En Argentina -y por estos días en Córdoba- existe una distorsión muy profunda en la visión que tienen muchos dirigentes políticos, sociales, académicos y también estudiantes respecto a lo que significa defender la educación pública y gratuita.
Creo que nadie discute el rol que ha tenido este principio básico de nuestra democracia en el desarrollo de Argentina. La amplia y fuerte clase media, forjada por la combinación de criollos, nativos e inmigrantes, es un elemento distintivo de la Argentina. Y se construyó sobre la base de la educación pública y gratuita que supieron garantizar hombres como Sarmiento.
Pero lo que sí hay que dicutir es que la educación pública y gratuita sólo pueda ser brindada por el Estado. En otros países existe una cada vez más fuerte franja de la educación que está gestionada por lo que se llaman escuelas públicas de gestión privada.
¿Qué significa? Que si hace faltan nuevas escuelas o instituciones educativas en una zona determinada, el Estado reconoce esa necesidad, pero no se lanza en forma directa a construir y gestionar, aplastando las iniciativas comunitarias, sociales, religiosas o privadas que puedan existir de hacerse cargo de un proyecto de esa naturaleza.
Todo lo contrario: antes, abre la posibilidad para que iglesias de diversos credos, ongs, grupos de padres, cooperadoras o cooperativas e incluso iniciativas privadas, presenten su proyecto.
Elegido un proyecto el Estado financia y controla, pero son estos grupos los que lo llevan adelante.
Esta posibilidad abre a la diversidad, que es también un valor importante y como tal debe ser incorporado a la matriz de la educación pública. Es bueno que exista la oportunidad, aún para personas sin recursos, de enviar a sus hijos a un colegio religioso, o a uno que tenga una particularidad especial (que enseñe música, oficios, que haga especial hincapíe en una cultura determinada, etc) si es que esos padres piensan que es lo mejor para ellos.
Hoy en Córdoba, muchos están rechazando incluso la posibilidad (no la obligación) de que se enseñe religión en los colegiós de manera optativa... ¡Qué lejos estamos de apoyar una instancia superadora como es ésta de las escuelas públicas de gestión privada!
Hoy por hoy, en nuestra provincia (y en nuestro país) los que se deciden por colegios con este tipo de particularidades deben pagar. Y aún aunque se reconozca que en la mayoría de esas instituciones el Estado financia ciertos items (sueldos de los maestros, etc y aún esto se está poniendo en debate por estos días) lo cierto es que una familia con recursos limitados que no pueda pagar la cuota mínima, no puede acceder a estas propuestas.
Termino esta reflexión con un ejemplo concreto: en Santa María de Punilla hay un colegio enclavado en un barrio marginal, gestionado por unas monjitas de Chile. La cuota mensual es de $ 80 lo que realmente es muy bajo. Pero la mayoría de las familias que están alrededor del colegio no pueden afrontar ni siquiera esa cuota. En Chile los colegios de esas mismas monjas comprometidas, son gratuitos ya que esa cuota es pagada por el Estado. Aquí lamentablemente esa instancia es aprovechada por los que sí pueden pagar.
¿Cuántos nos permitiremos en Argentina una mirada más amplia de lo que el Estado debe hacer por sí y lo que puede permitir que hagan la propia comunidad o la iniciativa privada, conforme al principio de subsidiariedad?
El estatismo a mansalva que se propugna por estos días en Argentina, al calor del "modelo K" y que pretende avalarse por los excesos que hubo en la década de los 90, terminará por asfixiar la fuerza creativa y organizadora de la Sociedad Civil que desde hace mucho tiempo, es más dinámica y pujante que la burocracia estatal.