No estoy conforme con estas elecciones en Córdoba. Como ciudadano me sentido subestimado. No hubo debates, no hubo propuestas o cuando las hubo fueron al boleo, como si no nos diéramos cuenta que si todas ellas se hicieran en cuatro años, el Estado provincial colapsaría. En una de las opciones (la que parece que va a ganar) hubo populismo a la cordobesa, en el otro hubo una deliberada timidez que dio a pensar si los que se candidatean no querían en verdad perder. El tercer caso fue patético: ocultó su referencia nacional y la mostró, confirmando y negando su lealtad a ese proyecto que tanto mal le ha hecho a Córdoba. Esta acción esquizofrénica se repitió una y otra vez.
Ninguno nos dijo antes de las elecciones quiénes serían sus ministros en caso de ganar, que es una información elemental para completar una propuesta electoral.
Muy pocos hablaron de soluciones para parar el narcotráfico que ha cruzado nuestra provincia y hoy es uno de sus problemas más complejos enraizado en nuestros barrios humildes... y en nuestras instituciones que permiten su avance con impunidad.
Con la experiencia política que ya tengo, con mis 43 años, sé que el que gane fruto de esta elección frustrante, luego le será muy difícil mantener su legitimidad frente a situaciones complicadas. Es como en los matrimonios por conveniencia: si no hay amor en el momento de la decisión, al poco tiempo se producen las crisis. Y se que esta elección barrerá con la mayoría de los dirigentes de la oposición.
Y es allí donde surge mi esperanza: que de la elección de mañana, surja el último gobernante de este ciclo post regreso de la democracia en Córdoba (pues todos los dirigentes provienen de esa época). Y se abra una oportunidad para nuevos dirigentes más capaces, más modernos, más visionarios y sobre todo más honestos que se atrevan a tomar la posta. Y producir el salto que hace rato Córdoba está esperando.
Los cordobeses no nos merecíamos esta elección. Hemos sufrido demasiado la discriminación del gobierno central, los saqueos, los narcoescándalos, la corrupción, las promesas sin cumplir, los nombramientos indiscriminados, la ineficiencia del Estado, el peso de los impuestos... como para que nos robaran también la posibilidad de vivir -al menos una vez- una elección que nos enorgullezca después de tantos años de democracia.
Desde el 5 de Julio, Dios quiera que comience a forjarse la nueva etapa, aunque tengamos que esperar 4 años para verla hacerse realidad.
No se si esta es la visión de toda la población. Pero es la mía y quería compartirla antes de ir a votar.
PD: quiero felicitar a personas y candidatos que desde los partidos más pequeños han hecho un esfuerzo sobrehumano por romper con esta inercia. Yo se lo que cuesta hacerlo de abajo y a pulmón (costo humano, familiar, laboral y económico) por lo que valoro infinitamente a personas como Aurelio García Elorrio o Martín Carranza Torres/Agustina Piumetto que desde sus distintos partidos avanzan sin importar si sacan muchos o pocos votos, recordándonos el valor de perseverancia cívica. Mis respetos a ellos por su tarea!