Miembro de Civilitas -Esperanza Federal-
Más allá de los esfuerzos que hemos exigido (y seguiremos exigiendo) a los gobiernos provinciales está muy claro que el avance del narcotráfico es un problema de orden nacional.
Aunque todos defendemos el federalismo, justo éste
es uno de esos temas que exige la intervención directa del gobierno central,
pues se trata de un fenómeno que traspasa la realidad de cada provincia y se
inserta en el marco de mafias internacionales que operan sobre todo el
territorio del país.
La elección de diputados nacionales es una
oportunidad para que se transmita nuestra firme exigencia, como ciudadanos y
padres preocupados, de mayor decisión política y acción efectiva a la
presidente y sus ministros.
El desafío es detener la penetración de estas redes
y su consolidación no sólo en lo que hace al tráfico y procesamiento de drogas
hacia el exterior así como en el comercio interno de sustancias, sino también
su influencia cada vez más determinante sobre el resto de los delitos que tanto
nos preocupan como robos, secuestros, desarmaderos, muertes violentas e incluso
los más aberrantes como la trata de personas. Lamentablemente ya se está
configurando en las grandes ciudades argentinas un esquema de crimen organizado
que tiene a los narcos como máximos referentes.
Ya que el Poder Ejecutivo Nacional no demuestra una
actitud comprometida respecto a esta lucha (sino todo lo contrario) es vital
que sean nuestros representantes en el Congreso los que presionen para lograr una
reacción con la escala adecuada, que detenga a estos delincuentes que se
enriquecen envenenando a nuestros hijos.
Proyectos
concretos.
Ciertas políticas pendientes son básicas. Hay que
reclamar que se haga efectiva la radarización de todo el territorio nacional y
fortalecer el control en las fronteras, puertos y aeropuertos. No se trata sólo
de comprar scanners y radares (cuidando que sirvan y funcionen). Necesitamos
mecanismos de controles cruzados efectivos para que un agente corrompido por
los narcos no haga fracasar el proceso.
Necesitamos también equipar y capacitar a las
fuerzas federales de seguridad y hacerlas trabajar en conjunto a través de un organismo
centralizado, especializado en la lucha contra este flagelo. La suma de los
esfuerzos de las policías provinciales no podrá revertir la tendencia. Aquí
hace falta cruce constante de información en tiempo real, mapeos, seguimientos,
tecnología de última generación, inteligencia criminal, cuerpos de elite.
Para que todo ese esfuerzo no sea en vano debemos
reclamar que se estructuren fiscalías especiales en cada Tribunal Federal del
país, para agilizar y profesionalizar los procesos de investigación y captura
de los cabecillas que operan en cada plaza, así como los juicios y castigos. Es
prioritario contrarrestar la sensación de impunidad generalizada.
Urge a su vez sancionar leyes adecuadas para
capturar a las avionetas que hacen vuelos clandestinos. Brasil y otros países
vecinos ya cuentan con su “ley de derribo” y nosotros no.
Hay cuestiones que son estructurales. No podemos
seguir manteniendo a las Fuerzas Armadas sin el equipamiento ni la preparación
adecuada para cuidar las fronteras y hacer inteligencia, no para espiar
opositores políticos, periodistas o sindicalistas (como se pretende ahora) sino
para desentrañar cómo operan estos enemigos, tan temibles y sofisticados como
el peor de los ejércitos.
De más está decir que necesitamos que nuestros
representantes en el Congreso exijan acciones nacionales de prevención y de
asistencia que tengan la escala, la permanencia y la profundidad para impactar
en la sociedad y en especial en nuestros jóvenes. Es una prioridad nacional
revertir la tendencia creciente al consumo no sólo de drogas sino también de
alcohol, con particular foco en los menores de edad. Insisto en la necesidad de grabar con
impuestos el consumo de cervezas y vinos para financiar campañas nacionales de
prevención y todos estos requerimientos.
Si alguien pregunta ¿cuál es la punta del ovillo en
la lucha contra el narcotráfico? Respondería: “desbaratar las fuentes ilegales de
financiamiento de este comercio y sus mecanismos de lavado de dinero
establecidos en nuestro país. Es
prioritario en este sentido fortalecer la UIF (Unidad de Investigación
Financiera) con personas independientes y capaces. Nos servirá de paso para que
empresarios amigos del poder no saquen dinero en bolsos con total impunidad.
No soy candidato en esta elección. Y por eso espero
que el pedido de poner la lucha contra las drogas al tope de la agenda política
sea escuchado por todos los partidos. Ofrecemos nuestra colaboración a los
diputados actuales o futuros que se atrevan a enarbolar esta bandera.