Los 5 desafíos de la etapa "post-schiaretti": el primero, la corrupción.










No es ésta una reflexión sobre lo bueno o lo malo que han hecho los sucesivos gobiernos de Unión por Córdoba a esta provincia. O para criticar a Schiaretti. 

Está claro una cosa: es un ciclo terminado. Son un equipo político que está administrando, desde hace mucho, el status quo. Que están logrando hacer -recién ahora- las obras que se deberían haber hecho hace mucho tiempo. Y que siguen buscando mostrar algunos cambios "cosméticos", pero sólo para asegurarse de que nada cambie. 

No es bueno para los cordobeses que un mismo equipo de gobierno se perpetúe en el poder por tanto tiempo (20 años). La corrupción estructural es sólo una de las consecuencias importantes. Pero también la mediocridad que se instala cuando una gestión se aburguesa y se apoltrona en sus sillones.

Como a ninguno de nosotros nos resulta indiferente el futuro de esta Córdoba donde vivimos con nuestros hijos y que tanto queremos; donde trabajamos y nos desenvolvemos, vale la pena que empecemos a presionar para que el cambio sea real, con una gestión que verdaderamente transforme.

Hago mi humilde aporte remarcando los 5 grandes desafíos que, desde hace muchos años, siguen pendientes en Córdoba. Comienzo por el Primero en este artículo (en las próximas semanas iré subiendo los siguientes)

1. El desafío institucional. 

En Córdoba las instituciones parecieran que funcionan, pero no funcionan. Y eso ha permitido un enorme sistema de corrupción y discresionalidad.

Los tres poderes del Estado no funcionan como tal. El Legislativo no tiene independencia ni capacidad para controlar al Poder Ejecutivo ni al Judicial. Allí está todo por hacerse: desde la manera que elegimos a los legisladores (hoy a través de una terrorífica lista sábana) hasta la forma en que estudian, debaten y se establecen las leyes y cómo se controla. Hoy el Legislativo podría no existir y nada sucedería en Córdoba. Y eso es muy peligroso para la democracia y la República.

La justicia tampoco controla al poder. El "fuero anticorrupción" ha sido una risa todos estos años, sin que ningún funcionario del ejecutivo o del judicial se haya puesto colorado por semejante impunidad. El Fiscal General que es el "jefe de los responsables de investigar" lo pone el ejecutivo y así se asegura que no lo controle.

El Tribunal de Cuentas Provincial, que supuestamente controla la correcta ejecución del presupuesto, tiene mayoría asegurada por el sistema de votación vigente, del mismo partido que el gobernador. Por lo que no hay control asegurado allí. Como tampoco en los Entes de control como el ERSEP y otros que no tienen la fuerza suficiente ni la independencia para hacerlo.

Aquí hubo un grave defalco al Registro de la Propiedad de la Provincia de Córdoba durante estos años de gobierno. Pero la investigación y las correcciones fueron muy limitadas. Y nadie nos garantiza que no pueda suceder de nuevo. 

Los mecanismos institucionales de control y transparencia nada hacen en el caso del Banco de Córdoba, Lotería y juego, Epec, Apross y otros organismos como por ejemplo "Caminos de las Sierras" que maneja las autopistas y accesos a Córdoba.

No tenemos garantías en ningún caso: ni en lo macro ni en las más básicas licitaciones donde, curiosamente, en general ganan empresas vinculadas con el poder como fueron Electroingeniería, Odebrecht, Britos y otras. (aquí sólo nos están faltando los "cuadernos" para desentrañar una trama de corrupción similar a la que nos escandaliza a nivel nacional)


De hecho una cuestión tan simple como los concursos para manejar la publicidad del gobierno provincial, no se hacen y esos fondos se manejan en forma absolutamente discrecional.

La más grave de las cuestiones institucionales es, sin duda, la crisis de la policía de Córdoba. Allí habrá que poner un civil al frente de esa institución, sin compromisos con las camarillas internas y asegurar una depuración completa y total. Si seguimos sin hacer lo que hay que hacer, en pocos años nuestra fuerza se parecerá mucho a la "maldita policía" de la Provincia de Buenos Aires, que es un cáncer que ningún gobernante está pudiendo domar. Urge un cambio de fondo antes de que sea demasiado tarde.

Hay cuestiones que comparado con lo anterior parecieran menores pero no lo son: candidatos que se presentan a una cosa, pero al poco tiempo de asumir ya se presentan para otra, candidatos que han ido al congreso nacional pero que no han vivido siquiera en Córdoba, representantes que no están capacitados para ninguna función. Y que sin embargo están allí porque han llegado agazapados detrás de alguna figura más convocante.

En estos años se hizo como que se concursaban los cargos jerárquicos del Estado. Pero eso fue una jugada para poner en la mayoría de los casos a los amigos en el poder, sin posibilidades de removerlos.

Se hacen reformas políticas que se anuncian con bombos y platillos y al poco tiempo se hacen contrareformas que impulsan exactamente lo contrario que antes (como por ejemplo la última jugada que permite que el gobernador sea a su vez candidato a primer legislador, reforma hecha con el único objetivo de debilitar al adversario de Unión por Córdoba en la última elección)

Y lo más básico pero elemental: nadie sabe cómo justifican sus ingresos los gobernantes que hemos tenido a nivel provincial y municipal en el caso de la ciudad de Córdoba. ¿Cómo hicieron para tener tanto dinero ellos y sus adlateres si supuestamente se han dedicado toda su vida a la actividad política?¿Cómo es que los conocimos de ingresos modestos al comienzo de su carrera y hoy son millonarios?

El panorama es muy complejo, aunque en Córdoba algunos no quieran verlo porque les queda cómodo un gobierno "corrupto, pero de buenos modales".


El nuevo gobierno tendrá que hacer una profunda investigación hacia atrás y meter preso a quien corresponda sin miramientos. Pero lo más importante: plantear una reforma institucional de tal magnitud que nos asegure que esto no volverá a pasar (habrá que incluir hasta una reforma constitucional para enmendar los gruesos errores de la última reforma hecha por De la Sota)

Para hacer un cambio de fondo en lo institucional, de esta magnitud necesitamos a alguien que tenga "autoridad moral" y respeto por parte de la sociedad para que las decisiones difíciles que debe tomar, sean fuertemente avaladas sin que haya duda de beneficios para unos o privilegios para otros.