Martin Llaryora: a tomar nota

Despejada la incertidumbre del escrutinio provisorio, ya tenemos nuestro próximo gobernador de Córdoba. Lo felicitamos y le deseamos éxito. 

Es importante que tome nota de que casi la misma cantidad de votantes que lo apoyaron, no lo votaron. ¿Qué mensaje buscó dar ese voto opositor? Probablemente no querían que un mismo signo político se perpetúe en el poder provincial por tantos años. En este sentido la nueva conformación de la Legislatura, sin una mayoría automática, así como el control de la oposición del Tribunal de Cuentas, los entusiasme. No los defraudemos con “compras de voluntades”.

También hubo desde estos votantes un rechazo muy fuerte al abuso en la publicidad oficial que se volvió escandaloso. Una crítica al orden de prioridades del gasto púbico que hoy pone demasiado foco en “ornamentaciones”. Y un apoyo a las propuestas y al foco que hizo Juntos por el Cambio en Seguridad, Educación y Salud.

En Seguridad, durante la campaña, Llaryora asumió una serie de compromisos públicos y una convocatoria a luchar contra el narcotráfico. Todos los cordobeses seguiremos con mucha atención el cumplimiento de estas promesas. No sería sensato esperar hasta el 10 de diciembre para tomar medidas. ¡Las tomemos ahora!

¿Qué significa que los barrios de Córdoba donde hay mayor incidencia de universitarios, profesionales, comerciantes y trabajadores autónomos no lo hayan votado mayoritariamente a Llaryora? ¿Qué mensaje ha querido dar la región productiva que desde la capital hacia abajo votó mayoritariamente en su contra?

Sin duda es una fuerte señal de desconfianza hacia el “cordobesismo” que pretende fundar. Hay también un mensaje para los medios de comunicación y para las instituciones que representan a esos sectores. Incluso para las universidades. 

El sector dirigencial de Córdoba, tomando esta categoría en un amplio sentido, no está conforme y siente un malestar con el esquema de “populismo blando” que ha desplegado el intendente durante su gestión. Y desconfía (con razones fundadas) de que Llaryora pueda desarrollar ahora vínculos con el kirchnerismo o con sus derivados como es el massismo. Desconfía también de los estándares éticos y de gestión de la “nueva generación” que según ha dicho el elegido gobernador, ahora se hará cargo de Córdoba. Si fuera él, tomaría nota.

Intuyo que en los próximos cuatro años se librará una verdadera “batalla cultural”. Entre un renovado y potente intento oficial de pintar toda la política y la sociedad cordobesa de un cordobesismo monocolor, que buscará dejar a los críticos y a los opositores off side. Posiblemente esta movida busque allanar el camino para un nuevo eventual salto de Llaryora esta vez hacia lo nacional. 

Del otro lado estará la sociedad civil, sus instituciones, sus medios independientes, sus partidos de oposición y sus dirigentes que deberán demostrar la valentía para controlar, para denunciar, para proponer y para construir la alternancia, con mayor profundidad y seriedad de lo que se hizo ahora. Resistir convertirnos en otra “provincia feudal”.

Desde nuestra institución Civilitas, estaremos -como ciudadanos- con nuestros “Ojos en alerta” para las distorsiones y corrupciones que puedan suscitarse.