La triple inmoralidad de la publicidad oficial. ¿Vamos a seguir permitiendo esta alevosía?

Hace muchos años que los gobernantes comenzaron con esta "picardía" de utilizar la publicidad oficial de gobierno, que pagamos todos, y que supuestamente está prevista para dar publicidad a las acciones oficiales, como un canal para posicionarse ellos y para favorecer sus objetivos políticos personales.

Comenzaron firmando con su nombre la publicidad "gestión tal" o "gestión cual", a aparecer en ellas... Pero en los últimos años esta distorsión se ha desmadrado hasta convertirse en una triple inmoralidad escandalosa.


Primera inmoralidad: Que el gobernante que hemos puesto para administrar los recursos de todos, agrande primero el presupuesto previsto para publicidad hasta montos obscenos y después se ponga él en todas las apariciones, es lo que en derecho penal se denomina: "agarrar a un delincuente con las manos en la masa".

Pero como nadie lo castiga no se contenta con eso: no sólo aparece en la difusión, sino que lanza además frases y gestos para que lo quieran y lo voten, como si estuviera en campaña. Y hasta actúa dentro de la publicidad haciendo como que mira las obras, como que está al frente del proyecto en una actitud muy propia de los populistas.

Pero la inmoralidad se agrava cuando esto lo hace, de manera más intensa justo antes de las elecciones. ¿Por qué? Porque aquí -además- se está aprovechando de administrar el dinero de todos y la publicidad oficial, para sacarle ventaja al adversario político que no tiene esos recursos y esa posibilidad.

Es cómo si en una carrera uno de los competidores, tuviera la nafta gratis y los jueces y árbitros de su lado y en cambio el otro no. Además lo hiciera público por todos lados sin mayor problema!!

Veamos un ejemplo que está sucediendo en este momento con la publicidad del intendente de Córdoba, Ramón Mestre, que se está candidateando como gobernador, pero utiliza la publicidad de la municipalidad de Córdoba para posicionarse en forma escandalosa.





Aquí pueden ingresar a todos los videos que ha hecho últimamente la Municipalidad de Córdoba y ver en cuántos de esos spots aparece el intendente:

Segunda inmoralidad: Como ninguno de nosotros, los ciudadanos, levantamos la voz, los gobernantes dicen: "ya sé! no sólo voy a utilizar la publicidad oficial para posicionarme a mi, sino que además voy a posicionar de paso al candidato que yo apoyo, aunque no tenga nada que ver con la acción oficial. Esto pasa todos los límites y es una cachetada al espíritu republicano. 

¿Si nos enoja que un gobernante utilice el helicóptero oficial para prestárselo a sus amigos, por qué no reaccionamos de igual forma ante este atropello a la buena administración de los fondos que son nuestros? De más está aclarar que ese candidato le está jugando sucio al resto de los candidatos que no es amigo del gobernante y se tiene que pagar su publicidad sin ninguna ayuda extra.

Un caso paradigmático de esta segunda inmoralidad es lo que está haciendo en estos días el gobierno de la provincia de Córdoba, con su candidato a intendente, Martín Llaryora al que lo incorpora -sin ponerse colorado- en todas las publicidades oficiales de las últimas semanas. Tan impúdica es la acción que cuando lo mencionan, ni siquiera sienten la responsabilidad de decir el cargo que ostenta. Sólo lo mencionan: "El gobernador Schiaretti y Martín Llaryora".




Aquí pueden ingresar y ver todos los videos del "Gobierno de la Provincia de Córdoba" y ver en cuántos de ellos aparece Schiaretti y en cuántos aparece junto a Llaryora.

Tercera inmoralidad: La más grave. En la mitad de las publicidades oficiales en las que estos candidatos se despliegan a sus anchas, el costo de la difusión publicitaria excede el costo de la acción que se está publicitando. Lo digo con conocimiento técnico, porque me dedico a la publicidad desde hace más de 20 años y conozco los costos de producir los materiales y luego difundirlos por los medios masivos y digitales.

El gobernante inaugura una plaza en un lugar marginal, o entrega materiales para que personas indigentes puedan hacerse un baño. Y esas acciones tienen un costo X. Pero la publicidad que hace por todos los medios de que acaba de hacer esa acción multiplica por 3 o 4 veces el monto que donó en materiales o lo que tuvo que invertir para inaugurar la plaza.


Esto se llama mala administración de los fondos públicos. Y como la acción no es inocente sino adrede el verdadero nombre es "administración fraudulenta de los fondos públicos". Pero lo más grave: eso es burlarse de los más humildes, que necesitan esos fondos malgastados en publicidad para sus escuelas, sus hospitales y sus ayudas sociales.

La pregunta: ¿Por qué una persona que se permite desplegar estas inmoralidades al frente de nuestros ojos ciudadanos, luego cambiaría y se convertiría en un buen administrador celoso de cuidar el dinero que pagamos en impuestos? ¿Por qué no va a justificar luego pagar un sobreprecio en una obra para que luego le entreguen una plata que pueda usar en campañas? ¿Por qué no va a nombrar luego en el Estado a la gente que lo ayude a ganar la elección?

Pero la pregunta más grave es para nosotros: ¿Por qué los ciudadanos somos tan indolentes y dejamos que se nos rían en la cara con estas inmoralidades? ¿Por qué no castigamos alguna vez con nuestro voto a los que usan el dinero del Estado para sus fines personales?