Por qué banco al Papa Francisco



Seguir a Jesús es un asunto complejo (siempre lo fue). Porque sus planteos sobre cómo debemos amar a nuestros hermanos, como preparación a la vida eterna, son difíciles de cumplir. El es –en este sentido- el “nunca bastante”.

Ha habido muchos santos que lo han logrado. Pero si hay uno que podríamos decir es un modelo de cumplimiento de lo que Jesús nos ha recomendado hacer para ser felices fue San Francisco de Asis, el hombre que se desnudó para dejar todo y dedicarse a amar a la humanidad y a la naturaleza, sabiendo que todo lo demás “viene por añadidura”.

¿Por qué toda esta introducción? Porque la Iglesia necesitaba volver a Jesús (y volver a Francisco). Y fue este papa argentino, el Cura Bergoglio, llegado desde los confines del mundo (como el mismo se presentó) quien ya desde su nombre papal –Francisco-, hasta su visión, su discurso y sus actitudes, ha marcado el comienzo de este camino de renovación profunda.

Me extraña que alguien pueda subestimar a Bergoglio respecto a su capacidad para hacer esta tarea. Es inteligente y astuto, es sensible a las problemáticas humanas, es jesuita, tiene liderazgo innato y una larga experiencia de vida. Y es argentino.

Cuando la Iglesia se ha alineado a las enseñanzas de Jesús ha revolucionado las injusticias de este mundo (y que son tantas). En este sentido ha intervenido en “Política” con “P” mayúscula. Civilizó a los bárbaros y los convirtió a los valores occidentales, superó la esclavitud con su activismo de que todos somos hermanos, suavizó lo máximo que pudo la conquista española, condicionó la revolución industrial que tendía a explotar a los trabajadores, etc etc. El listado es grande cuando la Iglesia se ha desviado! (inquisición, Galileo…)

Para mi tener un Papa que en el medio de esta sociedad post guerra fría, consumista hasta el extremo, un tanto insensible a la solidaridad con los más pobres, fragmentada, anómica y un tanto alucinada por la tecnología; que incluso está poniendo en serios aprietos la sustentabilidad del planeta… nos incomode una y otra vez hablándonos de salir a buscar a nuestros hermanos a las “periferias de la existencia”, “hacer lío” desde las parroquias, defender el medio ambiente, ser cercanos a las problemáticas de los pobres (que en muchos lugares está vinculada a los pueblos originarios) incluso no “sacar el cuero”…. Me parece muy saludable. Lo banco.

Es un papa que nos recuerda que, al final de nuestros días, Dios no nos va a evaluar por si fuimos kirchneristas o antikirchneristas, si dimos trabajo “por derrame” o si ayudamos a los más humildes “pagando nuestros impuestos” sino por las veces que ayudamos al pobre, al hambriento, al enfermo, al que está en la cárcel, al forastero, al discapacitado, al marginado…. Porque cada vez que lo hicimos, lo hicimos con El.

En mi caso, intento diferenciar muy bien mis ideas políticas, mi apego por la república, por las instituciones, hasta por la economía social de mercado, el respeto por los contratos y por la propiedad privada, mi expectativa de que es la iniciativa privada y comunitaria la que puede mucho más que la burocracia estatal… de un mensaje que desde mi religión católica apostólica romana (del que el Papa es el líder) me marca el camino de la humilidad, el servicio al prójimo el desprendimiento, cargar la cruz de cada uno y otras consignas muy claras.

Está claro que a mi (y a la mayoría de los cristianos) nos cuesta muchísimo cumplirlas ni siquiera en un 10%. Y una y otra vez tenemos que pedir disculpas. Pero eso no quiere decir que no sea importante que el Papa y la Iglesia nos lo remarque una y otra vez, por nuestro propio bien, y el de toda la humanidad. Que vaya a contrapelo de la tendencia cultural dominante para que nadie se olvide de la dignidad del hombre y de los hombres (hijos de Dios)

“Sí pero el papa es peronista, es populista y es más amigo de los kirchneristas que de Macri” “le manda un rosario a Milagros Salas que es una chora” y “recibe a los sindicalistas y políticos corruptos que tanto mal le hacen al país”. Además “no fue contundente en su repudio a Venezuela” y “no quiere venir a Argentina a ayudar a cerrar la grieta. Al contrario, la agranda con su actitud”. Por varios de estos motivos que enumero, muchos le han quitado el apoyo a Francisco. Los respeto, pero no comparto para nada semejante reduccionismo para juzgar a un líder religioso de escala mundial que está en una transformación que excede estas cuitas tan domésticas.

Sin embargo, lo analicemos con ese prisma por un momento: en el pico máximo de tensión entre ambos lados de la grieta, ha sido el Papa el único referente que es respetado por ambos lados de la misma. Están los que se enojan de un lado y del otro con él por tener esta capacidad. Pero son los menos. Haber recibido a todos, a los de la campora pero también a cientos de amigos “macristas”, a las madres de plaza de mayo, y a los empresarios, le ha permitido ser hoy una de las pocas garantías de que el diálogo entre ambos lados no se romperá y que “la sangre no llegará al río” (con todo lo que esta metáfora tan dura puede representar).

¿Podría ser más intensivo en curar la herida de la grieta? Creo que si sobregirara, lo único que lograría es que todo gire solo en rededor de él que en este caso no es el responsable de lograrlo!! Que el Papa tenga que ser el que resuelva nuestra crisis política es una ilusión y un infantilismo. “El papa Juan Pablo II se metió en Polonía y corrió a los comunistas” Pero aquí en la Argentina del Siglo XXI estamos completamente en otro contexto. Prefiero que el Papa se preocupe de sacar a los dictadores de Africa, o que ayude a Santo Domingo a salir de su eterna miseria o que intervenga en el conflicto entre Corea del Norte y sus vecinos, a que resuelva nuestra incapacidad para convivir con los que pensamos distinto sin pensarnos como enemigos.

Para superar esa grieta habrá que tener, de ambos lados, una tolerancia que hoy no cunde. Porque si hay corruptos temibles de un lado, seríamos obtusos si no advirtiéramos que también los hay del otro. Y si hay fanáticos y talibanes completamente distorsionados en una vera, en el otro extremo también hay otros tantos. Y si hubo periodistas oficialistas antes, también los hay ahora. Y si el “pan y circo” antes era bajar el cuadro de Videla, hoy el “pan y circo” pasa por otros golpes de efecto similares. Habrá que tener un poco de amor cristiano (en el sentido más puro).

A nivel iglesia imaginemos la cantidad de presiones y contrapresiones que puede haber –a escala mundial- frente a un papa que pone sobre la mesa para debatir los temas que hace 30 años nos está pidiendo la sociedad a los católicos que debatamos. Y en forma enérgica asume la mayor de las vergüenzas de la Iglesia contemporánea que es el escándalo de los curas pedófilos!!

A alguien se le ocurrió que en el caso de Venezuela, el papa prefirió en lugar de censurar públicamente a Maduro y no lograr nada en términos reales, guardar silencio para dejar abierta la puerta a una salida negociada de ese régimen funesto?

Un obispo muy querido de Argentina me supo explicar hace un tiempo sobre el problema que tenía la Iglesia a la hora de encontrar interlocutores que hablaran con la Iglesia en representación de los pobres. Más allá de sus propios curas párrocos o incluso villeros, en general en los últimos treinta años los dirigentes que han levantado la voz de los sectores populares, tienen vínculos con las izquierdas -incluso extremistas- con punteros políticos, jefes de barras bravas, sindicalistas y hasta narcotraficantes. ¿Cómo hablar de los pobres y con los pobres, sin sentar en la mesa a estos representantes por muy distorsionados que aparezcan? Entendí la profundidad de la encrucijada. Si la iglesia no habla con ellos, otros lo harán y será peor.

Me parece que el papa va en ese sendero. Lo aplaudo, lo apoyo, lo banco.

Agrego sólo una cosa: me preocupa que católicos de muy buena fe que conozco, anden por ahí -muy sueltos de cuerpo- expresando sus decepciones prematuras, sus defraudaciones "sólo por la foto" y "porque me dijeron", con Francisco y sus oposiciones. Deberíamos ser más cautos con este Papa argentino que se la está jugando. Y en lugar de críticas ofrecer oraciones y apoyo espiritual. 

Tal vez una cuota de humildad nos vendría bien: pensar que el Papa tiene un poco más de información de lo que está pasando en el mundo (y en Argentina) mejor de la que manejamos nosotros como para hacer "juicios finales". Y que Dios es dificil que lo haya puesto ahí "al pedo".