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Resumen del informe:
La nueva matriz de la delincuencia en Córdoba
Por Sebastián García Díaz
Ex Secretario de Prevención de la Drogadicción
y Lucha contra el Narcotráfico de Córdoba
Durante años nos enfrentamos a ladrones, lanzados a la acción por necesidad o por viveza criolla, solos o en muy pequeñas bandas sin coordinación. Cada provincia era una realidad aislada de las otras, salvo por alguna circulación del material robado
La complejidad de los delitos que sufríamos no superaba el robo a mano armada. Y sobre esa base se intentó organizar una policía y una justicia que tuviera una respuesta cuantitativa (más agentes en la calle y más funcionarios judiciales) aunque los recursos tecnológicos fueran escasos y la capacidad de investigación casi nula. Los delitos hasta ese momento -razonaban los gobernantes- no ameritaban mayores sofisticaciones.
El narcotráfico lo ha cambiado todo
Con su caja económica y un producto que permite ganar plata fácil ha ido “disciplinando” a los delincuentes, haciéndolos parte de una estructura de mayor escala, recursos y más fácil conversión a dinero del fruto de los delitos.
Hoy ya no sólo operan con drogas, sino con trata de personas, tráfico de armas para el delito, robos de camiones, desarmaderos, tráfico de mercadería ilegal, secuestros.
Los que lideran, operan a nivel nacional, con contactos internacionales. Su capacidad financiera es muy importante. Traer 1.000 kilos de cocaína desde el extranjero, corromper todas las instancias de control, movilizarlo, fragmentarlo, cocinarlo, esconderlo, separar una parte para enviar a Europa y distribuir la otra para los miles de “dealers” supone una operación de no menos de 20 millones de dólares en cada caso y con varios meses de trajín, por lo que se requiere una “espalda financiera” fuerte. Sólo para el consumo interno de la Provincia se necesitan por lo menos 50.000 kilos de cocaína al año y aproximadamente 80.000 kilos de marihuana.
En Córdoba el mapa del delito ahora no hay que confeccionarlo de abajo hacia arriba uniendo fragmentos, sino al revés: desde las cabezas que poseen el financiamiento para sostener y someter toda la estructura hacia abajo, hasta el último “perejil” que es usado como mano de obra barata. Es extraño que algún delito se realice fuera de esta nueva matriz.
Hacia arriba están los verdaderos jefes (cuyo perfil dista mucho de ser como el “chancho sosa”, por ejemplo). Ellos dirigen a los que lideran delincuentes rasos y se encargan de realizar el trabajo en la base. De estos últimos hay decenas que incluso compiten por el dominio de la zona. En la oferta se incluyen también barras bravas, punteros políticos, dirigentes comunitarios que han distorsionado su accionar e incluso bolicheros y productores de bailes de cuarteto. Pero nadie se corta sólo. Todos operan con la venia.
Si ahora nos enfrentamos a representantes locales de mafias como los carteles colombianos y mexicanos, la guerrilla colombiana y peruana, la mafia rusa, la mafia calabresa 'Ndrangheta que introduce la droga a Europa y otros, incluso con la protección de ciertos Estados en el mundo, podemos advertir la magnitud del desafío.
Utilizan tecnología y una metodología muy eficiente. Con la misma dinámica con que logran ingresar un cargamento de cocaína desde Colombia y entregarla procesada y camuflada en el puerto de Buenos Aires, traen mujeres esclavizadas de República Dominicana para que terminen obligadas a dar servicios en un Burdel de Morteros (por dar sólo un ejemplo de su flexibilidad) y llevan la mercadería robada de una provincia a la otra. Se despliegan sobre el territorio con una red de distribución y acción que sería la envidia de cualquier empresa comercial.
Con su poder, corrompen al más alto nivel para asegurarse la impunidad. Movilizan unos 500 millones de dólares al año lo que nos permite tener una dimensión de su “capacidad de influencia”. No prever que estas redes están vinculadas en el financiamiento de la política (y actuar en consecuencia) es de una ingenuidad rayana con la negligencia.
Los últimos anuncios
En este marco, el vendedor al menudeo que el gobierno Provincial se ha propuesto perseguir es en verdad una anécdota, así como el patrullero que está dándole cobertura. No lo harían si más arriba, no hubiera un funcionario de alta jerarquía que ha acordado con estos “jefes” un esquema de protección a la estructura entera.
Los anuncios no van a la raíz. El crimen que se está organizando seguirá actuando como si nada. Debatamos sobre el perfil de policía y fiscales que necesitamos para enfrentar esta nueva matriz y sus facetas: cómo lo investigarán en sus ramificaciones y cómo harán para apresarlos. Pero no es creando un par de fiscalías y juzgados y una oficinita de “Trata de personas” como tendremos éxito. Seamos serios.