Indignación: la materia prima para construir la Argentina (post-cuarentena). ¡Indignate!



Cuando un argentino como vos y yo, que trabaja para mantener a su familia (y sufre la incertidumbre de este contexto de Cuarentena), ve que otra vez hay posibilidades de que gane la impunidad... ¡nos indignamos! 

Eso es bueno, querido compatriota! 

Quiere decir que, a pesar de que vivimos desde hace tantos años en uno de los países más corruptos de la tierra, sin embargo no nos acostumbramos y no nos conformamos. Nuestra moralidad sigue en pie y con la vara alta. 

Ese sentimiento no hay que aplacarlo, porque es positivo. Incluso tal vez no seamos ciudadanos ni contribuyentes perfectos (y remarcándonos eso pretenden mantenernos silenciados). Pero sabemos distinguir los pequeños desvíos de verdaderos saqueos estructurales al Estado (y por lo tanto a lo más pobres). A todos. A nuestra Argentina la han destruido. Y la han destruido los corruptos.

Aunque no podríamos determinar dónde están los corruptos (porque están en todos lados y en todos lo niveles) la mitad de los argentinos sentimos que la corrupción del kirchnerismo sobrepasó todos los límites (hasta ahora) en su paso por el gobierno desde el 2003 al 2015.- 

Y no es una especulación: 
  • vemos los cuadernos y a los empresarsios mencionados reconociendo que le llevaron plata a los Kirchner,
  • vemos los bolsos de Lopez, 
  • vemos la caja fuerte de la hija de Cristina con millones de dólares, 
  • vemos a jardineros y choferes de Kirchner convertidos en megaempresarios, 
  • vimos a un vicepresidente intentar quedarse con la "imprenta de los billeters" (Ciccone) y hasta truchear unos papeles para quedarse con un auto malhabido. 
  • Vimos las valijas de Antoniny Wilson 
  • y vimos a Jaime en sus jet privados pavonearse por Córdoba y Buenos Aires con ostentando su corrupción flagrante. 
  • Vimos hasta al contador de la familia Kirchner decirnos cómo robaban y dónde. 
  • Vimos sus hoteles vacíos lavando dinero 
  • y vimos su triangulación de la plata hacia el exterior (contando plata mientras tomaban wisky en la rosadita).
  • Vimos la jugada para quedarse con YPF 
  • y vimos cómo robaban la fundación de Hebe de Bonafini, y Milagros Salas, y muchos gobernadores, y muchos intendentes. 
  • Y vimos el "futbol para todos" y el choreo por detrás. Y los barras bravas agremiados viajando a los mundiales. 
  • Y la corrupción en las producciones de cine y tv, y en la publicidad oficial. 
  • Vimos una corrupción a gran escala en los negocios de comercio exterior a Venezuela,
  • y hasta en el proyecto de "cunas" para madres embarazadas. 
El libro que supo escribir el periodista Alfredo Leuco o las investigaciones de Hugo Alconada Mon o de Diego Cabot (por nombrar sólo algunos) podrían completar este listado mucho mejor que yo.

Si esa magnitud, si esa escandalosa "pornocorrupción" queda sin ser juzgada y castigada, este país no tendrá destino. También otras impunidades (como las de Menem y las del primo de Macri) claro que sí! Pero ESTA estructura de corrupción -por su alevosía- no puede quedar impune.

Si esta impunidad te produce como a mi, no sólo una "indignación intelectual" sino una verdadera repulsión moral, un dolor de panza por una injusticia tan impúdica, como si estuviéramos viendo una violación de la república (de nuestra querida patria) ante nuestros ojos y luego el violador nos mirara, se sonriera y nos dijera alguna palabra edulcorada para convencernos que nada pasó.

Si, como yo, sentís que no podemos dejar que nuestros hijos crezcan creyendo que es posible joderse así en las leyes, en la Justicia, y andar por allí luego gobernando de nuevo, ocupando cargos, haciendo reportajes como si nada hubiera pasado, desplegando de nuevo ese "relato" mercenario para justificar lo injustificable.

Si los dos sentimos que, lo volverán hacer como ya lo están haciendo: choreando en las compras que van dirigidas a los pobres (y cuántas cosas más que se están pergeniando como quedarse con Vicentín ahora y van.....)  llenando los puestos donde hay plata y donde se puede garantizar la impunidad, para operar en las sombras. Y volver a contar billetes.

Si el "van por todo" ya sabemos lo que significa y vos sabés que eso no puede ser. 

Y la sangre te bulle, y la indignación te hace poner de pie y decir: "basta carajo! Tenemos que hacer algo" entonces compartimos el sentimiento que -en este momento- puede ser la materia prima para reconstruir la Argentina. Podremos discutir luego por todo, pero coincidiremos en que NO nos dejaremos chorear por los corruptos, o al menos no con esta impunidad. Ya tenemos la base desde donde construir.

La cuestión es: ¿qué hacemos con toda esta indignación acumulada? 

Las cacerolas han funcionado en distintos momentos de nuestra historia reciente. Y también es bueno reenviar todo lo que nos llega por las redes y por whats app. Incluso es saludable que yo este escribiendo este artículo en un blog alimentando la indignación. O que compartamos sentimientos en los asados o por zoom. PERO NO ES SUFICIENTE.

Hay que pasar a la acción ciudadana organizada. Y en la cima de esa acción está la acción política, la más difícil pero la que tiene mayor potencial de cambio en el corto plazo en un país tan avasallado por los Estados como es el nuestro.

Ya lo sé: el paso es demasiado grande. Es demasiado riesgoso. Porque la política es -justamente- la causa de toda esta degeneración. De esta corrupción tan estructural. Pero si no se mete uno sólo, o un puñado solamente. Si no que se produce un verdadero movimiento de inserción de gente independiente -gente de bien- muy rápidamente la cosa puede cambiar. 

Un grupo de nosotros ya lo estamos intentando de nuevo. Si querés sumar tu indignación, acercate y convertila en acción.

PD: Coincidimos en que hay cosas más urgentes en este momento que pedir el "juicio y castigo a Cristina y sus secuaces" ¡Hay fábricas cerradas y hambre! Pero si no castigamos a los que se roban la plata de todos, ningún plan será viable y ninguna convocatoria al consenso será legitima. Indignémosnos con orgullo! Porque nuestra patria necesita nuestro enojo.