Mi apoyo a Macri (y el cambio cultural)



Finalmente entramos en esa curva donde comienza a ser "políticamente incorrecto" salir públicamente a decir "apoyo a macri", salvo que seas funcionario del gobierno, legislador, o miembro de su partido. 

Ni los dirigentes de los partidos aliados lo hacen, ni sus militantes ni personas que en un primer momento se acercaron a la foto.

Hacerlo te comienza a mostrar como  un "insensible que vive en otro planeta, mientras la gente sufre". Por eso hoy más que nunca creo que hay que jugarse como ciudadano. 

Valga mi pequeño aporte.

Las cosas no van tan bien como uno hubiera esperado: vamos por el tercer año y la inflación no ha cedido, las inversiones se demoran, algunas de las reformas estructurales siguen en carpeta y varios de los objetivos, que a esta altura se habían previsto que alcanzaríamos, están pendientes. 

Algunos de los que están en mi entorno se han enojado además con Macri por haber impulsado el debate sobre el aborto a modo de "cortina de humo" para desviar la atención.

En la calle hay preocupación y eso nos engobla a todos. 

Y paulatinamente todo comienza a teñirse de otro color. Marcos Peña, que era una "joven promesa" ahora lo catalogan como un "muchacho ambicioso". Los miembros del gabinete que enorgullecían por su preparación y su compromiso, ahora son vistos con desconfianza por su pasado empresario o profesional. Mauricio ya no es Mauricio. Es Macri.

Cuando esta curva se produce, es cuando hay que salir sin tibiezas ni medias tintas. 

Porque el camino que ha emprendido Argentina es el correcto. Un camino de ordenamiento económico, de fortalecimiento institucional -funcionamiento de la república y del federalismo- y de cambio cultural. 

Un camino de apertura al mundo desarrollado, de libertad para expresarnos y para emprender, de lucha frontal contra el narcotráfico, de ordenamiento de la ayuda social para que sea efectiva y llegue donde tiene que llegar (sin caer en las manos de los "intermediarios"). Con una justicia que comienza a dar señales de querer actuar sobre los corruptos, sin importar de qué bando son. Con un Congreso que funciona. Con un marco de diálogo políltico y respeto. 

Es un gobierno que le devolvió a los jubilados lo que les debíamos, y a las provincias los fondos que estaban retenidos a nivel nacional (por eso las obras en Córdoba! más allá de lo que intenten decir los carteles oficiales). 

Es un gobierno que nos devolvió la libertad de ahorrar en la moneda que querramos sin cepos ni ataduras. Un gobierno que está dispuesto a hacer respetar la ley en la vía pública para que los derechos de unos a protestar no soslayen los derechos de otros a trasladarse y circular.

Aunque el desarrollo económico viene demorado, el sólo hecho de que haya confianza y mayor previsibilidad en que no tomarán decisiones alocadas (como las que tomaba Cristina y Kicilof) ya ha activado -y está activando- innumerables proyectos de inversión, start up, ampliaciones, desembarcos en nuevos mercados, etc, etc. Estamos creciendo, no todo lo que quisiéramos, pero estamos creciendo. La competencia nos está haciendo salir del adormecimiento que habían producido tantos años de consumo "inyectado por la maquinita y el subsidio"

¿El gradualismo es correcto? Es lo único que podríamos haber hecho y lo único que podemos hacer. Si fuéramos a fondo, el gobierno no resistiría la presión política. Y la sociedad argentina tampoco.  

Porque lamentablemente (y ésta es una de las principales razones por la que escribo mi reflexión) la distorsión cultural que generó el kirchnerismo está ahí, todavía activa y con toda su fuerza en la mente de miles de personas que creen en el "realismo mágico". 

En que podemos cortarnos sólos. 
En que alguien de afuera quiere dominarnos en un plan siniestro. 
En que toda la culpa la tiene EE.UU y el FMI. 
En que podemos vivir gratis (universidad gratis, transporte gratis, tarifas gratis) sin tener consecuencias. Y así poder viajar, comprar el celular, o comernos el asadito que es "sagrado". 
Que el gol de Maradona con la mano es un orgullo y no una vergüenza. 
Que el Che Guevara matando inocentes por una supuesta "causa justa" es un héroe que merece un monumento. 
Que tener defensores de los pobres que se vuelvan ricos en la tarea (como los políticos o los sindicalistas) son sólo anécdotas menores en esta "lucha contra el sistema". 
Que la transformación del Oeste Asiático es "porque los ponjas trabajan explotados por un puñado de arroz". 
Y que el "primer mundo no es lo que parece". 
Que está bueno que nuestros chicos en los colegios, en lugar de hablar de proyectos tecnológicos y científicos de futuro, sigan intoxicándose con lo que pasó en el 76.- 
Y que es de muy mal gusto hacer pruebas para saber si sabemos leer y escribir y comparar los resultados con otros países.

No se trata sólo de las distorsiones del Peronismo y de su matriz populista. 

Aquí el país entero ha consumido populismo durante varias décadas (y en los últimos 20 años en dosis adictivas). Y ahora nos costará recuperarnos. Nos costará mucho el período de abstinencia. 

Dolerá escuchar que ya no podremos irnos al cine porque tenemos que pagar el gas. O que ese proyecto que "mágicamente" creíamos que lograríamos en 5 años, finalmente nos llevará 15.

Pero si Macri lo logra, lo habremos logrado como país: sentar las bases para ser el famoso país normal que varias veces nos dijeron pero que nadie se atrevió a construir. El éxito de la gestión de Macri es, por ello, crucial. No sólo por este mandato. Sino por otros cuatro años más. 

Todo mi apoyo, mi activismo, mi cabeza, mi hombre, mis manos y mi corazón para que a este gente que está en el gobierno le vaya bien.