He publicado recientemente un libro con ese
título y una visión disruptiva de lo que podemos lograr (se puede acceder
gratuitamente desde www.futurodecordoba.ar)
Tesis inicial: vivimos una Córdoba forjada en
el pasado. Pero sin suficiente compromiso y acción para proyectarla al futuro.
Tenemos fortalezas naturales y como sociedad. Tres
grandes desafíos: potenciarnos como polo del conocimiento, jugar a nivel
mundial en procesamiento y exportación de alimentos, y el más desafiante: competir
para que las empresas nacionales e internacionales radiquen aquí sus oficinas y
directivos.
La condición es independizarnos de los porteños,
pero no políticamente, sino mentalmente. Basta de ser los “segundos”, auto justificados
por compararnos con otras provincias más precarias. ¡Qué destino mediocre! Más firmeza
para reclamar lo que nos corresponde. Pero también más despliegue.
Pongamos foco en lograr una relación más directa e intensa con el mundo. Liderar
el comercio exterior y convertirnos en la puerta hacia Santiago de Chile,
Asunción, La Paz, Sao Paulo, Montevideo. Basta de depender de Buenos Aires, jaqueada
por la marginalidad del conurbano y su vanidosa pretensión de parecerse a
Europa.
Nuestros pilares están débiles. La educación en
emergencia. Lo social en descomposición por la inseguridad y por la droga.
Nuestra economía estancada hace muchos años. Nuestras empresas pymes valientes
pero precarias. La universidad nacional de Córdoba que, así como opera, no nos
sirve. Libre ingreso sin control con sólo el 20% egresando es una estafa. Esa
institución es nuestra -de los cordobeses-. Pero ha sido secuestrada por la
política universitaria.
Lo disruptivo del libro es que propone no esperar más nada de la gestión
del Estado. Todo lo contrario: aplicar a Córdoba las ideas de la libertad.
Desestatizar nuestra sociedad, para liberar la fuerza de la sociedad civil y la
iniciativa privada. Privatizar, ajustar, desregular, disminuir impuestos…
Incluso, para revertir la pobreza, sacar al Estado la
gestión social y que los recursos pasen a financiar la acción de la propia
sociedad. Lo haremos mejor y con más compromiso. Hasta a nivel de educación podemos
innovar: un Estado que audite exámenes y titulaciones pero que se retire de la gestión
directa de la educación pública. La sociedad lo hará mejor. Es el sano
principio de subsidiariedad, aplicado a Córdoba.
Por supuesto: si queremos cooperación social necesitamos
una baja rotunda de la percepción de impunidad que hoy nos neutraliza y es el
caldo de cultivo de la inseguridad, la favelización de los barrios y el dominio
creciente del narcotráfico. Eso significa más delincuentes presos.
El futuro ambiental de Córdoba es todo un
capítulo por la falta de cloacas, de reciclado real de la basura, incendios,
agua, extinción de los bosques nativos. Deberíamos sentir una profunda
vergüenza por lo poco que hemos avanzado.
Si nos vamos a activar, tenemos que repensar la
política local. Pero planteamos una esperanza concreta superadora: 500 jóvenes
de distintos sectores (política, universidad, justicia, medios de comunicación,
empresas y ongs, religiones, cultura y deporte) poniéndose de acuerdo y
desplegando una acción coordinada para forjar el futuro que anhelamos. La
convocatoria está hecha.