

La subsecretaría, Elena Domínguez, feliz de ocupar mi cargo, intentaba darme el último golpe, aunque sin éxito: “Sebastián no trabajó en equipo con nosotros. Se cortó sólo. Además planteó los problemas, pero no plantea las soluciones”. Domínguez ocultaba en forma artera que ella misma me había pedido por favor desde el principio de mi gestión no participar en nada que tuviera que ver en la lucha contra el narcotráfico.

Fueron días difíciles. Porque nadie está preparado para semejante presión, ni aún los que tenemos vocación política. Quiero agradecer a todas las personas que por esos días se comunicaron conmigo a través de distintos medios (personalmente, por teléfono, por mail, por facebook) y sobre todo a los vecinos de barrios marginales que se ofrecieron espontáneamente a fundamentar la idea de “favelización” con sus propias experiencias personales en cada una de esas zonas.

Un comentario final de este capítulo respecto del nuevo Secretario que me sucedió en el cargo, Juan Carlos Mansilla. Es un buen hombre, comprometido con la prevención, y por eso su nombramiento no me sorprendió. Ya en diciembre del 2009 Mansilla había recorrido los pasillos de Casa de Gobierno (y había venido a la Secretaría) pidiendo “estatizar” su institución de asistencia (Programa Cambio) porque los números no le cerraban. En ese sentido entiendo que esta posición en el gobierno le venía bien. Pero lo que me resultó realmente vergonzoso es que se atrevieran, tanto él como el Ministro y el Gobernador, a defender públicamente la decisión de dejar de luchar contra el Narcotráfico en la Provincia. “Concentraremos a la Secretaría en la prevención y la asistencia y dejaremos la lucha al gobierno nacional”.

¿Cómo era posible que, en el transcurso de un año, un gobierno pudiera cambiar de tal manera de opinión? Lo más grave fue que anunciaran estos cambios sin enviar antes un proyecto de Ley modificando las competencias que establece la Ley 9.600 creadora de la Secretaría. Allí hubiéramos podido ver si los propios legisladores (incluso los oficialistas) eran capaces de revertir completamente el criterio que habían votado por unanimidad exactamente un año atrás.

Mansilla anunció en su discurso de asunción que se pondría a confeccionar un plan. Pero deliberadamente pasó por alto que lo que en verdad había ocurrido con la Secretaría era que se estaba produciendo un rotundo cambio de plan.  Había ganado la visión de mantener el status quo del Ministro Caserio, quien había encontrado un nuevo funcionario, dispuesto a hacerle el juego.

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