La mayoría de los cordobeses ansiamos que se produzca un cambio de fondo en Argentina. Son demasiadas las distorsiones y el desgobierno.
Pero
¿qué podemos hacer desde Córdoba? Además de votar en forma mayoritaria por la
oposición y replicar todas las opiniones y acciones de los líderes opositores,
nuestra capacidad para concretar aportes se restringe.
Es en lo que sucede aquí, en nuestra provincia, donde sí podemos tener una incidencia determinante. Y Córdoba también necesita un cambio de fondo.
El primer cambio
Cambiar
la actitud tal vez sea lo primero. No podemos conformarnos con que nos terminen
la circunvalación y nos pinten los cordones. Ni aceptar el “roban, pero hacen”.
Es
tan grande la potencia de nuestra provincia, por su inmensa clase media, su
diversidad de producción, el turismo, las universidades, el campo, y los
valores comunitarios que todavía perviven en nuestra idiosincrasia que podemos
aspirar a mucho más: que la Argentina 2023, nos tenga como protagonistas. ¡Forjar
desde aquí el modelo de lo que debe ocurrir en el país!
La urgencia apremia
La
pandemia obliga a enfocarnos. Si el 42% de nuestra población está hoy bajo la
línea de pobreza, tenemos una prioridad: ¡necesitamos que todo el que tenga una
iniciativa en Córdoba, la desarrolle! Sólo así habrá trabajo y reactivación
real, no concentrada, sino esparcida en todos los sectores y todas las regiones
de la provincia.
El
cambio -en definitiva- y más en este contexto, no lo producirá el Estado sino
la fuerza de los cordobeses y su iniciativa. Los comercios nos los reabrirá ni
Schiaretti ni Llaryora, sino nosotros.
Sólo
necesitamos una cosa: que el gobierno provincial no nos abrume con impuestos, burocracia
y servicios caros. A la incertidumbre nacional, el Gobierno de Córdoba le
agrega -no importa si ganás o perdés- la exacción de tus “ingresos brutos”.
¡Menos
publicidad oficial por cualquier tontera y más crédito para el que emprende y
da empleo! Ese debería ser el grito del cambio. Si nos concentramos en
financiar al que no bajó los brazos, Córdoba puede picar en punta con un modelo
de desarrollo genuino.
Claro:
para eso hay que forjar un Estado chico, ágil, que no se distorsione intentando
hacer todo, sino que se concentre en lo básico, que en Córdoba no está
garantizado.
Por
eso cualquier cordobés que tiene la oportunidad, no elige la educación pública,
ni la salud pública, ni a la obra social pública, ni siquiera elige la
seguridad pública (paga unos pesos -si puede- para que vigilen su esquina) ¿De
qué nos sirve tener energía pública, banco público, obra social pública, caja
de jubilaciones pública, si la familia cordobesa media debe invertir casi todos
sus ingresos en proveerse esos servicios?
Fe en el cambio
¿Creemos
que es posible el cambio? Lo nacional nos intoxica y nos hace escépticos (nos
tienta incluso a irnos a vivir lejos).
Pero Córdoba
tiene las condiciones para que el cambio sea cercano, palpable y hecho desde la
sociedad (desde nosotros). En lo particular tengo fe en las mujeres cordobesas
porque las veo empoderadas. Y en los jóvenes, porque los veo concretos respecto
de lo que quieren. ¡Lo intentemos!
Este artículo fue publicado en La Voz del Interior. Para ver la publicación click aquí